Con los actuales calores veraniegos cuesta imaginar que no hace muchos años los españoles se bañaban en la playa con bañadores de cuerpo entero, y estos no tenían que pesar mucho para mantenerse a flote con seguridad.
Bañarse en el mar a través de la playa empezó a despertar interés entre la aristocracia por sus valores medicinales, como un medio sencillo de curar determinadas molestias. Con el paso del tiempo los baños se fueron popularizando por lo que se regularizó esta actividad para todos. Desde los ayuntamientos se divulgaron bandos para organizar estos baños. Utilizaron un lenguaje que hoy nos puede sorprender, pero que hay que leerlos teniendo en cuenta la época en el que fueron escritos.
Por citar alguno de estos Bandos, permitan que me fije sólo en algunos del ayuntamiento de Alicante, como el del alcalde Tomás España y Sotelo de 1864 (durante el reinado de Isabel II) que manifestó que “se pueden bañar de noche en el Postiguet pero con la conveniente separación entre el sitio destinado por costumbre a las mujeres y el de los hombres. Dos vigilantes harán respetar esta prevención. Los que quieran bañar a las caballerías y perros podrán hacerlo durante el día. No se permitirán bañarse juntas a personas de distinto sexo, aunque sean marido y mujer”, quien lo infrinja “será castigado según el artículo 495 del Código si fuera leve la causa ó encausado criminalmente si con hechos de grave escándalo ó trascendencia ofendieron el pudor y buenas costumbres”. Casi un siglo después muy poco había cambiado.
Así, el Alcalde franquista Ramón Bono, en su bando de junio de 1945, dice que ante “los hechos intolerables que suelen darse en las playas por olvido de las normas de moralidad y decencia pública, obligan a esta Alcaldía a dictar las siguientes prescripciones” dando diversas instrucciones. Podían bañarse durante el día pero “será inexcusable vestir la prenda adecuada, quedando terminantemente prohibido el uso de bañadores que, por su forma ó por la parte del cuerpo que dejen desnudo, constituyan una ofensa al pudor ó a la decencia pública”. Incluso se “prohibía la permanencia de los bañistas fuera del agua sin vestir albornoz u otra prenda que cubra totalmente el cuerpo”. Quien no cumpliera estas normas sería castigado con multa de hasta 500 pesetas con posibilidades de que la autoridad impusiese mayores sanciones.
El diseñador francés Louis Réard vino a complicar las cosas - sin proponérselo - entre las autoridades españolas y las bañistas. Diseñó el bikini (1946), un bañador de dos piezas, dejando el resto del cuerpo al desnudo. Dio el “bombazo” en la moda de baño femenino al ir las mujeres “ligeras de ropa” para bañarse en la playa. Por esto mismo se le puso 'bikini' a este bañador, porque es el nombre de un atolón en las islas Marshall donde entonces se estaban realizando pruebas nucleares. Este diseñador francés supuso que su nuevo diseño iba a dar que hablar, como así fue.
Todas las medidas de prevención para el baño pretendían disuadir a los ciudadanos locales y avisar a los visitantes extranjeros del incipiente turismo de aquella época para actuar de una determinada manera. Pero para estos últimos fue en vano. Venían a España en busca de sol y playa, sin condiciones. Por aquél entonces trascendió en la prensa la foto de una mujer de espaldas con un bikini mirando una regata en la bahía de Santander. Resultó ser una estudiante francesa de 20 años que estaba asistiendo a los cursos de verano (1948) de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Fue retratada por Joaquín del Palacio (Kindel), fotógrafo profesional que trabajaba para la Dirección General de Turismo. Para evitar una sanción por escándalo público se acotó una zona exclusiva en la playa de la Magdalena para los estudiantes extranjeros y evitar que trascendiera en la prensa internacional las restricciones de indumentaria en el baño en España. Las autoridades españolas miraron a otro lado para evitar ese conflicto y seguir recibiendo turismo y sus divisas tan necesarias en la economía nacional.
En este mismo espíritu se expresó la Circular de Jesús Aramburu Olarán, Gobernador Civil de Alicante, el 17 de mayo de 1950 al manifestar que las “mujeres deberán llevar cubiertos el pecho y la espalda y usar faldillas, y los hombres pantalones de deporte” cuando fueran a bañarse en la playa.
En la misma dirección fueron las deliberaciones del I Congreso Nacional de Moralidad en playas y piscinas que se celebró en Valencia del 11 al 13 de mayo de 1951, organizado por la Comisión Episcopal de Moralidad y Ortodoxia de España.
Qué panorama - pueden pensar ustedes - para aquellos inocentes bañistas que sólo buscaban refrescarse en el mar durante los calurosos días de verano.
En el contexto descrito de aquella España franquista, Amanda Segura Hernández se bañó en el Postiguet en bikini y fue detenida por la policía. Así nos lo cuenta el diario Información de 3 de julio de 1951 en su primera página en la que publicaba una nota del Gobierno Civil en la que decía que el día anterior ingresó en el Reformatorio de Adultos para cumplir la pena de 15 días de arresto gubernativo “al ser sorprendida por la guardia municipal usando traje de baño inmoral” y que “desobedeció al agente actuante cuando le requirió para que corrigiese su actitud. Lo que se publica para conocimiento general”. Amanda se adelantó a su tiempo. Para unos fue una heroína, para otros una provocadora. Entonces el bikini no estaba permitido en España y así siguió prohibido por mucho tiempo, con una salvedad que luego les cuento. Vean sino cómo se expresa el alcalde Agatángelo Soler en su bando de julio de 1959 en el que recordaba las instrucciones del Gobernador Civil en las que “prohibía expresamente el uso de prendas de baño que resulten indecorosas, como las llamadas de dos piezas para las mujeres y slips para los hombres”. Y así fue durante años con la salvedad que les decía antes. Esta ocurrió en Benidorm, por la audacia de su alcalde franquista Pedro Zaragoza. Ahora se lo cuento porque esta mención merece un punto y aparte.
Pedro Zaragoza, desde que fue nombrado alcalde por el Gobernador Civil Aramburu, vio en el turismo la oportunidad de transformar el pueblecito de pescadores que era Benidorm en una población mucho más próspera. El franquismo no era inicialmente muy partidario de abrir las fronteras al turismo porque entraba información del extranjero, así como nuevas costumbres y maneras de disfrutar la vida de otras latitudes, pero claudicó por las divisas y la mejora de la economía española. Esa apertura al turismo promovida por Pedro Zaragoza se encontró con la oposición del Arzobispo de Valencia y de diversas autoridades por como las extranjeras vestían bikini para bañarse en la playa.
Zaragoza contó - unos treinta años después de producirse - que ante la oposición de la Iglesia, del Gobernador Civil y de varios Ministros, cogió su vespa verde y se plantó ocho horas después en El Pardo para hablar con Franco y contarle a él y su mujer las maravillas de Benidorm y las oportunidades que el turismo podía traer para la economía española. Los convenció y consiguió que las autoridades franquistas fueran permisivas en Benidorm con el bikini (1953) y otras costumbres mal consideradas en otros municipios. Sin embargo, cuesta creer que traspasara el hermetismo de El Pardo para llegar a Franco con la facilidad que Pedro Zaragoza lo contaba.
Hay versiones que manifiestan que no fue así aunque el resultado fuera el mismo. Juan Antonio Ríos Carratalá, Catedrático de Literatura de la Universidad de Alicante, dijo en una videoconferencia organizada por la Librería 80 Mundos para presentar su libro “De mentiras y franquistas” durante el pasado confinamiento por la covid-19 que Pedro Zaragoza “mintió, pero lo hizo con mucha gracia” para construirse una historia sobre la fundación del Benidorm turístico del que hoy seguimos viendo sus frutos. Ríos Carratalá menciona a Zaragoza durante los minutos 31 a 38 de esa videoconferencia (lo puede ver en Youtube) y dice, entre otras cosas, que es falso lo de su viaje en vespa a El Pardo.
Por su parte, el documental "El hombre que embotelló el sol", dirigido por Óscar Bernacer sobre Pedro Zaragoza y el resurgir del Benidorm turístico, demuestra que en los registros de audiencias a Franco en El Pardo no figura ninguna al alcalde de Benidorm durante los años 1953 a 1956. Ríos Carratalá manifiesta que es más lógico que contactara con el General Camilo Alonso Vega (que fue Ministro de Gobernación), persona de confianza de Franco, y su mujer Ramona, íntima de Carmen Polo e intercediera a Franco a través de ellos. Tuviera esa entrevista directamente con Franco ó no, Carmen Polo y su familia, con el General mencionado y su mujer, visitaron Benidorm y se hospedaron en casa de Pedro Zaragoza en reiteradas ocasiones.
Cómo hizo ese acercamiento a Franco cuando era el alcalde de un desconocido pueblecito de pescadores aún es una incógnita pero consiguió su propósito y desde entonces pudo desarrollar el Benidorm que tenía en su cabeza con acciones muy hábiles como las campañas de publicidad en Laponia y países escandinavos, Reino Unido, norte de España, así como la organización del Festival de la Canción donde iniciaron su carrera Julio Iglesias y Raphael; que dieron sus frutos con la asistencia de turistas de toda Europa. Un visionario que hizo del bikini su bandera para fomentar el turismo en Benidorm, con la libertad que nadie tenía entonces, gracias a sus habilidades sociales que otros no supieron ó no se atrevieron a emprender. Pues eso.