Su concepto nunca fueron ensaladas y ya está. Con ellos descubrí que podías saciarte con un bowl lleno de verdura, que podían ser de mil maneras, inspiradas en infinidad de países y repletas de colores. Son el ejemplo perfecto de que las ensaladas ni son aburridas ni son verdes.
Empezaron con un local en la calle de Martínez Cubells, que aunque cuenta con algunas mesas en interior, estaba más concebido para el delivery y el take away. Su público creció y se convirtieron en referente en la ciudad por su calidad, por su propuesta y por su ubicación. Con el paso del tiempo quedaba claro, el espacio era un límite para su crecimiento. Por ello, sabían que pronto habría que dar el paso hacia un local más amplio y con mayor aforo. Lo que nunca pensaron es que el momento sería un tanto agridulce. Años detrás de dar este paso tan importante se han encontrado, como muchos otros, poniendo ladrillos sobre sobre arenas movedizas. Pero me consta que cuentan con una clientela muy fiel y no dudo de que irá hacia delante. Así que ahí está, fuerte, tras una cristalera, en la Plaza de la Puerta de la Mar.