Imaginen ustedes la típica sala de juntas. Las de las películas, las que vienen presididas por una mesa oval y donde resuena el eco al abrir sus micrófonos. Moqueta en el suelo y retratos pintados de exdirigentes en las paredes, que observan con cierto aire desafiante lo que acontece en juntas que ya no presiden. En ellas, se celebrarían decenas de reuniones, más o menos oficiales, donde políticos, empresarios, expertos, gestores y técnicos, planificábamos y analizábamos el presente y futuro de las rutas aéreas.
El Aeropuerto de Alicante (hace diez años, todavía no tenía Elche en el apellido) estrenaba nuevo director, Santiago Martínez-Cava. La segunda terminal se inauguraba en 2007, no con pocas dudas, con nuevos actores que habían irrumpido para cambiar el modelo del transporte de pasajeros para siempre. Y jugaban duro. Las compañías de bajo coste tenían un poder de negociación tan alto como el de los primeros turoperadores de los años 60 o las compañías bandera de toda la vida. El mercado estaba inmaduro, por explotar. Las rutas, por abrir. La provincia percibía el éxito, pero sólo lo intuía. Y lo necesitaba.
A medida que aumentaban aquellas reuniones, la presión pública crecía para posicionar un Aeropuerto que debía dar respuesta, sí o sí, a un destino que se sabe líder. Las estadísticas se interpretaban en aquellos encuentros, se comunicaban, se transformaban en compromisos. Tras el orden del día de esas reuniones, siempre un telón de fondo: Crecer sosteniblemente. La clave es que lo que es sostenible para unos, puede que no sea tanto para otros. Y llega 2011, y nuestro Aeropuerto entra a jugar en Champions League, con un potencial de 20 millones de pasajeros. En aquel momento, la tendencia no estaba nada clara y para colmo llegó la crisis, la global, la de la prima de riesgo. Y esas reuniones empezaban a ser otra cosa, hasta los mismos retratos de las paredes parecían mirar hacia otro lado.
En aquellos momentos, nuestro principal enemigo era la duda. Cada reunión era un viaje que nos conducía a un destino inexplorado. Y claro, la incertidumbre sólo se puede combatir con confianza. Conocimos primero al director, al gestor y, después, a la persona. Desde la primera hasta la última de las reuniones mantenidas, fueran los que fueran los asuntos a tratar y su dificultad técnica o mediática, su actitud era intachable. Créanme si les digo que en esos encuentros, tan especializados como de interés general, buscas una mirada como la de Santiago, firme y calma, sensata y paciente. Caballero siempre. Técnicamente excelente, humanamente mejor.
Casi diez años después, trabajamos con 110 conexiones directas, divisando la frontera de los 13 millones de pasajeros y con una metodología de promoción con las aerolíneas que trata de alinear los intereses del aeropuerto, del sector y del destino en el medio y largo plazo. Esto se consigue sólo sabiendo jugar en equipo. Con él hemos compartido mucho y, personalmente, he aprendido mucho más. Creo que es justo reconocer, como técnico y como alicantino, que has sido un aliado natural de nuestra provincia y su sector. Permíteme con estas palabras que, después de una década de trabajo juntos, te desee, Santiago, la mejor de las experiencias en tu nueva etapa. Gracias de corazón, en lo profesional y en lo personal.
Hasta el próximo viaje, compañero.
* José Francisco Mancebo es director general del Patronato de Turismo de la Costa Blanca