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'A Dog Called Money', una mirilla al talento creativo de PJ Harvey

El fotoperiodista Seamus Murphy firma un documental musical sobre la génesis y grabación del noveno álbum de la cantante inglesa

13/02/2019 - 

VALÈNCIA. El reconocido fotoperiodista irlandés Seamus Murphy volvió ayer a Londres desde Berlín para salir de caza con una condesa. La extravagante instantánea responde a un trabajo que está preparando sobre el Brexit. Ahora que el conflicto llama a la puerta de su casa, ha aparcado sus viajes a Irán, Palestina, India o Kenia, enclaves que ha inmortalizado en sus trabajos, publicados en medios de referencia como The New York Times, National Geographic, Paris Match, Le Figaro, Stern, Geo y The Guardian. Precisamente, fue su libro A Darkness Visible: Afghanistan, sobre sus periódicas visitas desde 1994 a la república islámica lo que le puso en contacto con PJ Harvey. 

En 2011, Murphy realizó un proyecto audiovisual de 12 cortometrajes para secundar el lanzamiento del disco Let England Shake. Tras el buen resultado, decidieron viajar juntos a Kosovo, Washington y Afganistán. La cantante, compositora y poeta inglesa, para recopilar palabras. El fotógrafo y cineasta, para recabar imágenes. 

De vuelta a casa, las palabras se convirtieron en poemas, después en canciones, y por último en un un álbum, The Hope Six Demolition Project, que se grabó en 2016 en un experimento artístico sin precedentes. La músico y su equipo se encerraron durante cinco semanas en una habitación acristalada dentro de uno de los grandes edificios históricos de Londres, Somerset House. El público pudo asistir al proceso creativo sin ser visto. Y Seamus, documentarlo. El resultado de esta simbiosis de talentos es un rockumental titulado A Dog Called Money, presentado en la sección Panorama de la Berlinale.

-PJ publicó The Hope Six Demolition Project hace tres años. ¿Por qué no estrenasteis esta película al mismo tiempo?
-Porque sus seguidores hubieran asimilado A Dog Called Money como una película sobre el álbum, y aunque es cierto que ambos trabajos están muy conectados, el documental es un espécimen diferente. No teníamos prisa. Polly es muy buena en llegar a un sitio y en 20 minutos, media hora, reunir el material suficiente para llevárselo consigo y dedicarse a elaborar canciones durante quizás un año. En mi caso, en cambio, he de aprehender el material allí mismo, en la fuente, así que regresé a Afganistán, a Kosovo, a Washington. Y seguí con mis viajes: estuve en Siria y en EE.UU. cubriendo los mítines de Trump. Fue algo poderoso y peligroso, porque va a afectar a muchos rincones del mundo, Afganistán entre ellos.

-¿A qué responde ese vínculo de tanto tiempo con Afganistán?
-Su historia reciente es increíble: después de que se marcharan los rusos, vivieron una gran guerra civil. Luego llegaron los talibanes, que ostentaron el poder durante cinco años. Se produjo el atentado de las Torres Gemelas y, como consecuencia, la invasión de EE.UU. Como a continuación estalló la Guerra de Irak, el mundo se olvidó de Kabul. Los talibanes regresaron, a Al Qaeda le tomó el relevo Isis… Y llegó la democracia.

-¿Por qué visitasteis también Kosovo?
-Porque cubrí la guerra de Kosovo en los noventa y le enseñé a Polly las fotos. Es un país muy interesante, porque es un lugar a tan sólo dos o tres horas de vuelo de Londres donde se vivió una guerra recientemente y Oriente se encuentra con Occidente. Ahora es apacible, pero tiene asuntos todavía sin resolver. El festival de documental Dokufest nos invitó a visitar el país. Y aprovechamos para ir a varios sitios que conocí durante la guerra. No fueron más que tres o cuatro días, pero Polly hizo acopio de mucho material. Dijo que era el mejor viaje de su vida.

-¿Por qué piensas que fue así?
-Porque aunque ella es músico y ha viajado mucho, siempre le han organizado el calendario. Aquí, en Berlín, por ejemplo, no tengo que pensar nada. Hay personas que me concretan todas las citas. Y eso genera dependencia. Cuando viajas para hacer un reportaje fotográfico, en cambio, tienes que sacarte las castañas del fuego. Creo que Polly se sintió muy liberada. 

-¿Cómo entró Washington en la ecuación?
-Queríamos visitar algún sitio en Occidente, cercano a nuestra cultura, pero que no fuera Inglaterra, porque ya lo abordamos en Let England Shake. Washington fue la mejor opción porque es el epicentro del poder occidental, pero a cinco metros de la Casa Blanca tienes una de las barriadas más pobres de EE.UU. La mayor parte de la población es negra, pero cuando vas a Capitol Hill ves a muchos blancos, luciendo acreditaciones, yendo a trabajar al Departamento de Estado. Es otra vida.

-¿De quién fue la idea de grabar el disco a modo de instalación artística?
-De Polly. Parece Gran Hermano, ¿verdad? En principio, no iba a documentar la grabación del álbum, porque no pensaba que encajase en la película, pero empecé a escuchar información sobre los preparativos y se convirtió en algo demasiado bueno para no registrarlo. 

-Lo mismo te está sucediendo con el Brexit, que es tu próximo proyecto. Hay un grupo de artistas que pretende abandonar Londres si prospera la salida de la Unión Europea. ¿Te encuentras entre ellos?
-No, no me voy a marchar cuando el frente de batalla está en mi casa. Siento miedo por lo que pueda pasar. Pero,, probablemente, mi trabajo arrancará cuando todos empiecen a marcharse, cuando surjan las tensiones, cuando estalle la violencia.

-¿Piensas de verdad que estamos a las puertas de un conflicto violento?
-Va a haber disturbios. Incluso aunque no haya Brexit: si hay un segundo referéndum y no dejamos Europa, la gente que votó a favor va a protestar y los políticos que los presionaron, aunque no veo a la élite liberal tirándose a las calles y siendo violentos, sí van a dedicarse a encender las redes sociales. Y si hay Brexit, sufriremos carestía de alimentos, de medicamentos… La logística no se ha pensado con detenimiento, así que va a haber situaciones de estrés y van a surgir problemas. 

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