VALÈNCIA. A las 17:35 horas de este viernes 26 de marzo, una vez terminada la subasta de cierre en bolsa, Bankia (BKIA) dirá adiós a su andadura en el parqué, que se inició hace 3.537 días concretamente el 20 de julio de 2011. Mucho -muchísimo- ha llovido desde entonces donde la entidad domiciliada en València pasó -como el resto de cotizadas- por tres grandes crisis: los coletazos de las subprime o hipotecas basura, la de la deuda soberana y la covid-19.
Bien es cierto que habría que sumar una cuarta, pero eso sí endógena: la crisis de una Bankia, que como bien dijo su presidente actual José Ignacio Goirigolzarri en la última junta de accionistas celebrada este pasado martes, pasó de ser el principal problema del sector financiero y de estabilidad en España en 2012 a ser un referente dentro del sector; y, de este modo, a contribuir de forma decisiva a la mejora socioeconómica del país". La que fue, sin duda, una de las salidas a bolsa más cuidadas de los últimos tiempos, se saldó con tablas en la primera jornada al repetir los 3,75 euros a los que partía. Un precio que no incluye los dos 'contrasplits' o desdoblamientos de acciones.
El primero a razón de 100 títulos viejos por cada uno nuevo tuvo lugar en abril de 2013. El motivo no fue otro que culminar su proceso de recapitalización, que incluía -además de dicho 'contrasplit'- la reducción del valor nominal de las actuales acciones, y la amortización de los bonos convertibles contingentes ('CocCos') emitidos por Bankia y suscritos por BFA y el canje de instrumentos híbridos por acciones. Y es que para entonces BKIA ya estaba intervenida por el Estado -a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB)- y estrechamente vigilada por Bruselas por aquello de las multimillonarias ayudas que le concedió.
El segundo desdoblamiento de las acciones de Bankia fue en julio de 2017 en la proporción de una nueva por cada cuatro antiguas. Todo en pos de ganar más visibilidad y liquidez, pese a que formaba parte del Ibex 35 desde que se incorporase en octubre de 2011, es decir, menos de tres meses después de su debut en bolsa. Pero a esas alturas el mercado seguía castigando a BKIA y no eran pocos los bajistas que tomaban posiciones en su capital.
Una salida más que controvertida donde la cúpula acabó sentada en el banquillo en el que fue uno de los juicios más importantes de la historia económica de España. En noviembre de 2018 arrancó el proceso oral, en la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares (Madrid). En el banquillo se sentaron 34 acusados, entre personas físicas y jurídicas, por las supuestas irregularidades en el proceso de salida al mercado del banco. Y por encima de todos sobresalían dos nombres: Rodrigo Rato, exvicepresidente del Gobierno, ex director gerente del FMI y expresidente de Bankia; y José Luis Olivas, expresidente de Bancaja y Banco de Valencia, además de exvicepresidente de BKIA. Todos ellos quedaron finalmente absueltos en septiembre de 2020 en el llamado 'caso Bankia'.
Paralelamente a lo ocurrido en sede judicial, Bankia se comprometió a devolver a los accionistas minoritarios el importe íntegro de su inversión inicial en la salida a bolsa a cambio de la devolución de las acciones. En caso de que los títulos se hubieran vendido, se les pagaría la diferencia entre lo invertido y lo obtenido con la venta. Por otro lado, la entidad también puso en marcha un proceso de arbitraje para restañar a los 'pillados' por los productos híbridos (subordinadas y preferentes) emitidas por las cajas de ahorros integradas en Bankia, es decir, Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caja Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja.
Ocho años antes de la sentencia por el 'caso Bankia', en mayo de 2012 y cuando no se había cumplido el primer año de cotización en bolsa, José Ignacio Goirigolzarri era nombrado presidente de BKIA. Un auténtico banquero, con más de tres décadas de experiencia y siempre ligado al BBVA. No en vano ingresó en 1977 en el otrora Banco de Bilbao y fue en octubre de 2009 cuando se le 'invitó a salir' habiendo sido consejero delegado del 'banco azul' en los últimos ocho años. Un 'Goiri' que se jugó su impoluta reputación y que el mercado -junto con el Banco de España, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo- vio con muy buenos ojos su nombramiento... y no se equivocó.
El banquero de Neguri se rodeó de un auténtico 'equipo A', tal y como lo contó este diario en abril de 2014. Economistas de primer nivel, destacados abogados del Estado e incluso ingenieros de relumbrón, con premios de carrera y proyección internacional. Catorce prestigiosos directivos formando parte de los órganos de gobierno de Bankia y su matriz, Banco Financiero y de Ahorros (BFA), que poco a poco lograban enderezar el rumbo de una nave que llegó a estar a un paso naufragar. Y es que pocos, muy pocos, eran los que en mayo de 2012 confiaban en ello e incluso después de la macroinyección de capital por valor de más de 22.000 millones de euros.
Un Goirigolzarri que presidió las primeras juntas de accionistas donde la seguridad era máxima ante las protestas de centenares de afectados por el derrumbe de la cotización, además de las preferentes y subordinadas. Eran juntas interminables, que en algunos casos se extendían hasta media tarde desde las doce del mediodía que se iniciaban donde centenares de accionistas participaban en su derecho al turno de palabra. Y ahí estaba 'Goiri' -y el resto del consejo- aguantando carros y carretas de una herencia recibida.
Mientra tanto el FROB iba cumpliendo las normas impuestas por Bruselas de ir reduciendo su participación en Bankia-a cambio de las multimillonarias ayudas recibidas-, pero eso sí con cuentagotas ante la mala situación por la que atravesaban unos mercados en plena crisis de la deuda. En febrero de 2014 colocaba un 7,5% a 1,51 euros por acción representando 1.304 millones; mientras que hubo que esperar hasta diciembre de 2017 para la otra venta parcial, que fue de un 7% a razón de 4,06 euros, lo que se tradujo en otros 818 millones de euros para las arcas del Estado.
Debido al rescate, el Estado quedó con una participación en la entidad que en un principio superaba el 68%. Desde entonces ha ido intentando reducir su peso con el objetivo de recuperar los más de 22.000 millones de euros que se inyectaron, hasta contar actualmente con un 60%, que controla a través del FROB tras dichas desinversiones. Una vez se realice hoy el canje de acciones y la fusión con CaixaBank se haga efectiva el Estado pasará a controlar el 16% del nuevo banco, una posición con la que espera continuar optimizando las ayudas públicas.
Mientras tanto Goirigolzarri se apuntaba otro tanto en julio de 2015 con el abono del primer dividendo de la historia de BKIA: 1,75 céntimos de euro. Desde entonces ha repartido 1.862 millones de euros con cargo a beneficios. Si se descuentan los 1.180 millones de euros que se ha embolsado el Estado vía dividendos, el resto de accionistas de Bankia han recibido en estos años unos 682 millones.
Ahora toca mirar al futuro con el nuevo camino que empiezan Bankia y CaixaBank de la mano, que les lleva a situarse como la entidad más grande del país, con activos superiores a los 650.000 millones de euros. El 'número uno' de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, quien asume ahora la presidencia no ejecutiva del nuevo CaixaBank -mandará el actual CEO de CaixaBank Gonzalo Gortázar-, ha asegurado en varias ocasiones que esta operación es clave para alcanzar una mayor robustez financiera y poder afrontar tanto el escenario marcado por bajos tipos de interés y una competencia cada vez más intensa, como las consecuencias de la crisis económica generada por el coronavirus.
También tiene claro que la mejora de la rentabilidad permitirá en el futuro la distribución de unos mayores dividendos en efectivo, llegando a señalar incluso que la nueva cúpula es consciente de que el reparto de beneficios es una condición necesaria para la sostenibilidad de cualquier proyecto. Y como bien dijo en su último discurso ante la junta de accionistas este pasado martes: "El nuevo CaixaBank será capaz de generar una rentabilidad sostenible". Palabra de 'Goiri' y su meritocracia.