¿Y por qué no hay un Trump español?

Es oficial. La política del odio está de moda. Algo tan viejo como utilizar el clásico mensaje de "los que no son como nosotros, son nuestros enemigos" para fines políticos. Esta lamentable manera de hacer política le ha dado el sillón más poderoso del mundo a Donald Trump. Y no nos pensemos que el 'fenómeno Trump' es algo único que solo puede ocurrir en Estados Unidos.

De hecho, la tendencia comenzó en Europa hace ya unos cuantos años, con el auge de partidos vinculados a la extrema derecha y con discursos marcadamente xenófogos. Caso de Le Pen en Francia, de aquellos que propiciaron el Bréxit en Reino Unido, de los neonazis de Amanecer Dorado en Grecia, del AfD en Alemania, etc.

Pero, ¿por qué esta política populista xenófoba que está arrasando a nivel europeo y mundial, es prácticamente inexistente en España?

Sé que hay quien sostiene que Podemos podría ser su representante aquí, pero yo rechazo esta hipótesis. Si bien hay que reconocer el marcado discurso populista de este partido, no se caracteriza ni mucho menos por fomentar el odio hacia los inmigrantes ni refugiados.

También he oído a algunos tachar al Partido Popular (e incluso a Ciudadanos) de ser cercanos a esta tendencia. Pero yo vuelvo a discrepar. Los políticos de estos partidos no enfatizan en la xenofobia como forma de ganar votos (salvo quizás algún aislado caso en Badalona).

Además, los partidos de extrema derecha se caracterizan por defender un gran refuerzo del papel del estado. Ellos se definen como "anti-sistema" e incluso "anti-capitalistas" y quieren un gobierno fuerte que controle a las personas, empresas y economía. A PP y C’s les encanta el sistema y el capitalismo. Sus postulados liberales se asemejan más a los tradicionales partidos de derecha o centro-derecha de Europa. Vendrían a ser la versión española de Les Républicains o del Modem en Francia, pero en ningún caso del Front National.

Y esto tiene su explicación. Para empezar, todo intento en España de impulsar un partido así cuenta con un hándicap que no tienen el Front Nacional ni similares. La dictadura franquista. En Europa, estos partidos han triunfado porque la población les ha identificado como parte del juego democrático. Pero en España se sigue vinculando la extrema derecha a la Falange y a Franco. Es cierto que en Alemania e Italia también tuvieron sus no menos horribles dictaduras fascistas. Pero cabe recordar que duraron bastante menos y terminaron 30 años antes que la española.

Otro importante factor es la ideología popular predominante. España es un país más bien de ‘izquierdas’. Se confirma en cada sondeo del CIS. Por contra, la mayoría de estados de Centro-Europa (Reino Unido, Alemania, Italia e incluso Francia) tienen una tradición democrática más conservadora que la nuestra. En estos sitios, si un partido quiere salirse del sistema y abordar los extremismos, puede tener más suerte si lo intenta por la derecha en vez de por la izquierda.

Y por último, las experiencias europeas nos muestran que solo suele haber hueco para un único partido extremista. Por ejemplo, en Francia el ascenso de Le Pen coincidió con un hundimiento de los comunistas.

Tiene su lógica. El duro mensaje contrario al establishment es similar en ambos extremos y acaba triunfando en aquellos que están más desencantados. También en muchos izquierdistas, que perdonan incluso el racismo. Por ello, cuando sube la extrema derecha se suele hundir la extrema izquierda (y viceversa).

Por eso pienso que aquí Podemos actúa de contrapeso. Mientras la extrema izquierda siga estando tan fuerte (71 diputados y tercera fuerza nacional), no hay lugar para ningún extremismo por la derecha.

Por último, estos partidos dependen en gran medida de una figura carismática. Marine Le Pen lo es. Donald Trump, a su peculiar manera, lo es. Pablo Iglesias también lo es. Pero a día de hoy afortunadamente nadie ha salido en la extrema derecha española capaz de sostener y liderar un movimiento de estas características.