Estábamos sometidos a continuos vaivenes y sobresaltos más propios de una montaña rusa (valga la ironía) provenientes de nuestra frontera del Este de Europa por la invasión rusa de Ucrania, cuando ahora tenemos otro sobresalto por el aparente cambio de posición española frente al proceso de descolonización del Sáhara, y del que poco sabemos.
Aparentemente, porque en esta cuestión, en este episodio más propio de “Rinconete y Cortadillo”, nos falta mucha información y muchos datos. Por eso es lo de aparente, porque además al principio lo que conocíamos (hasta mitad de esta semana) era una información administrada por Marruecos, una serie de frases entresacadas de una carta de nuestro presidente de gobierno, dirigida al Sultán de ese país, Mohamed VI, por lo que los datos proporcionados tenían una clara intencionalidad.
Es así, por lo que ante la ausencia de explicaciones y de relato propio, se han elaborado numerosas elucubraciones, llegando a las clásicas teorías conspiranoicas de las que hoy en día triunfan en las redes, e incluso en alguna cabecera de periódico.
Esas fantasías y posibles motivaciones de este aparente, sorprendente o sorpresivo cambio de posición surgen tanto al aplicar un enfoque cercano, en corto, más propia de la política nacional, como también al aplicar una aproximación internacional o geopolítica al asunto. Respecto a la perspectiva interna pudiera explicarse el trueque de punto de vista, propagado por las noticias venidas del otro lado del estrecho, a una motivación que presuponía intercambiar seguridad energética, dado nuestro penúltimo acercamiento a Argelia como gran proveedor gasístico, a cambio de seguridad en las fronteras por este nuevo acercamiento a Marruecos.