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Una protesta necesaria ante el desprecio a la provincia

25/11/2022 - 

La semana pasada salíamos a las calles de Alicante para manifestarnos contra el último desprecio a la provincia, esta vez con los Presupuestos Generales del Estado 2023. Seguramente sí somos todos los que estábamos. Pero muy posiblemente no estábamos todos los que somos. O al menos eso pareció. La convocatoria estaba coordinada por la Plataforma Per un Finançament Just y tras la iniciativa cívica, todos los que formamos parte de la misma: asociaciones y entidades varias, sindicatos, patronal y partidos políticos. Entre ellos, el mío, Ciudadanos. Cabe recordar que el pasado 3 de noviembre, a llamamiento de la Cámara de Comercio de Alicante y apoyada por la CEV pero sin más respaldo político o social de otras entidades, solo Cs y PP acudimos a la cita.

¿Era necesario concentrarnos de nuevo para protestar por ser la última provincia en inversión por habitante en los PGE para 2023? Era necesario. Porque cuando ese puesto 52º de 52 se repite en 2022 y 2023, hay que seguir protestando. Y hay que seguir recordando por qué protestamos, día sí y día también. La afrenta viene de lejos y se consolida a la vista de haber ocupado los puestos 48º y 49º de esas 52 provincias entre 2018 y 2019, remontando solo al 46º en 2021. No es de recibo que la distancia con la media nacional en el caso de Alicante en 2023, en ese último lugar, se haya agrandado en lugar de reducirse.

Pero el problema es que Alicante no tendrá una voz capaz de ser oída mientras nosotros mismos no asumamos que no podemos permitirnos el lujo de diluir nuestra reclamación con otras cuestiones. Por muy legítimas que sean, y sin perjuicio de que estemos allí donde se nos llame para pelear por los derechos de los valencianos en su conjunto.

Esa reflexión parte de lo que creo que sucedió el pasado 18 de noviembre en Alicante: diluimos nuestra protesta en la reclamación genérica de un cambio de modelo de financiación autonómica en toda España, pero que reconozca y corrija la infrafinanciación de la Comunidad Valenciana expresamente y de una vez. Nadie como nosotros, los alicantinos, reclamaremos donde haga falta una mayor y mejor financiación de nuestra Comunidad, no lo duden. Pero lo de la semana pasada trataba de Alicante y su provincia, del maltrato concreto al que nos somete el actual Gobierno central. El mismo del año pasado (de PSOE y Unidas Podemos), las mismas formaciones que, junto a Compromís, nos gobiernan en Valencia. Sería deseable que cuando se venga a Alicante a manifestarse por la falta de inversiones en la provincia en unos concretos PGE, se venga a eso. Y no a mezclar lo específico con lo general.

Esta semana pasada ni siquiera tocaba poner al mismo nivel el problema de la infrafinanciación en la Comunidad con la escasa inversión por habitante en nuestra provincia. Porque no hemos leído ni escuchado que en Valencia o Castellón se hayan producido protestas por esta segunda cuestión en sus respectivos ámbitos provinciales. No al menos como en Alicante. Y los alicantinos estaremos siempre para reivindicar una mejora del sistema de financiación autonómica para todos los valencianos y en todos los puntos de la Comunidad. Pero ahora protestábamos porque una de las herramientas -la inversión prevista en el presupuesto de 2023- para corregir en algo el problema principal -la infrafinanciación persistente- no se había activado en Alicante. Es más, nos habían vuelto a dar la espalda relegándonos y, lo que es peor, a mayor distancia del resto. Y por eso había que estar en Alicante por y para nuestra provincia. Por y para la Comunidad Valenciana en su conjunto estaremos cuando y donde toque hacerlo de nuevo.

Mucho me temo que detrás del rechazo de determinadas instituciones, públicas y privadas, a la primera de las protestas, y el apoyo a la segunda, solo a través de la Plataforma Per un Finançament Just, haya realmente otros motivos. Y seré claro: no molestar al Gobierno del Botànic y colocarlo pretenciosamente como punta de lanza de la reclamación frente a la infrafinanciación estatal y, análogamente, frente al desprecio a Alicante por la baja inversión presupuestaria por habitante en 2022 y de nuevo en 2023.

No pretendan que caigamos en esa trampa. Y sobre todo, no nos tomen por tontos ni nos utilicen como coartada para tapar otras vergüenzas. Ni más que nadie como valencianos, ni tampoco menos que nadie como alicantinos.

Y lo fundamental: que no nos dividan.

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