El director Pau Calpe adapta al cine la novela homónima de Ginés Sánchez Llobàs en tono de fábula
VALÈNCIA. Como espectador urbanita, al director catalán Pau Calpe le gusta que el cine le transporte a un entorno que tiene idealizado por razones familiares, el rural. Pero no lo explora de manera buenista, costumbrista ni documental, sino sirviéndose de los códigos de diferentes géneros cinematográficos. Así, si en su ópera prima, Tros (2021) empleaba el wéstern para relatar el reencuentro de un padre y un hijo mal avenidos que se unen a una patrulla nocturna de agricultores a fin de evitar los robos en los campos, en su segunda película, Llobàs, cuyo estreno está previsto el 19 de julio, recurre al terror para detallar la vida introspectiva y siempre a la fuga de un joven al que le resulta imposible conciliar el sueño las noches de luna llena.
El largometraje, preestrenado en la última edición de Cinema Jove, es una adaptación de la novela homónima de Ginés Sánchez. Al cineasta le atrajo “la aproximación realista y contemporánea al mito del hombre lobo”, y se sintió impactado por las palabras del padre del protagonista en el libro, “diálogos de un enfermo, o de un lobisón”.
La citada palabra refiere a una creencia popular que entronca con la mitología guaraní, muy presente en Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, según la cual, el séptimo vástago de una pareja se convierte en un ser monstruoso durante los plenilunios. “El mito del hombre lobo también tiene muchísimas variantes en todo el folklore europeo. En el caso catalán tenemos nuestra figura en el llobàs o lobo grande, referenciado ya en el siglo XIV, pero del que nos ha llegado poca información”, completa Calpe.
El protagonista de esta coproducción catalanovalenciana es un chaval mudo llamado Adrià, que no soporta los espacios cerrados. Convive con su hermano Ramón y su cuñada Tona. Siempre duerme al raso y le cuesta mantener la atención cuando le hablan. De noche, cuando la luna está en su apogeo, deambula alertado por el olor a sangre. Allá donde va es objeto de insultos y desprecios, así que su familia va y viene en su furgoneta por los pueblos.
El rodaje tuvo lugar en los términos castellonenses de Benicarló, Bel y Cases del Riu y en diferentes localizaciones de la provincia de Tarragona, como el Parc Natural Delta del L’Ebre y las localidades de La Sènia y Ulldecona.
Leon Martínez, conocido por su papel de Pau Vilaseca en la segunda y tercera temporadas de la serie Merlí, es el responsable de incorporar a Adrià. El mayor obstáculo en su interpretación fue el mutismo del personaje y su naturaleza noctámbula.
“Intentamos diferenciar el estado normal de Adrià del estado lobisón bajo el efecto de la luna llena -desarrolla el realizador-. Durante los ensayos, Leon insistía en que no cayéramos en el exceso. Finalmente, nos centramos en trabajar si el cuerpo estaba erguido o no, si la mirada, perdida o centrada. En el último momento dimos con un extraño movimiento en las orejas que le daba algo distinto al personaje”.
Su hermano y su cuñada están interpretados por dos de los actores catalanes más demandados actualmente, Pol Rodríguez y María Rodríguez Soto, que acaba de ganar el premio a la mejor actriz en el Festival de Austin SXSW por Mamífera (Liliana Torres). “Ya conocía el trabajo de ambos -explica Calpe-, así que decidimos probar a los dos a la vez. Habían compartido estudios años atrás y se notaba la complicidad. Por otro lado, era la primera vez que trabajaban juntos en cine, con lo que el proyecto les hacía ilusión”.
La adaptación entremezcla la road movie con el terror, el drama psicológico y el realismo social, aunque su director destaca sobre todo los géneros su cualidad “de cuento”. La película, de hecho, no busca dar miedo, sino conmover. Llobàs tiene mimbres de fábula y en ella pueden rastrearse referencias a cuentos clásicos como Pinocho, en la semejanza de los pícaros del clásico de Carlo Collodi con dos amigos de Ramón interpretados por los valencianos Carles Sanjaime y Josep Manel Casany, cy La sirenita, por una lengua que es cercenada como castigo.
Aunque adscrita al cine de género, en Llobàs se han rehuido los sustos, tanto en las imágenes como en la banda sonora. “Incluso la historia más truculenta del flashback tiene sobre todo la función de intentar entender por qué Adrià es así. Por otro lado, sí que intentamos enfatizar el desgarro emocional que representa para Adrià separarse de Ramón y Tona”.
Como lo ha sido tradicionalmente el lobo, Adrià es, sobre todo, una víctima del rechazo de los demás, pero aclara el cineasta que no ha sido algo buscado. Calpe se sirve, en realidad, del mito del lobisón como metáfora del rechazo a lo marginal y a lo que escapa de la convención y, por tanto, de lo comprensible. “Veo en el hombre lobo la dualidad entre lo civilizado, lo social, y por otro lado, lo salvaje, lo intuitivo que hay en el hombre. En realidad, ese es el conflicto de Adrià. Escoger entre la vida social junto a su hermano, o dejar ir sus instintos y entregarse a la vida salvaje. Es un dilema que también podemos plantearnos nosotros como espectadores. ¿Debemos renunciar a nosotros mismos para ser aceptados por los demás?”.
Está producida por Fernando Bovaira y se ha hecho con la Concha de Plata a Mejor Interpretación Principal en el Festival de Cine de San Sebastián gracias a Patricia López Arnaiz