VALÈNCIA. El cartelista, diseñador gráfico, fotógrafo y docente valenciano Rafael Contreras Juesas ha fallecido este jueves 23 de noviembre de 2017 en València. El funeral por el artista valenciano se celebrará este viernes a las 15.30 horas en el Tanatorio Municipal de València, ciudad de la que se convirtió en uno de sus embajadores.
Nacido el 28 de agosto de 1933, su nombre está asociado a una de las familias más vinculadas con el arte de la ciudad. Sus tíos abuelos eran dos de los pioneros del cartelismo valenciano: José Mongrell Torrent y Bartolomé Mongrell Muñoz. Su padre, Rafael Contreras Mongrell, fue el responsable de la restauración de parte de la Lonja. Y su sobrina Gemma Contreras es hoy directora del Instituto de Restauración.
Asimismo, suya fue la primera tesis doctoral sobre los carteles de las fiestas, que defendió en la Universitat Politécnica de València en 1987. Dicha tesis fue publicada en 1998 como libro sobre los carteles de Fallas por el Ayuntamiento de València. Junto a su siguiente trabajo Moros i Cristians. La Festa Gran, editado por Aurom en 2006 sobre la fiesta de los moros y cristianos, constituyen un díptico único.
Profesor titular de diseño gráfico de la Facultad de Bellas Artes de San Carlos, discípulo de, entre otros, el difunto Felipe María Garín y Ortiz de Taranco, Contreras fue objeto una tesis doctoral, realizada por José Miguel Arce Martínez, que vino a poner en valor su trabajo artístico, su talla en el diseño gráfico de la Comunitat Valenciana, y su carácter avanzado en diferentes técnicas artísticas, como por ejemplo los procesos de revelado manual de grandes diapositivas, tarea en la que fue pionero en València junto con Ramón Izquierdo Sánchez y Fotografía Cuesta.
En dicha tesis se analizaba en profundidad cada una de las facetas de Contreras, desarrolladas tanto en el ámbito personal como profesional, mostrando cronológicamente la trayectoria laboral y académica, estudiando su personalidad y estilo. Igualmente se recopilaban las opiniones de diseñadores gráficos de prestigio internacional como Javier Mariscal, Alberto Corazón, Enric Satué y Pepe Gimeno.
Así, Corazón, quien le calificaba de “maestro”, destacaba de él su obra cartelística, de la que decía que ocupaba “un lugar muy destacado en el diseño gráfico español”; Mariscal resaltaba “una estética propia y sólida con el color como elemento común en todas sus composiciones”; Satué mostraba su asombro por su “capacidad de trabajo”, mientras que Gimeno ponía en valor que su dilatada trayectoria llenaba “el último capítulo del cartelismo predigital” en València “con un enorme dominio técnico y un estilo continuador de los cartelistas españoles de posguerra”.
Considerado en varias ocasiones como el mejor profesor de la facultad por los propios alumnos, Contreras se destacó siempre por su humanidad, humildad y cercanía. Fue un gran defensor de la importancia del dibujo en la tarea artísitica (“el dibujo es el principio, constante y fin de toda obra gráfica”, aseguraba”), y atesoraba arte con mimo en su domicilio en la Finca Roja, edificio al que se sentía vinculado emocionalmente.
Con su muerte, València pierde a uno de los últimos herederos del arte de posguerra, una rara avis en el diseño gráfico español de entonces, y un auténtico maestro de generaciones de artistas.