Cuentan de él que estuvo gracioso, dicharachero y muy animado, consiguiendo que todos se divirtieran como si fuera el anfitrión local. Que no lo era. Pero daba igual, derrochó de ingenio y de muchas ganas de pasarlo bien que contagió a quienes compartían con él esa noche de fiesta.
Era fin de año y, horas después, el inicio del siguiente. Había que pasarlo bien y brindar por los nuevos proyectos y las nuevas oportunidades que les diera la vida. Entre las muchas cosas que hicieron esa noche, desfilaron y bailaron en fila de a uno entre las mesas del comedor del hotel Palace en Alicante. El protagonista de esta escena es Federico García Lorca en la Navidad de 1932. Federico iba a la cabeza de ese desfile en esa noche desenfrenada, incluso se pusieron a cuatro patas y gatearon por debajo de las mesas. ¿Se lo imagina? También le dio por cantar. ¿Sabe que Lorca iba para músico? Tocaba muy bien el piano, llegó a tener profesor particular en su ciudad natal de Granada.
Por mezclarse con ese mundo de músicos, compositores y solistas, conoció a Manuel de Falla. Pero una cosa era aprender a tocar el piano y otra que fuera su profesión, eso pensó su padre y se lo impidió, truncó esa carrera musical que pudo ser brillante. Pero ese fracaso personal impuesto por su padre no le impedía a Lorca tocar su guitarra cuando tenía ocasión y cantar bellas melodías para deleitar a sus amigos. Ya ve cómo esa noche alicantina se la pasaron en grande, no le quepa duda. Luego le contaré algunos de los detalles del menú de esa noche y alguna cosa más.
Entonces Lorca ya era un poeta y dramaturgo consagrado con reconocimiento nacional e internacional con poemas como el Romancero gitano y obras teatrales como Mariana Pineda. También había viajado, a pesar de tener solo 34 años, visitando París, Londres, Oxford, La Habana, y Nueva York, además de pueblos y ciudades de buena parte de la geografía española. La crítica y el público lo jaleaban cuando se interpretaban sus obras. Fueron célebres muchos de sus versos como el tan nombrado "Verde que te quiere verde. / Verde viento. Verdes ramas. / El barco sobre la mar / y el caballo en la montaña/ …"
¿Qué hacía Federico García Lorca en esa fecha en la capital alicantina? Ahora se lo cuento, no se impaciente. Una de las noticias de El Luchador nos desvela el motivo. En su edición de 28 de diciembre de 1932 se leía en este periódico un titular que decía así: "Ha llegado a Alicante La Barraca, Teatro Universitario". Entre sus líneas se escribía que era una compañía teatral compuesta por actores estudiantes universitarios que recorrían los escenarios españoles durante los fines de semana y festivos. La Barraca estaba dirigida por Federico García Lorca y por Eduardo Ugarte. Este era yerno del dramaturgo alicantino Carlos Arniches. La Barraca había iniciado su actividad en julio del 32. Estuvo subvencionada por el Ministerio de Instrucción Pública dirigido por Fernando De los Ríos, profesor y amigo de Federico que – además - fue suegro de su hermano Francisco.
El cronista Vicente Ramos contó que el 29 y 30 de diciembre de 1932, a las 6 de la tarde, La Barraca estrenó obras en el Teatro Principal de Alicante. El primer día, interpretaron tres entremeses de Cervantes: La cueva de Salamanca, La guarda cuidadosa, y Los dos habladores . El segundo, La Vida es sueño de Calderón de la Barca. Lorca no sólo dirigía las obras, también participó como actor. Los dos días el teatro estuvo a rebosar de gente, un público entusiasta que disfrutó mucho.
García Lorca dijo del público alicantino que "he presenciado en Alicante cómo todo el público se ponía en vilo al presenciar una representación de la cumbre del teatro católico: La vida es sueño. No se diga que no lo sentían. Para entenderlo, las luces todas de las teologías son necesarias. Pero para sentirlo, el teatro es el mismo para la señora encopetada como para la criada".
Después del éxito teatral, tocaba celebrarlo, y que mejor que coincidiera con la cena de Nochevieja. Los miembros de la Compañía La Barraca fueron al hotel Palace (llamado también Palas, actualmente son dependencias municipales). Pudieron cenar viandas como las siguientes que se degustaron en la misma noche y en el mismo lugar, pero del año anterior: consomé, delicias de hojaldre Parmesán, filetes de lenguado y langostinos, salsa caviar, chuletas de ternera de Ávila, trufas de Pericord champiñones de París, guisantes a la menta, pavipollo de la Granja Castelló, patata juliana, ensalada confetti, Block Palace perfume Charry brandy, golosinas Revellón y cesta de frutas selectas. No se quedaron con hambre, seguro que no. El precio del cubierto fue de 15 pesetas. Estaban incluidas las doce uvas de la suerte. Durante los postres se hizo una rifa de regalos entre los comensales. La velada estuvo amenizada por la Gran Orquesta Arcos. Todo estaba preparado para que fuera esa una noche inolvidable.
Por entonces ya despuntaba como poeta el oriolano Miguel Hernández, no hace mucho homenajeado al darle nombre al aeropuerto de Alicante, además de por la inauguración de la reciente exposición en su memoria por parte de la Diputación de Alicante titulada A plena luz. Miguel Hernández admiraba a Federico García Lorca. Se cruzaron cartas, se intercambiaron elogios, aunque Lorca no le hiciera mucho caso. Miguel Hernández, con 22 años, quiso verlo en Alicante. Y lo consiguió, pero en Murcia, el 2 de enero de 1933 durante la gira de Lorca por España con La Barraca.
En la capital murciana se conocieron personalmente. Miguel Hernández le contó sus proyectos, le enseñó sus versos más recientes, le dijo que estaba muy ilusionado con la corrección de lo que iba a ser su primer libro de poemas, titulado Perito en lunas. Después de ese encuentro y de recibir de Lorca los elogios por los versos compartidos, Miguel Hernández le escribió una carta el 10 de abril de 1933 solicitando "su comprensión y apoyo" para Perito en lunas. Lorca le contestó a finales de ese mes manifestando, entre otras cosas, que "… me apeno de ver tu fuerza vital y luminosa encerrada en el corral y dándose topetazos en las paredes. Así aprendes. Así aprendes a superarte en ese terrible aprendizaje que te ha dado la vida. Tu libro está en el silencio, como todos los primeros libros, como mi primer libro, que tanto encanto y tanta fuerza tenía. Escribe, lee, estudia, ¡ LUCHA !". – Lorca intenta animar a Hernández -.
Sigue diciendo a Miguel en su carta que "no seas vanidoso de tu obra. Tu libro es fuerte, tiene muchas cosas de interés y revela a los buenos ojos pasión de hombre, y no tienes más cojones, como tú dices, que los de casi todos los poetas consagrados". – A su vez, Lorca lo tranquiliza – "Cálmate" – dijo – "Hoy se hace en España la más hermosa poesía de Europa. Pero por otra parte la gente es injusta. No se merece Perito en lunas ese silencio estúpido, no. Merece la atención y el estímulo y el amor de los buenos". Miguel Hernández siguió mandándole sus mensajes epistolares sin recibir respuesta de Lorca. Federico ya le había dicho lo que tenía que decirle. García Lorca estaba enfrascado con el estreno de Yerma, y no tenía tiempo para nada más. Aún así Hernández no dejó de admirar a Federico García Lorca a quien consideraba el mejor poeta de su época y del que dijo - en una conferencia en el Ateneo alicantino - que "él solo era una nación de poesía". Pues eso.
Pascual Rosser Limiñana