Lo reconozco, era de los que tenía poca fe en una victoria del Elche en Girona. De hecho, ya firmaba el empate con sangre antes del partido. Más todavía con las ausencias de Gonzalo Verdú y Juan Cruz, dos pilares defensivos. Unidas a las ya conocidas de Ramón Folch y Gonzalo Villar. Para el aficionado imparcial, el contexto parecía claro para un 1 fijo en la quiniela. Equipo de bajo presupuesto mermado visita al más rico de la categoría, que venía en línea ascendente e intratable en casa. Y que tiene al mejor delantero de la categoría.
Pero la Segunda División es impredecible y siempre dará pie a sorpresas. En este caso, agradables para los franjiverdes. El equipo de Pacheta ganó en Montilivi con una actuación colectiva digna de elogios. Que te deja una gran sensación de satisfacción, aumentada por la dimensión del rival.
Se adelantó en el marcador muy pronto. Con su primer tiro a puerta, algo que ya empieza a convertir en costumbre. Y pudo aumentar la ventaja instantes después, pero qué pena que Yacine dirigiera el remate desviado. El Elche habría redondeado más un inicio soñado.
Después, llegó el dominio del Girona, que hizo sufrir a los franjiverdes. Un escenario muy difícil de evitar, por su potencial altísimo en ataque. A pesar de ello, los locales no asediaron de forma extrema. Y cuando remataron a puerta, apareció Edgar Badia de forma estelar. O el palo, como en el único remate claro de Stuani.
Y en la recta final, el Elche sentenció a balón parado. En un córner sacado por un jugador que llevaba cinco minutos en el partido. Y rematado por una de las novedades del once, que entró por la ausencia del 'kaiser' de la defensa.
Debo admitir que este triunfo provocó en mí una felicidad mayor que otros. Por inesperada, por el prestigio. Porque te hace ver que este equipo puede ganarle a cualquiera y superar varias adversidades importantes. Porque te insuflan ilusión por mirar hacia arriba. Por soñar con cosas grandes. Que hay que mantener el mensaje de pies en el suelo, partido a partido y primero la permanencia es evidente. Pero mi optimismo con esta temporada ha aumentado.
Y con el horario atípico del partido, sábado a las doce, pasé el resto del fin de semana con una sonrisa de oreja a oreja. Y empecé el lunes con más alegría. Y tengo muchas ganas de que llegue el siguiente partido contra el Sporting. Si el equipo ilicitano gana el próximo sábado, el 'ilusiómetro' en el entorno se va a disparar.
La victoria en Girona también me dejó muy contento porque varios jugadores se reivindicaron. Iván Sánchez, al que algunos quieren mandar a la grada por acabar contrato, marcó su primer gol y firmó un notable encuentro.
Danilo Ortiz, al que minusvaloraron sin haberle visto jugar, rindió a buen nivel contra el mejor delantero de Segunda y también estrenó su cuenta anotadora. Manolín, al que algunos consideran casi sinónimo de expulsión por partido, protagonizó una gran actuación. Andoni López, que entró en el once por la baja de última hora de Juan Cruz, también dio la talla con creces.
Y qué vamos a decir del soberbio choque de Edgar Badia. Lo valoro aparte del resto, porque ya nos está habituando a ello. Esta frase puede sonar demasiado simple, e incluso estúpida, pero es un portero que para. Y mucho. Tuve la oportunidad de entrevistarle hace poco, y transmitió que su objetivo es jugar en Primera con el Elche. Renovó a pesar de que el proyecto es a medio-largo plazo. Ojalá consiga su meta.