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cuadernos de campaña / ANÁLISIS de LOS resultados DEL 28a

Andalucía fue un espejismo

29/04/2019 - 

El trío de las derechas buscaba este domingo la reedición del pacto andaluz para gobernar España. Pero se encontró un desastre sin paliativos: el peor resultado de las formaciones conservadoras, en escaños, desde 2004. Las elecciones de entonces tuvieron gran similitud con las de ahora en uno de los tres aspectos que perjudicaban a las derechas de cara a la jornada electoral, y que ya comenté el domingo: la participación.

Con una alta participación, el resultado de las derechas tendería a reducirse,puesto que la serie histórica de resultados electorales muestra sistemáticamente cómo, a partir del 70% de participación,prácticamente toda la subida beneficia a los partidos de izquierda.Es aún pronto para saber exactamente cuál fue la tasa de participación de las Elecciones Generales de ayer, pero probablemente se ubique en torno al 75% (es decir, idéntica a la de2004). La participación en las elecciones andaluzas fue del 58%, bajísima, y explica el alcance de la victoria del tripartito de derechas. 

La derecha ha tenido una notable estabilidad en número de votos en los últimos procesos electorales. La histórica victoria de Rajoy en 2011 fue con 10.866.000 votos, un 44,6% del total, que le otorgaron una holgada mayoría absoluta (186 escaños). Más o menos lo mismo sacaron PP y Ciudadanos en 2015 y 2016, pero en 2016 la suma en escaños fue un poco mayor (169), gracias a la menor participación electoral (es decir, que la derecha se mantuvo en esencia igual que en 2015,mientras que la izquierda bajaba).

El domingo, las tres derechas obtuvieron 11.169.000 votos, que se traducen en 147 escaños:uno menos de los que ganó el PP en las mencionadas elecciones de 2004, con un millón y medio de votos menos. Así que, además del aumento de la participación, hay un segundo factor que perjudica alas derechas en la traslación de votos a escaños, y es la división entre tres partidos, que encareció notablemente el coste del escaño para las derechas, y en particular para Vox, cuyos escaños fueron"carísimos" en votos (111.000 votos por escaño), en comparación con los del PP (66.000) o Ciudadanos (72000), y por supuesto los del PSOE (60.000 votos por escaño).

Pablo Casado en su comparecencia de anoche. Foto: EFE

Es decir, no hay nada nuevo bajo el sol: en un sistema con muchas circunscripciones pequeñas, que reparten pocos escaños, el más votado siempre saldrá beneficiado, y los partidos que se queden atrás sufren. De hecho, la suma de PSOE y Unidos Podemos es prácticamente idéntica a la de PP, Ciudadanos y Vox en número de votos (11.212.000 frente a 11.169.000), pero ambos suman 18 escaños más.

Por último, un tercer factor, que también apunté, ha perjudicado notablemente la estrategia delas derechas, pre y post electoral: su enquistamiento y radicalización, emulándose los tres partidos de la derecha y buscando a toda costa, por misteriosos motivos, satisfacer a los votantes que se habían ido a Vox, además de dejar un gigantesco hueco en el centro político (que ha ocupado el PSOE), ha suscitado otras dos consecuencias perniciosas para los intereses de la derecha española. La primera, ya mencionada, que movilizó a los votantes de izquierdas y a los nacionalistas de cualquier signo, temerosos de que el "trifachito" llegara al poder y aplicase su programa(155 para siempre en Cataluña, suprimir el régimen foral, acabar con el Estado de las Autonomías, y un largo etc.). La segunda, que obviamente es imposible que cualquiera de ellos, o casi cualquiera,pueda pactar con las derechas.

Así que el trío delas derechas ha obtenido un pésimo resultado, y además están solos: no pueden pactar con casi nadie. La mayoría absoluta queda hoy muy, muy lejos, lo que no sucedería con una derecha más moderada, como la UCD, el primer Aznar, o Rajoy, que como mínimo podían pactar con el PNV (si pagan bien, claro; pero siempre acababan pagando bien). La firmeza para no pactar y no ceder y no negociar nunca, porque todo es esencial, todo es una línea roja,suena muy bien al núcleo duro de los electores; pero te deja solo y te impide gobernar.

Santiago Abascal en su mitin de València. Foto: KIKE TABERNER

En ese sentido, y parafraseando a Santiago Abascal, Vox ha prestado un gran servicio a la"antiespaña" (comunistas, nacionalistas, socialistas,conservadores moderados, liberales, ... ¡en fin, casi toda España es antiespaña para Vox, qué les voy a contar!): gracias a Vox, se ha movilizado el electorado contrario a la derecha, que ha obtenido un pésimo resultado, y además con negras perspectivas, pues de una forma u otra tendrán que recomponerse, y esto significa que, como en Los Inmortales, sólo puede quedar uno: Ciudadanos o PP, con Vox como molesta muletilla que drenará energías de la derecha... merced al sistema electoral forjado por la derecha para ganar siempre las elecciones. 

En el lado opuesto, dos clarísimos vencedores: el primero, Pedro Sánchez. Un dirigente desahuciado, expulsado de la secretaría general de su partido, hace menos de tres años, que logró volver unos meses después, para encontrarse un PSOE con 84 diputados y sin esperanzas de volver a gobernar, con la política española completamente polarizada entorno a la cuestión catalana, ha sabido jugar sus escasas cartas,con suerte y habilidad, y ha resucitado al PSOE. 

Muchos minusvaloraron sus virtudes (entre ellos, quien esto escribe); pero ahí está. España es el mayor país de Europa en el que gobiernan los socialistas, ganan elecciones, y ocupan una posición central. Tiene mucho, muchísimo mérito. Y, además, como siempre, tiene suerte: los resultados le permiten escoger, en teoría, entre dos opciones para gobernar; o bien hacerlo con Unidas Podemos (que, por cierto, logró salvar los muebles) y algunos pequeños partidos, o bien con Ciudadanos. 

Esta última opción, en la práctica, es inviable, porque el objetivo de Rivera no es entrar en el Gobierno, sino dirigirlo. Y para eso ha de perseverar en su intento de hacerse a toda costa con el espacio del PP, es decir: liderar la oposición y esperar cuatro años. Como ya comenté: O César, o nada. Pero, aunque es inviable la opción de pacto PSOE-Ciudadanos, a pesar de las presiones, le será muy útil a Pedro Sánchez para negociar con Podemos y nacionalistas en una posición mucho más favorable (siempre puede agitar el espantajo de que, en caso contrario, puede irse con Ciudadanos).

Pablo Iglesias en su intervención de ayer. Foto: EFE

Lo cual deja en una posición menos central de lo esperado, vistos los resultados, a los partidos independentistas catalanes, que por primera vez han ganado las elecciones en Cataluña (ERC, con 15 escaños), demostrando la fuerza del independentismo y el fin del "voto dual" en Cataluña. El voto dual puede darse dentro del bloque españolista (que ha beneficiado en estas elecciones al PSC frente a Ciudadanos),pero las fronteras entre españolismo e independentismo tienden a cerrarse; sobre todo, en una situación como esta, en la que asomaba en lontananza la amenaza del "trifachito". 

Pero, aunque Sánchez sólo necesite al PNV para gobernar (y, como mucho, la abstención de ERC en la investidura), hará bien en asumir una realidad: el problema catalán no va a desaparecer, y el gobierno español tiene que tratar de arreglarlo. Y "arreglarlo" no es meter a los líderes independentistas en la cárcel por crímenes que no han cometido (es decir, por rebelión violenta frente al Estado), ni suspender la autonomía, ni las recetas de "mano dura" que propugnaba la derecha. Entre otros muchos factores, porque no es solo que la mayoría de la población quiere (ni la que vota a las izquierdas ni, evidentemente, la que vota a los nacionalismos). 

Parte del arreglo del problema, la parte económica, conlleva solucionar el desastre del modelo de financiación autonómica, y ahí el escaño de Compromís puede ser clave, si saben utilizarlo. Y también la consonancia entre el gobierno del Botànic y el gobierno español.Ojalá podamos dejar de hablar de financiación autonómica porque ésta deje de ser un problema y un agravio comparativo.

El líder socialista, Ximo Puig, anoche tras conocerse su victoria. Foto: KIKE TABERNER

¿Y en la Comunidad Valenciana? Bien, pues está claro: Ximo Puig acertó. Porque acertar es seguir gobernando, más allá de cualquier otra consideración. Tal vez el Botànic hubiera ganado las elecciones si se hubieran celebrado en mayo, y más ahora, que vemos que el "trifachito" no era tan fiero como lo pintaban. Pero el resultado del domingo, muy ajustado, muestra con claridad que, en el mejor de los casos para los intereses de Puig, la izquierda habría ganado por los pelos. En el peor, habrían perdido y la derecha valenciana habría vuelto al poder cuatro años después, con un tridente temible Bonig-Cantó-Llanos. Así que Puig hizo muy bien.

Hizo muy bien,también, no sólo para preservar el Botànic, sino según sus propios intereses partidistas (que probablemente pesaron mucho en la decisión de adelantar), aunque esto estaba más claro: el PSPV ganó las elecciones autonómicas por primera vez desde 1991; superó en escaños a la suma de Compromís y Podem-EUPV; y alejó por mucho tiempo el fantasma de un posible sorpasso de Compromís. 

Además, ahora ya saben lo que tienen que hacer para que dicho sorpasso difícilmente pueda producirse en el futuro: sólo tienen que ser la nueva Andalucía del PSOE y hacer coincidir siempre sus elecciones con las Elecciones Generales (no les quepa la menor duda de que así será en la próxima ocasión).


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