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la yoyoba  / OPINIÓN

Vuelve el hombre

7/12/2018 - 

Quitémonos las caretas. Hay una Andalucía a la que le gusta más un señorito cortijero montando a caballo que a un tonto dos palotes. Somos rehenes de ese imaginario colectivo y publicitado hasta la saciedad por los Terry y los Osborne donde señoras desmelenadamente rubias pasean a lomos de blancos corceles por las playas desiertas de Bolonia. Por eso creo que fue un acierto el video electoral de Santiago Abascal, un híbrido de Putin y Pasión de Gavilanes, cabalgando por una llanura yerma al ritmo de una sintonía mesiánica. Vuelve el hombre blanco, proclama el mensaje icónico. El macho. El de palabras cortas y silencios largos. El de ordeno, mando y ejecuto a quien se atreva a desafiarme con la mirada. Como uno de esos clásicos anuncios de perfumes navideños que ensalzan los encantos de las hembras sumisas. Y como incautos audiovisuales que somos, hay muchos que le han comprado la colonia, a ver si de paso les cae también una doncella envuelta en papel de celofán a quien convertir en madres de su prole. 

Según Metroscopia, tres de cada cuatro votantes de Vox son varones cincuentones, de derechas y moderadamente ricos que se niegan a compartir sus privilegios ancestrales de padre/padrino/patrón con la chusma y el mujerío. Y los que no dan el perfil, que haberlos haylos, creen que una papeleta electoral les dará un visado para entrar en Sotogrande aunque sea por la puerta de servicio. 

Son los asimilados, los eternos  aspirantes a señoritos que nunca han pretendido apearlos del caballo sino recibir las mercedes del patrón para que los faculte como mayoral. Eso sí, después de haber realizado el preceptivo meritoriaje como palmero, recogepelotas, salvapatrias o matón de feria a cambio de la aquiescencia de su señor. Y si para complacer al amo hay que escupir como él, se escupe. Aunque el salivazo les perfore las entendederas y les lobotomice el alma. 

Que Vox se haya hecho fuerte en poblaciones como El Ejido no me sorprende. Almería, mal que me duela, siempre ha sido un acorde disonante. Ya lo fue en el referéndum andaluz votando no a la autonomía por el 151. Campesinos venidos a más que han cambiado el mulo y el tractor por el jaguar sin apenas tiempo para aprender las mínimas reglas de la conducción. Un orgullo, si no fuera porque han perdido la memoria por el camino. Ya no recuerdan cuando ellos eran los explotados, los migrantes, los malditos en su propia tierra. Nuevos ricos o “somiatruites” que emulan a sus antiguos patrones espantando a patadas a la mano de obra extranjera que ellos mismos necesitan para llenar depósitos o faltriqueras. 

Sé que hay más causas de este cambio de rumbo en la política andaluza, que ya se vislumbraba desde hace tiempo aunque no con tanta saña. Hay más perfiles de votantes cabreados que han escupido al cielo esperando que sus escupitajos entren en San Telmo por las alcantarillas. Los andaluces han asaltado el Palacio de Invierno para destronar a la emperatriz de Triana. La calle bulle. Los despachos arden. Los cordones sanitarios debieron ponerse antes. Ahora toca atarse los machos, contener la respiración y abrir bien los ojos y los oídos. Porque lo que el pueblo andaluz ha votado va a misa. Y, según parece, a caballo. @layoyoba

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