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tribuna libre / OPINIÓN

Big Data en política: ¿aliado o herramienta de manipulación?

Foto: RAFA MOLINA
25/05/2019 - 

Nadie duda actualmente que las técnicas y tecnologías emergentes como Big Data, Inteligencia Artificial o Machine Learning ofrecen a las organizaciones y a la sociedad en general, un infinito abanico de posibilidades, en tanto en cuanto les permite adquirir un conocimiento profundo de sí mismas y de su entorno.

Según una encuesta realizada en 2018 por McKinsey & Company a empresas acerca de la adopción de Inteligencia Artificial, un 47% de los encuestados mencionaban haberla incorporado en algún proceso de negocio, lo que supone un incremento significativo con respecto a un estudio similar realizado en 2017, donde sólo un 20% de participantes afirmaban usar este tipo de soluciones. 

Un número significativo de organizaciones se encuentran actualmente embarcadas en su incorporación a las denominadas Data-Driven Industries o, dicho de otro modo, aquellos que utilizan los datos como vía de soporte a la toma de decisiones, mejora de sus procesos, o desarrollo de nuevos productos o servicios.

Ante este contexto, los partidos políticos no se muestran indiferentes y son muchos los que ven en la tecnología una gran oportunidad para responder a los retos de la política actual.

Sin embargo, lo que ahora mismo está transcendiendo es la posibilidad de hacer un “mal uso” de estas tecnologías. Todos estamos familiarizados con conceptos como “fakes news” o “bots”, noticias o perfiles ideológicos falsos, generados de forma sintética mediante Inteligencia Artificial, algunos lo suficientemente sofisticados como para mantener una conversación, y dirigidos a generar desinformación con el objetivo de “manipular” la opinión pública en periodos de campaña electoral. En el momento político actual, en el que el número de votantes indecisos registra datos históricos, esa manipulación, adquiere especial relevancia.

Sin embargo, los datos personales sobre opiniones políticas son extremadamente sensibles y deben ser tratados con un escrupuloso cuidado. Tanto la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD,) como recientemente el Tribunal Constitucional se han pronunciado al respecto, prohibiendo que los partidos políticos puedan hacer un rastreo ideológico, utilizando para ello redes sociales como Twitter o Facebook. 

Entonces, si es posible recolectar información pública, pero no se permite hacer uso de ella con fines propagandísticos a través de prácticas de microtargeting ¿cómo se ve la política verdaderamente impulsada por los datos en la medida que surge una nueva era de transformación Digital e Inteligencia Artificial?

La respuesta es sencilla, convirtiendo a los datos y a la Inteligencia Artificial en un aliado estratégico para los partidos políticos, desde cuatro ámbitos: descripción, diagnóstico, predicción y prescripción.

Imaginemos un futuro en el que el impacto de la política en la economía o en la sociedad pueda medirse digitalmente. En ese escenario sería necesaria la Inteligencia Artificial para describir de forma sencilla un sistema tan complejo como el que vivimos, regido por multitud de factores que nos influyen y que las limitaciones humanas nos impiden controlar. Por ejemplo, conocer cómo impactan, medidas impositivas sobre el precio de la gasolina, a empresas nacionales de transporte.

A partir de ese momento, la política debería buscar apoyo en sistemas de Inteligencia Artificial capaces de realizar un diagnóstico temprano de la situación, para alertarles de aquello que no debiera ocurrir y que se aleja de la normalidad. De esta manera, podríamos detectar un aumento anormal del número de ciudadanos preocupados por el cambio climático.

Una vez superadas las fases anteriores, la predicción permitiría a los partidos anticiparse y no detenerse en saber lo que ha ocurrido y el porqué, sino en la simulación de nuevos escenarios que permitan potenciar el proceso de toma de decisiones. En este sentido, se podría predecir el resultado de la aplicación de políticas de bienestar social.

Por último, la prescripción sería la etapa en la que no sólo conoceríamos el futuro, sino que la Inteligencia Artificial sería capaz de recomendar la aplicación de acciones o medidas correctoras. En el caso de la salud, recomendar políticas para fomentar la vida activa o el bajo consumo de alimentos azucarados, tras detectar un aumento de un conjunto de enfermedades crónicas.

Por todo ello, parece sensato afirmar que estas tecnologías bien usadas se convierten en un aliado estratégico, al permitir a los políticos conocer lo que realmente necesita la sociedad y, por tanto, poder plantear programas más atractivos, personalizados y dirigidos a un creciente número de ciudadanos desencantados o votantes indecisos.

En definitiva, dos caras de la misma moneda.

Raúl Hussein es director Servicios de Análisis de Datos Avanzados del ITI – Instituto Tecnológico de Informática

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