Se me irritan los oídos, cuando escucho a algún tertuliano echar espumarajos por la boca mientras defiende la pertenencia del PSOE al bloque constitucionalista. “¿Cómo no va a ser afín a la carta magna una formación que ha sido uno de los impulsores de esta?”, afirman a modo de pregunta retórica. Que sea una de las cabezas pensantes, no quiere decir que el socialismo vigente -uno que tiene poco que ver con el de hace no tantos años-, quiera a nuestra declaración de derechos. Y afirmo que no la tiene en alta estima, porque si así fuera, su líder, Pedro Sánchez, no se hubiera reunido con Quim Torra esta semana, ni Miquel Iceta persistiría en sus intenciones de amedrentar o seducir a quienes han violentado nuestras garantías y libertades. ¿Acaso se podría decir que el que permanece impasible mientras maltratan a su madre tiene algún tipo de respeto hacia ella? Pues eso es lo que ha hecho el socialismo sanchista, dar un apretón de manos a quien sueña con destruir nuestro sistema constitucional.
Eso es lo que esta en juego. Debemos elegir si revitalizar la democracia del 78, o si, por el contrario, tumbar el régimen establecido para extinguir la España que conocemos. El paradigma ya no rivaliza a la izquierda contra la derecha, sino que enfrenta a los que pretenden perpetuar nuestras libertades en una nación unida, con los que anhelan desde sus sueños más íntimos y húmedos, aniquilar la unidad nacional y las libertades por las que hemos luchado durante años. En palabras de Antonio Sola, consultor político, “el panorama se ha desideologizado y el voto se esta convirtiendo con el paso de las generaciones, en mucho más utilitarista. La gente va a ir escogiendo a sus gobernantes en base a unas medidas concretas, no a una ideología determinada”. La sociedad se debate, entre los que estamos acomodados en el ecosistema establecido, o los que pretenden hacer una revolución y cambiar de era. Me quedé estupefacto, cuando tras consumarse la Presidencia de Pedro Sánchez en enero, la periodista Angélica Rubio dijo en un programa de televisión que con el nuevo gobierno de coalición se ponía fin al régimen del 78. Parecía algo así como un Golpe de Estado sin tanques ni caballos…
Dime con quién andas y te diré quien eres. Por mucho que los ministros y ministras del PSOE y Unidas Podemos -hay que ver lo que hace una suculenta paga-, aplaudieran a Felipe VI durante su discurso en la sesión inaugural de la legislatura, los presuntos progresistas en este país no han hecho más que ir de la mano de los que quieren romper con lo establecido. Vean si no, que la mayoría de los 50 diputados que plantaron al Rey en dicha cita, han sido fundamentales para hacer jefe del ejecutivo a Sánchez. Nacionalistas, entre los que hay que incluir también como aliados del Presidente a la formación de Puigdemont, que pese a que no le apoyó en la sesión de investidura, todos sabemos que existe cierta sintonía entre los convergentes y el gobierno, sino, este no se hubiera encargado a principios de año de condenar la inhabilitación a Torra por parte de la Junta Electoral Central. Se echan las manos a la cabeza por la estampa de Colón, y no se escandalizan ante la foto de Sánchez reunido con un xenófobo supremacista. Así nos va.
Es esta evolución en el espacio político -latente no solo en España, también en el resto del viejo continente, vean si no como en el Reino Unido en estas elecciones generales, la muralla roja, sobrenombre con el que se conoce a las zonas dominadas por los Laboristas, ha sido teñida de azul y conquistada por los Conservadores de Boris Jonhson-, la que nos tiene que llevar a ejecutar decisiones de extraordinaria y urgente necesidad. Medidas, como la de que Partido Popular y Ciudadanos concurran juntos a las elecciones en los territorios asolados por el nacionalismo. Coalición, que bajo el prisma obsoleto de izquierda-derecha -algo relativo porque desde los años 80, como me soslayó el escritor e historiador Francisco Gijón, Felipe González planteó medidas liberales como la privatización de la sanidad en el informe abril o el concierto de los colegios-, puede parecer escatológico, pero que, partiendo de la teoría de la trasformación política reciente, es lo más sensato y conveniente.
De hecho, por mucho que insistan algunos dirigentes de Cs en Cataluña, la formación naranja no ganó en la región y doblegó al PSC por su aspecto social, sino porque Arrimadas fue la más contundente contra el secesionismo. Ese independentismo, que tanto bebe del nacionalismo, el mayor mal que ha asolado a Europa desde que el mundo es mundo. Las dos guerras mundiales, fueron fruto de este virus, ambas se detonaron por el activismo supremacista de dos individuos. Ha provocado tanta sangre, tanto sufrimiento… Les recomiendo fervientemente la cinta 1917, ambientada en el primer gran conflicto, se les encogerá el corazón con su realismo, con los cuerpos inertes en las aguas ensangrentadas de los ríos franceses, en las lagrimas de los soldados, que, mirando la foto de sus allegados, cruzaban los dedos para volver a casa. Eso es el nacionalismo, eso es Junqueras -este que ahora va de católico devoto y hombre de paz-, eso es Torra, el hombre que deslizó la idea de construir trincheras en Cataluña y emprender la vía eslovena. Unamos fuerzas, no por nosotros -dejemos los intereses partidistas a un lado por una vez-, sino por nuestros hijos, por las generaciones venideras, para que tengan una España unida, libre y fuerte.
Porque por mucho que nos duela, nuestra nación, en estos momentos, no es robusta. Si lo fuera, nos estaríamos respetando los unos a los otros. Me resultaba gracioso escuchar a los dirigentes socialistas repetir el mensaje de unidad de Felipe VI en su discurso, cuando son estos los que están debilitando cada vez más nuestro Estado de Derecho con sus decisiones arbitrarias hacia el soberanismo. Pasotismo del ejecutivo, que como hiciera ya Marruecos en 1975 cuando Franco estaba renqueante con su marcha verde sobre el Sahara, la corona de Mohamed VI esta aprovechando la coyuntura para robar espacio marítimo a Canarias. ¿Si no respetamos ni nosotros mismos nuestra soberanía como van a hacerlo los demás?
Izquierdas, derechas, todos somos españoles, plantemos cara a aquellos que atenten contra nosotros, que al final cada uno representa a nuestra bandera.