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comer junto al mar en peñíscola

Entre espardenyes y ortiguillas: la cocina marinera de Casa Jaime que te hará llorar

No es casualidad que este restaurante de Peñíscola figure siempre entre las recomendaciones de grandes chefs y comilones profesionales. Cincuenta años llevan ya realzando los frutos de la pesca con mucho respeto y conocimiento

Incurrimos en una obviedad cada vez que decimos que vivimos –gastronómicamente hablando- en un territorio tocado de la mano de Dios. Y es cierto que son muchos, cada vez más, los restaurantes que defienden con honores los productos del mar y la huerta. Lo difícil no es hacerlo bien, sino distinguirse de los demás. Si consigues hacerlo durante décadas, es que te has marcado un doble mortal con tirabuzón.

El celebérrimo Arroz Calabuch de Casa Jaime, considerado como uno de los mejores de la Comunidad Valenciana, es un ejemplo de esa excepcionalidad sostenida en el tiempo. Aunque fue bautizado así en 1956 en homenaje a la película de José Luis Berlanga rodada en la localidad de Peñíscola donde se asienta el restaurante, este arroz exquisito de espardenyes y ortigillas de mar no es una invención de Jaime Sanz, sino una antigua receta de pescadores que el chef quiso preservar como si fuese una obra de etnografía gastronómica. “Es un arroz que nació de la necesidad –nos explica el camarero, mientras deposita delante de nosotros la pesada cazuela de hierro fundido -. Era lo que se comían los pescadores porque por aquel entonces nadie lo quería”. Hoy, lo que son las cosas, estos bichos misteriosos son un manjar (y no precisamente barato).

En Guía Hedonista no podemos despedir 2017 sin juntar unas letras en honor a este gran clásico de la gastronomía tradicional valenciana que ha celebrado cinco décadas de existencia. Fundado en 1967 como una pequeña tasca marinera y trasladado en 1982 a primera línea de playa -en un local sencillo, pero con vistas al castillo del Papa Luna-, este es uno de esos restaurantes donde no solo te ganan por el estómago. Ahora que empieza a hablarse tanto de que España necesita ponerse las pilas con el servicio de sala, es cuando debemos prestar atención a estos locales discretos e incluso periféricos, que cultivan una gran sabiduría desde el amor propio, pero sin el defecto imperdonable de la presunción. Debemos admirar este trato cercano, amable, barnizado de complicidad y sentido del humor, que no es otra cosa que verdadera profesionalidad.

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