VALÈNCIA. El fin de año político nos ha dejado una imagen como la de aquel partido de fútbol entre soldados alemanes e ingleses –3-2– en la Navidad de hace 104 años, la guinda a una tregua en territorio belga que comenzó cuando los alemanes se pusieron a cantar villancicos a voz en grito desde sus trincheras y los ingleses respondieron cantando más fuerte desde las suyas. Luego vinieron las chocolatinas, los cigarrillos, las risas, las lágrimas y el partido. Pasados unos días, volvieron a las trincheras y se pertecharon para matarse.
El pasado viernes en Les Corts, Isabel Bonig salió de la trinchera para ofrecer junto a todos sus compañeros del Grupo Popular una caja con 12 uvas llenas de deseos y un discurso que hizo saltar las lágrimas a más de un diputado de los de enfrente –"nuestro adversario político no es nuestro enemigo y tiene derecho a ser escuchado; si lo hacemos en 2019 será bueno para la Comunitat y los valencianos"–, acto que terminó con abrazos, felicitaciones. Pasados unos días, volverán a las trincheras.
Ximo Puig ponía en valor minutos después, en la copa de Navidad ofrecida a los periodistas, el contraste entre la normalidad política que se vive en la Comunitat Valenciana y la que sufren en Cataluña. Es muy pertinente el aviso de Bonig (ver al respecto el artículo de Miquel González) y la respuesta de Puig porque la campaña va a ser a cara de perro y es importante que los votantes no nos contagiemos del odio casi siempre fingido o al menos exagerado que transmiten los políticos.
La semana nos trajo una muy buena noticia que debemos poner en cuarentena hasta que se confirme. La asunción de la deuda de la Marina de València por parte del Estado ha sido confirmada después de muchos aparentes brindis al sol por una representante del Gobierno, pero está en el aire mientras no haya Presupuestos Generales del Estado. Existe un plan B en caso de que los PGE no salgan adelante, que es la aprobación vía decreto ley, pero como decía uno de los consejeros valencianos del Consorcio, haría falta un plan C.
La reforma del Estatut
La intensa semana nos ha dejado también la aprobación en el Congreso de la reforma del Estatut, con siete años de retraso, y el injustificable cambio de voto a última hora de Ciudadanos, ordenado por Albert Rivera sin respeto alguno por sus compañeros valencianos ni por sus votantes. No es la primera vez que este partido dice una cosa, incluso la firma, y luego votan la contraria.
La excusa dada por Toni Cantó –que la nueva cláusula "es un brindis al sol"– es un sinsentido porque, efectivamente, la cláusula introducida, sobre inversión mínima en la Comunitat, no es vinculante para el Gobierno ni para Congreso de los Diputados, pero eso se sabía desde hace años y el cambio de voto de Cs que rompe la unanimidad –con lo difícil que es alcanzarla– se produce en el último minuto.
La Constitución y los estatutos están llenos de brindis al sol, por ejemplo el artículo 134.3 de la Carta Magna –"El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior"–, que Pedro Sánchez se ha saltado a la torera sin ninguna consecuencia. El Estatut será un brindis al sol pero lo de Cantó es un brindis a Vox, al que Cs pretende disputar la carrera por ser el partido menos autonomista, para desgracia de algunos de sus dirigentes regionales.
¿Te acuerdas de la financiación?
Hubo un tiempo no lejano en el que todos los partidos valencianos, las patronales, los sindicatos y los medios de comunicación clamaban por una "financiación justa" para la Comunitat. Hoy el clamor es apenas el eco de un fracaso. El Consell está en otra cosa y los partidos también, especialmente el PSPV –gobiernan los suyos– pero no solo el PSPV; los agentes sociales tienen otras prioridades, y en los medios de comunicación el problema ocupa menos espacio.
Compromís votó esta semana en el Congreso a favor de la senda de déficit propuesto por el Gobierno después de encontrar a la ministra Montero "receptiva" ante la negociación de los Presupuestos de 2019, esos que Sánchez aún no ha presentado. Quién le iba a decir a la ministra, a la que hace cuatro meses le ponían condiciones de verdad para aprobar la senda de déficit, que le iba a bastar mostrarse "receptiva" –otro brindis al sol– para doblegar la resistencia de los nacionalistas valencianos. De la reforma de la financiación autonómica ya ni hablamos.
¡Feliz Navidad!