VALÈNCIA. A Juan Carlos Navarro le da rabia que la visita a Casa Ezequiel se haya producido casi en agosto, cuando está a punto de cerrar, porque apenas le quedan existencias, y no en septiembre o en otro momento, cuando su tienda es un derroche de sacos llenos de legumbres de todo tipo. Solo de alubias, por ejemplo, 34 clases, diez de lentejas, siete de garbanzos... "Tengo hasta garbanzos negros de Pakistán. Porque siempre me ha gustado tener mucha variedad", explica este hombre de 62 años que lleva los 44 últimos en este comercio que ya es patrimonio del barrio de Orriols.
El tendero entró a los 18, en un momento complicado en casa. Juan Carlos se había dejado los estudios después de hacer el COU -equivalente a segundo de Bachiller- y un breve paso por Artes y Oficios. Fue en la época, a finales de los 70, en la que falleció su madre y su padre perdió el empleo que tenía en una fábrica de muebles.
El chaval estaba muy desanimado y se puso a trabajar con su padre cuando Ezequiel Navarro, en un momento de recesión, decidió quedarse el traspaso de una tienda de frutos secos que había cerca de su casa en el barrio que muchos aún llamaban de Barona. La propietaria, que lo tenía desde hacía cuatro años, era de Ruzafa y estaba harta de ir cada día hasta allí y de tener que cuidar a un niño que no estaba bien. "Se cansó y decidimos quedárnoslo", recuerda aquel joven convertido hoy en un hombre que ya intuye la jubilación.