La actriz protagoniza el drama La buena esposa en la piel de la versión joven de su madre
VALÈNCIA. La buena esposa es un drama sobre una mujer que esquinó su carrera como escritora por aupar la de su marido. Este retrato de un matrimonio en crisis es en su esencia, una reflexión sobre la situación tradicionalmente desigual de la mujer en el mundo literario. Como la protagonista aprende de boca de una colega en una etapa temprana de ambición profesional: “Los hombres son los que deciden quién puede ser tomado en serio. Y tú nunca serás aceptada". Una daga afilada en estos tiempos de necesario zarandeo de la industria cultural en pos de la equidad de género.
El personaje que interpreta Glenn Close en la madurez y su hija en la vida real, Annie Starke, en la juventud, antepone sus necesidades a las de su pareja. Se refiere a sí misma como una “hacedora de reyes”. En lugar de empuñar la pluma es el reposo de su guerrero. Se dedica a administrarle la medicación, a recoger su ropa interior, a disculparlo cuando olvida los nombres de los personajes de sus propios libros.
La película adapta la novela de 2003 firmada por Meg Wolitzer La esposa, que arranca en el vuelo de un avión que conduce al matrimonio a la recogida del Premio Nobel de Literatura. Es una reflexión sobre la vida en la sombra. Algo contra lo que lleva luchando Annie Starke desde el arranque de su carrera. No es sencillo despuntar en un oficio compartido con una progenitora ocho veces nominada al Oscar. La actriz ya se ha codeado con Close en Albert Nobbs (Rodrigo García, 2011) y también dio vida a una versión joven del personaje de su madre en Locura padre (Lawrence Sher, 2017).
- ¿Cuál es el valor de los premios hoy en día?
- La industria pone mucho énfasis en los galardones, pero para un actor el verdadero premio es tener la suerte de interpretar un buen rol. Y no lo digo de boquilla.
- Esta película es una reflexión sobre la situación de las mujeres en la industria literaria, ¿cómo resuena en tu oficio?
- Está mejorando, pero todavía es necesario un enorme esfuerzo en todas las industrias culturales. El mundo del cine está rotando en la buena dirección, sobre todo con la presencia de más mujeres detrás de la cámara.
- ¿Sientes que hay un mayor reconocimiento?
- Te diría que sí, por lo sucedido en los pasados Emmy que sirvieron de ejemplo de que el cambio es posible, pero no sólo para las mujeres, sino también para diferentes comunidades, la LGTBQI por ejemplo. Fue muy hermoso asistir a este alegato.
- ¿Cuál es el siguiente campo de batalla en este campo
- Como te decía antes, espero que haya más mujeres dirigiendo, porque tenemos una perspectiva increíble del mundo. Me gustaría tener la oportunidad de trabajar con muchas cineastas. En La buena esposa hemos tenido la suerte de partir de un guión escrito por Jane Anderson. La he admirado durante años y ha sido un honor interpretar a mi personaje con su ayuda.
- Esta película también trata sobre la aprobación de los padres. ¿Necesitaste el respaldo de los tuyos para convertirte en actriz?
- Soy una persona muy afortunada. Tengo a dos padres extraordinarios, siempre he contado con su amor y su aprobación y me han hecho la persona que soy hoy. Dicho esto, he de reconocer que mi padre, el productor John H. Starke, no estaba muy contento cuando le dije a qué me quería dedicar. Pero siendo francos, siempre se lo olieron. Lo que sucede es que esta industria es maravillosa, pero también increíblemente compleja y complicada. Él ha visto lo bueno, lo malo y lo feo, y por supuesto, no quiere que su hija experimenté nada malo, ni feo.
- De hecho, estudiaste Historia del Arte. ¿Es tu plan B si algún día te falla esta profesión?
- Supe que quería ser actriz desde que tuve uso de razón, pero también sabía que quería estudiar una carrera. Llegó un momento en que acepté que actuar era lo único que podía satisfacerme. No obstante, me interesa la historia del arte y siempre estoy metida en museos. Ayuda a percibir el mundo de otra manera. Cuando estuve el año pasado en el Festival de San Sebastián, fui al Guggenheim y me voló la cabeza. Tuve la ocasión de ver la exposición de Bill Viola. Es increíble. Hay una pieza en concreto que hizo para la ópera Tristán e Isolda que me quitó el aliento. Tanto, que fui a ver la exposición otra vez.
- ¿Pintas o bosquejas en tu tiempo libre?
- Sí, y debería hacerlo más, porque me vuelvo loca si no hago algo creativo. Me aporta paz frente a tanta noticia horrible.
- Gran parte de tu infancia transcurrió entre sets de rodaje. ¿De qué película tienes un recuerdo más vívido
- De 101 dálmatas (Stephen Herek, 1996), por supuesto. Estar rodeada por cachorros es lo mejor. Recuerdo los sets desde que tengo uso de razón, pero los abandoné cuando tuve que ir a la escuela. Siempre supe que todo era fingido, por eso no me traumaticé cuando mi madre interpretó a Cruella de Vil. He tenido la suerte de que mis padres normalizaran mi vida a pesar de sus trabajos. Son unas personas muy llanas, así que me ayudaron a estar centrada.
- Hablando de cachorros, en la campaña Double Act para Stella McCartney, tu madre y tú llevasteis a vuestros perros con vosotras.
- Stella siempre ha sido una firme defensora de los derechos de los animales, así que nos enroló, pero a mí ya me tenía ganada, porque lo hice en apoyo a una organización maravillosa llamada Puppies Behind Bars, fundada por una gran amiga llamada Gloria Gilbert Stoga. Es un programa que enseña a reclusos que entraron en prisión muy jóvenes a criar perros de servicio para los veteranos de guerra heridos, para primeros auxilios y detección de explosivos. Es una bonita forma de contribuir a la sociedad.
- Tu madre dice que su perro consigue que no se recluya demasiado y a no perderse en sus pensamientos. ¿Qué hay del tuyo?
- He sido muy afortunada por tener animales en mi vida. No he tenido hermanos, pero sí perros, gatos e incluso una tortuga. ¡Pobre mamá! También cabalgaba, pero mis favoritos son los perros, son divertidos, me reconfortan. Mi familia es muy pro mascotas y espero repetir el ejemplo cuando tenga mis propios hijos.
- En un momento de la película, el protagonista afirma: “Un escritor escribe porque si no lo hace, se muera de inanición”. ¿Por qué actúa un actor?
- Creo que los artistas sentimos la necesidad de crear porque forma parte de quienes somos. Parte del oficio de interpretar pasa por vivir experiencias y por el descubrimiento de uno mismo. Pero pienso, y cualquier actor compartirá mis palabras, que instintivamente siempre observamos a la gente de una manera diferente, y de forma natural los emulamos.
- ¿Alguna vez has sentido el temor de ser eclipsada por tu madre?
- Claro, y lo he compartido con amigos que también tienen padres en la industria, pero se disipa en el momento que sientes que tu vida es tuya y tu carrera también y es cuestión de labrar tu propio camino. Al mismo tiempo, asistir a los recitales de interpretación de mi madre han resultado muy inspiradores. Me encanta proceder de una familia de creadores.
Está producida por Fernando Bovaira y se ha hecho con la Concha de Plata a Mejor Interpretación Principal en el Festival de Cine de San Sebastián gracias a Patricia López Arnaiz