socialmente inquieto / OPINIÓN

Una detrás de otra

25/11/2019 - 

Todo empezó con las gotas de un chorrito de agua de un manantial. El agua de esta fuente natural pasaba por lo que fue un lavadero -del que ya solo queda el recuerdo- donde las mujeres del cercano barrio del Pla iban a limpiar la ropa. Piensen que no siempre hubo lavadoras. Hasta que inventaron esos electrodomésticos, la ropa se lavaba a mano por donde corría el agua limpia a la vera de los ríos o en estos lavaderos donde se remansaba el agua. Bajo un techo a dos aguas y poco más, sobre unas piedras donde apoyar la ropa, la lavaban con jabón y luego la enjuagaban en el agua que después seguía su curso por una acequia, rauda y traviesa, ladera abajo, en este caso en busca del mar. Era un momento donde las mujeres hablaban entre ellas de todo y de todos. Y donde intentaban arreglar el mundo con sus dimes y diretes, sus aspiraciones y sus sueños.

El manantial fue tapado con la ampliación de la carretera por la avenida de Dénia en Alicante, aunque esto no quiere decir que el agua no corra como corría porque corre poco a poco en otra dirección. Eso sí, el rumor de sus "gotas" se silenciaron para siempre. Así, con el nombre de la "Goteta" todo el que quiera saber el origen de esta barriada tendrá que acordarse de él y conocer su existencia.

Antes de ser barrio, estos campos eran de secano con almendros, teniendo un triste destino. Vean. Alicante fue la última ciudad que se rindió al ejército nacional en la Guerra Civil española (1 abril 1939). Antes de esto, muchos combatientes bien armados del frente de Madrid, de La Mancha y de València vinieron al puerto de Alicante para embarcar hacia el exilio (26-28 marzo 1939). Eran jefes militares del ejército republicano, comisarios políticos y miembros de los Comités de Salud Pública, entre ellos Florián García, Capitán de la 5ª Brigada de Carabineros. "Los que estábamos allí -contó- éramos gentes con cargos, la mayoría era gente importante, con autoridad, con muchas responsabilidades". 

Los barcos en los que pretendían partir, no llegaron nunca. Con anterioridad el Stanbrook, buque inglés, transportó a Orán a miles de exiliados. (Coincidiendo con el 80 aniversario de ese éxodo desde el puerto de Alicante, el cineasta Santiago Gatto inició en marzo de este año un cortometraje que lo recuerda. Es una producción de Nubo Films y tiene por título El último día). Cuando el ejército franquista entró en la ciudad con la División Littorio (30 marzo 1939) y llegaron hasta el puerto se encontraron los dos ejércitos cara a cara. El general Gambara ordenó a los republicanos que se entregaran sin condiciones. Pasadas unas horas de incertidumbre, se rindieron. Fueron conducidos al campo de los almendros en la Goteta a modo de campo de concentración improvisado.

Días después unos fueron liberados, otros fueron conducidos al campo de concentración de trabajos forzados en Albatera. Y por citarlo, dejen que les cuente brevemente sobre él. Este lo construyó el gobierno republicano según el Decreto de Presidencia de la República de 26 de noviembre de 1936. Fue inaugurado por Manuel de Irujo, Ministro de Justicia, el 24 de septiembre de 1937. Tenía 9 barracones, 1 para presos comunes y 8 para "gente de derechas": curas y falangistas, entre ellos. Llegó a tener a 4.000 reclusos. Terminada la Guerra Civil algunos de los que fueron carceleros se convirtieron en encarcelados. Ya ven, paradojas de la historia. Poco después de la llegada de los republicanos al campo de Albatera (1939), los que no tenían causas pendientes con la justicia fueron liberados, como Florián García.

Permitan que vuelva a la Goteta y a contarle sus orígenes. Con los beneficios de una ley de 15 de julio de 1954 se construyeron 6 bloques de 60 viviendas cada uno. Posteriormente, se edificaron viviendas de protección oficial en 4 bloques de 8 alturas. Es un barrio residencial con locales comerciales. Con varios bares, farmacia, una empresa de seguridad, un kiosko de prensa, varios compra venta de coches, un parque público y poco más. En las cafeterías, los ancianos del lugar cuentan lo que fue y lo que es hoy este barrio. También hay una iglesia, "Corazón de María", que -al no tenerla- la apañaron en un bajo comercial. Es pequeña, humilde, pero suficiente. Tampoco tenían mercado, aunque con el tiempo esto lo alivió el centro comercial Plaza Mar 2 en el que hay más de un centenar de comercios y un gran supermercado (2003). Ya ven, de no tener casi nada a nadar en la abundancia, como decía aquel.

También tienen tranvía que comunica el barrio con el centro de la ciudad, con la Universidad (UA) y con San Vicente. Ya ven, no se privan de nada los vecinos de la Goteta. El apeadero está detrás de la barriada mirándola desde la avenida de Dénia. Muy cerca, está el monte de San Julián, al que muchos creen aún que es la prolongación de la Serra Grossa. En su cima hubo un molino. Y en su ladera, la ermita de Santa Ana a la que venía el pueblo de Alicante en procesión y en romería desde la concatedral de San Nicolás. Se derribó en 1823 por su mal estado de conservación.

A este pequeño barrio se le sumaron dos grandes protagonistas en los años ochenta. El Montreal y el Excelsior II, dos edificios emblemáticos, construidos al borde del terraplén del Pla que da a la avenida de Dénia. Construido en el solar donde estuvo la Cerámica de la Goteta, el primero tiene forma de pirámide aunque algunos de sus vecinos dicen que no, que en realidad representa las velas de un velero. Por imaginación que no quede y si se empeñan, convencen. Tiene 8 portales en altura con 8 brazos perpendiculares a la parte piramidal. Con zonas ajardinadas. Es obra del arquitecto Alfonso Navarro Guzmán. El segundo lo construyó el empresario alicantino José Luís Curt, está pegadito a la avenida antes mencionada, con edificio de dos porterías, chalet independiente, zona ajardinada y piscina.

Ya ven lo que da de sí una gota de agua, una detrás de otra. Donde hay poco, ya saben que se exagera y se valora mucho más. Y todo el acontecer cotidiano que se ha movido a lo largo de los años. El que no emprende es porque no quiere y el que lo hace tiene el premio del destino que es mejor que quedarse quieto. Pues eso.

Pascual Rosser Limiñana

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