¿Recuerda a la mítica moto vespa recorrer las carreteras españolas de ayer? Multitud de fotografías en blanco y negro muestran escenas con esa moto scooter a mediados del siglo pasado.
La vespa nació en Italia en 1946, en un momento crucial de su historia después de la II Guerra Mundial. Para reconstruir el país, la clase trabajadora necesitaba un medio de transporte sencillo y asequible económicamente a todos los bolsillos. También evolucionó a través de todos aquellos que querían rodar con un vehículo diferente de dos ruedas. Estas fueron las premisas que siguió Enrico Piaggio para fabricar esta moto, resaltando que tenía que resolver una necesidad: que pudieran conducirla tanto hombres como mujeres.
Esta moto llegó a España a partir de 1953. Fue como un grito de libertad y de igualdad durante la España franquista. La publicidad de esta moto manifestaba que era “el pequeño coche de dos ruedas… Para la mujer. Para el sacerdote. Para el médico. Para el representante. Para el estudiante. Para el empleado. Para… Vd. Es cómoda, elegante, estable, segura y limpia”. Ya ve, lo tenía todo, y para todos.
Las carreteras españolas, las calles, se llenaron de estas motos. Se convirtió en un utilitario para ir al trabajo, en un medio de transporte para hacer kilómetros e incluso para divertirse. Fue la moto de Correos, de la Policía Municipal de Alicante, la de empresarios y ciudadanos que necesitaban este vehículo para todo.
En Alicante proliferaron los concesionarios y los talleres como el de Sandalio, que pasó de arreglar bicicletas a vespas; o el de Prudencio de la Viña; el de Motrasa con Juan Pastor en el taller o el de Casavespa. Este último era y sigue siendo de Miguel Bañón, que fue uno de los miembros de esa saga de fotógrafos profesionales que con ese apellido retrataron la vida cotidiana en la capital alicantina. Miguel colgó las cámaras de fotos por la vespa. Primero las reparaba como una afición, después como un negocio. Es agradable escuchar con qué pasión habla de esta moto en su taller de Benalúa donde las restaura o repara con mucho mimo, ayudado por las manos - también expertas - de Pedro. En una charla con Miguel, a la que asistimos el financiero Ramón Sancho, otro enamorado de la vespa, y yo, escuchamos curiosas anécdotas relacionadas con la vespa en la capital alicantina.
Si a esta moto le añadían el sidecar podía viajar toda la familia. Como la de Paco Villar (actualmente jubilado de la enseñanza). Su padre, practicante, visitaba a sus clientes con su vespa. Los fines de semana le ponía el sidecar para poder llevar a la familia en largos paseos por Alicante. Paco tiene buen recuerdo cuando iban todos juntos a la playa de San Juan. ¿Se imagina? Tenía que ser una gozada. El aire dándoles en la cara, mirando aquí y allá sin carrocería que se lo impidiera… Paco es otro forofo de las vespas, las mima con cariño.
Recuerdo una foto en blanco y negro de mi padre en su vespa con sidecar. Con mi madre recorrieron - entonces novios - muchos kilómetros de asfalto en aquellas carreteras de Alicante y provincia. Mi tío Carlos rememora una visita con mi padre a Benidorm. Carlos iba sentado en el sidecar con el perro de la familia, Johann Wolfgang Goethe de nombre, a quien no le gustaba nada los túneles. Como el que hay cerca de Villajoyosa por la carretera general. Eso de pasar del día a la noche en un instante no era de su agrado y lo manifestaba con un fuerte ladrido que sobresaltaba a cualquiera. También iban a menudo a Monforte del Cid, donde mi madre pasaba periodos de vacaciones con sus padres cuando mi abuelo materno regresaba a España después de realizar sus tareas diplomáticas por el mundo árabe. Buenos recuerdos aquellos, de un tiempo pasado.
Para que la vespa de aquellos años se convirtiera en un éxito de ventas, y poco a poco en un mito, tuvieron que pasar muchas cosas. Permita que seguidamente se lo cuente.
En aquel momento de reconstrucción de Italia después de la segunda guerra mundial, los italianos tenían que cicatrizar sus heridas, enterrar su pasado fascista y emprender juntos nuevas acciones para superar esa crisis social y económica. Entre ellos, la clase trabajadora necesitaba un medio de transporte sencillo, barato y cómodo para desplazarse.
Necesitaban una moto asequible para todos – esto pensaba Enrico Piaggio - y que llegara a todas las economías, sobre todo a las menos pudientes, así como que pudiera ser usada tanto por hombres como por mujeres, incluso por sacerdotes. La falda y la sotana era una indumentaria con la que tenían que contar para que la vespa pudiera conducirse por todos.
Enrico Piaggio supo aprovechar todas las oportunidades que se encontraba para hacer de su sueño, una realidad. Tuvo el talento y la decisión para llevarlo a cabo. Aprovechó piezas almacenadas que aún tenía de su fábrica de aviones. La rueda del tren de aterrizaje sirvió para la rueda delantera de la vespa; del pequeño motor que servía para arrancar los aviones, idearon uno que pudiera llevar una moto bajo el asiento.
En la película “Enrico Piaggio: un sueño italiano”, disponible en Netflix, basada en hechos reales, se ve muy bien la evolución de la empresa Piaggio, cómo levantaron la fábrica de los escombros tras ser bombardeada por los aliados en plena guerra mundial, cómo transformaron una empresa que fabricaba aviones de combate en otra que fabricara motos, cómo llegaron al primer prototipo de vespa y se dieron cuenta que esta moto tenía que poder ser conducida por todos, cómo Corradino D'Ascanio dio con el diseño apropiado para evitar que las faldas o las sotanas fueran un impedimento para su uso, cómo tenían que hacerla asequible a todos los bolsillos por lo que idearon una forma de pago a plazos con pequeñas cuotas. Incluso el nombre de la moto fue muy original e improvisado. Cuando Enrico Piaggio vio el prototipo dijo: “Bello, mi sembra una vespa” (bello, me recuerda una avispa).
Convencidos en acertar a la primera, sin embargo, tuvieron problemas iniciales para llegar al gran público. Una de sus soluciones para resaltar sus valores fue la publicidad en medios de comunicación, sobre todo en prensa escrita, y otra que la vespa fuera protagonista en el séptimo arte en películas inolvidables.
El cine fue muy importante para la vespa, una ventana popular al público en general. Así, la vespa se popularizó mucho desde que esta moto fue protagonista – con Audrey Hepburn y Gregori Peck – en la película “Vacaciones en Roma”, dirigida por William Wyler (1953). No fue casualidad. Enrico se empeñó que así fuera. Durante la película los protagonistas iban a recorrer la ciudad eterna en una calesa tirada por bellos corceles, pero Enrico convenció al Director de Producción que tenían que ir montados en un “caballo” moderno de la época, en una vespa. Y así fue. Le invito a que vuelva a ver esta película. Es un clásico, ya lo sé, pero también es espléndida, no le dejará indiferente.
Otros artistas se fotografiaron con una vespa, no iban a ser menos. La lista es muy larga, se sorprenderá. Citaré solo a algunos: Paul Newman, Marilyn Monroe, Henry Fonda, Charlton Heston, Gary Cooper, John Wayne, Rock Hudson, Gina Lollobrigida, Elsa Martinelli, Katharine Hepburn, Brad Pitt…
¿Qué precio tenía la vespa? En la publicidad del Modelo 1955 – “con los más modernos adelantos técnicos” – tenía un precio franco fábrica de 16.500 pesetas. Se podía pagar de golpe o en cómodos plazos a elección de 6, 12 o 18 mensualidades. Todo eran facilidades. ¿Cómo resistirse a tanto bueno? Vespa afirmaba en su publicidad su “supremacía absoluta al ser el scooter de mayor producción y el más solicitado”. No tenían abuela, ya me entiende.
La vespa se convirtió en una referencia entre los jóvenes que vieron en ella un medio de escape, de diversión, de libertad. Y con ella proliferaron los Vespa Club por todo el mundo, como el Vespa Club Alicante, entre otros muchos, que aglutinaron desde el principio pasión, entusiasmo y muchas ganas de compartir experiencias entre sus miembros. Organizaban y organizan encuentros y rutas que recorrer, sin ponerse límites. Como la que hicieron cada uno en su vespa los fotógrafos Pepe y Enrique Iñiguez desde Villena a Alicante en 1960. Como los que realizaron otros muchos desde entonces con hazañas memorables con vueltas al mundo en vespa y, más sencillas, por la Costa Blanca, el valle de Guadalest, el Camino de Santiago...
La vespa fue y sigue siendo un icono que se ha ido modernizado con el paso del tiempo y que se sigue fabricando después de 75 años. Moderna o clásica, recorre carreteras y calles llamando aún la atención por su diseño, su comodidad, su popularidad.