José Martínez parece un personaje de cómic. Tiene una cabeza cuadradita, los ojos diminutos y achinados, y una barba estrecha y sin bigote que nace en las patillas y le recorre la mandíbula. José aparece en la Escuela Superior Técnica de Ingeniería del Diseño de la Universidad Politécnica de Valencia con uno de esos patinetes que han colonizado la ciudad y que muchos, al llegar al destino, no saben muy bien qué hacer con él y lo llevan al lado como al que le ha tocado irse con el niño al trabajo. A su lado, con el rostro serio, está un catedrático que custodia las llaves de las vitrinas que han acogido la colección de Madelman que, tras la cesión de José, ha pasado a engordar el museo del juguete que están montando en este edificio consagrado al diseño.
Este valenciano que se crio en la calle Caravaca atesora una notable colección de estas figuras españolas -a pesar del nombre- que le fascinaron de niño y de adulto, y que le han empujado, incluso, a escribir un par de libros sobre este muñeco con el que jugaron los niños de la EGB. A través del cristal, en una sala donde los jóvenes estudian y hacen sus trabajos en silencio, se pueden ver los distintos modelos: un soldado, un minero, un esquimal y hasta una chica madelman (?) vestida de astronauta. "Esta es muy importante porque demuestra que no era un juguete sexista", exclaman, casi al unísono, el catedrático y el coleccionista. Del póster con la evolución del Madelman que hay al lado, donde se incluye un negro ataviado con un sombrero moruno, no dicen nada.
El coleccionista niega ser un personaje de cómic pero, en cambio, se explaya en la explicación de que él siente que sigue teniendo un niño encerrado dentro del cuerpo de un adulto de 55 años. "Me dedico a esto por una obsesión por la figura, que te acompaña durante la infancia. De repente, un día, te das cuenta de que la vueles a ver en un mercadillo y entonces la empiezas a conocer de verdad. Siempre he llevado a un niño dentro y siempre he tenido ganas de conocer lo que era la figura de Madelman. En 2009 empecé a coleccionar y a coger piezas. Mucha gente me regaló cosas porque quería que siguiera con ese proyecto".