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en la frontera

Bolaños, Ayuso... hablar por no callar

  •  El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños. Foto: A. MARTÍNEZ VÉLEZ/EP

No se me va de la cabeza la frase que soltó el otro día Félix Bolaños, ministro de la Presidencia y de Justicia, nada más conocerse el acuerdo PSOE/Junts para la ley de amnistía. Vino a decir que todos debiéramos estar de enhorabuena  por una norma que va a facilitar la convivencia [entre Cataluña y España, supongo] y... “por tanto debo auto-felicitarme”. Hacía tiempo que no escuchaba y leía una memez tan sonora a sabiendas, como sabemos todos, de que el Gobierno ha vuelto a hacer concesiones a Puigdemont (los de Oriol Junqueras estaban de acuerdo con el anterior texto) para contar con siete votos que le permitan aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Un pacto que no es para felicitar a nadie sino para transitar de puntillas con un mínimo de decoro y compostura porque hay la cera que arde: la fachosfera del PSOE (García-Page, almuerzo incluido con Felipe González,  Lambán, el ex ministro Jordi Sevilla...) tiene muy claro que lo de la ley de amnistía es una mera transacción, una especie de compra de votos, siete, a cambio de apurar una  legislatura repleta de las trampas que quiera poner el señoret de Waterloo. La próxima gorda será el referéndum de autodeterminación, previo cambio radical (sustancial) de la Constitución.

El ministrillo se autofelicita obviando que su jefe, Pedro Sánchez (“refugiado” en Brasil), negó hasta la saciedad antes de las últimas elecciones la posibilidad de una amnistía para los del procés. Escasas veces escribo de asuntos nacionales: me gusta el periodismo de proximidad (el periodismo “rural” como les digo de coña a mis amigos) y centrarme en cosas de aquí, de la Comunitat y sus instituciones, de la provincia de Alicante, también de la provincia de Elche... Pero, no sé el porqué, me encabronan las cesiones de Sánchez y me encabrono conmigo mismo por la auto-censura que me impongo a veces para que nadie me incluya en la fachosfera, como si tuviera que demostrar mi pedigrí de demócrata.

Hoy tengo el cuerpo golfo. Sánchez está conduciendo al PSOE a un callejón sin salida del que tendrán que pasar años para que el centenario partido obrero y español se recomponga. Hacer una excepción con Junts, también con Esquerra, es considerar que los ciudadanos somos tontos. O peor que tontos. Y por ahí no trago. Este desprecio lo llevo fatal. Este utilitarismo espurio, esta moral de quita y pon, esa estética de la señorita Pepis, esa jeta y desparpajo... a mayor gloria de la causa independentista: legítima, ojo, pero muy descolorida tras el referéndum ilegal de 2017 que se saldó con Puigdemont huyendo a Francia en el maletero de un coche mientras Oriol Junqueras preparaba las maletas para ingresar en prisión.  En fin bolañín: en boca cerrada no entran moscas.  Dicho en fino, proverbio sufí, el silencio es una forma de sabiduría. A mayor gloria del independentismo y de la permanencia del PSOE/Sumar en el poder al precio que sea. El fin justifica los medios. Pues va a ser que no.

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