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jefe de nefrología del doctor peset

Luís Pallardo: «Donar es un acto altruista; no se puede obligar a nadie»

  • El doctor Luis Pallardó, jefe de nefrología del Dr. Peset (ESTRELLA JOVER)

VALÈNCIA.- Licenciado en 1974 por la Universitat de València, intentó probar en EEUU, pero suspendió el inglés del foreing y acabó en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, uno de los centros más prestigiosos de España. Ahí encontró su camino, la nefrología, en un momento en el que los trasplantes estaban en pañales. Expresidente de la Sociedad Valenciana de Nefrología, este profesor de la Facultad de Medicina de la Universitat de València y jefe del Servicio de Nefrología en el Hospital Universitari Doctor Peset es la memoria viva de esta especialidad. 

— ¿Cuándo decidió que lo suyo era la nefrología?

— En 1974 entré de residente en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid y por aquel entonces se aplicaba una idea que quieren rescatar, la troncalidad: los dos primeros años comunes para todos y luego, según el expediente, elegir especialidad. Tras rotar por todos los servicios médicos, la clave para escoger nefrología fue que, a pesar de tratarse de una patología muy concreta, sus repercusiones —la diálisis, los trasplantes... todo muy incipiente— no lo son. Lo vi como un reto mayúsculo.

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— Llega usted en un momento en que la especialidad estaba dando sus primeros pasos en España.

— Sí, el primer trasplante en España se hizo en Barcelona en 1965, y cuando yo llegué en todo el país no se hacían más de sesenta o setenta trasplantes al año, y los resultados eran bastante insatisfactorios; era un reto. Pero aquello fue muy motivador, porque mi jefe de servicio era un hombre extraordinario; me enseñó medicina y muchas cosas más, y no me arrepiento de haber escogido esta especialidad. Siempre lo digo, el que quiera una visión integral que escoja nefrología. Ahora hay trasplantes pulmonares, hepáticos, cardíacos... pero eso empezó a finales de los años 80; en los 70 solo había trasplantes renales que ofrecían unos resultados razonables. Así, cuando los riñones fracasaban, un trasplante renal le permitía sobrevivir cinco, diez o veinte años. Ese era el aliciente y por eso me animé a hacer nefrología.

— Fracasó en su primer intento de ir al extranjero a formarse, pero al final se salió con la suya.

— Sí, en1978 tuve la oportunidad de irme a París, pero por una serie de circunstancias —había obtenido plaza en La Fe— me quedé en València con la idea de hacer una excursión a algún hospital de prestigio que pudiera enseñarme más. Al final, en 1981, se presentó la oportunidad de ir a Inglaterra a pasar un semestre. Llevaba más de dos años en La Fe, y ya habíamos empezado con el trasplante renal —en febrero de 1980—, así que quise tener una visión sobre cómo se hacían las cosas en otro lugar. Fue entonces cuando conseguí una beca de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y estuve seis meses en Oxford. Fue una experiencia muy enriquecedora, una formación clínica potente, con investigación más básica —como la experimentación en animales que abría las perspectivas—. Cuando regresé a La Fe lo hice con esa formación y con una visión mucho más amplia. 

(Lea el artículo completo en el número de marzo de la revista Plaza)

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