ALICANTE. ¡Qué difícil es querer! Aquel que quiere a ese, pero ese no le quiere como lo hace aquel. Le quiere, pero lo hace diferente. Conflicto. La fina línea que distingue el amor de la amistad está clara: son los momentos eróticos y la atracción. Un amor es una amistad con momentos eróticos. ¿Cuándo fue la última vez que utilizamos el corazón? La Luna a veces parece que se vaya a poner dentro del salón. ¿Cuándo fue la última vez que derramamos la pasión?
Todo el mundo queremos hablar de “El Amor”, pero en muchas ocasiones lo confundimos con “El Sexo”. “Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso;/ no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso;/ huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, olvidar el provecho, amar el daño;/ creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe”, dijo Lope de Vega al respecto.
Hemos buscado durante años el cuento perfecto, pero permitidme que os diga que cada imperfección debe de componer el nuestro. Los cuentos perfectos no existen, solo finales reales. La vida debería de ser mucho más fácil que eso. Siempre que empieza el verano me quiero largar sin decir adiós.
Olvidar es como cuando echas una Aspirina efervescente en un vaso lleno de agua. Nos alivia casi inmediatamente, nos da fuerza y una especie de esperanza de que todo saldrá mejor. Iniciar una nueva vida implica, sin duda, renunciar a la antigua. Renunciar implica soltar. Para olvidar es necesario tener en claro que el mundo es un constante flujo de acontecimientos, que nada permanece, todo se transforma. Y si no das más, tan sólo encuentra lo que hay en tus manos, piensa que dar amor nunca es en vano. Sigue adelante sin mirar atrás.
Todos deberíamos de sentirnos queridos mientras sea sencillo y nadie tenga que forzarse a hacerlo. Cuando ese amor sea adrenalina que se inyecta a tus venas y saque sonrisa que hagan brillar las miradas. Que me quieran cuando al pensar en mí, vengan libros a la cabeza y sienta color rosa sus hemisferios. Ya sea para un rato, en los silencios, para bebernos la alegría del mundo o derrochar tiempo juntos; que me quieran porque no hay manera de malgastar la vida queriendo a la gente. Que me quieran en todas las estaciones y en lo ambiguo del carácter; algunas mañanas, varios atardeceres y en el galicinio olvidado de las noches. A tiempo, a destiempo, todo el tiempo, a medio tiempo. Callado o hablando, porque te quedas como ausente y con un beso sería muy fácil cerrarte la boca.
En 2012, Lana del Rey ponía voz a todas las expectativas no cumplidas en la canción Summertime sadness, un tema que rendía homenaje a la tristeza que aparece durante el periodo estival, cuando nuestra mente se empeña en recordarnos que las vacaciones son efímeras y la nostalgia nos señala que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. ¿Estamos buscando la felicidad en el lugar equivocado? ¿Por qué siempre debemos de encontrarla en verano?
Según sostiene Celia Martínez, la nostalgia es una emoción de carácter social que podría definirse como un subtipo de tristeza. Sin embargo, varios estudios científicos evidencian que se trata de una emoción protectora que busca utilizar el pasado para motivarnos y reorientarnos hacia aquello que sí nos reporta felicidad, algo en lo que coincide Teresa Rendueles, psicóloga. “Nuestra cabeza nos está indicando bien al señalarnos que, en un tiempo de descanso como las vacaciones de verano, en el pasado, fuimos muy felices. El problema reside en que, ahora, buscamos la felicidad en placeres momentáneos asociados al consumo y es ahí donde está el error. La felicidad no está en irse cada año a un hotel de buffet libre, sino en compartir momentos con las personas que quieres o en disfrutar de pequeños placeres diarios”, explica Rendueles, experta también en terapia sistémica. No llegaría a llamarlo una depresión estival, solo una melancolía.
En verano siempre tenemos tantas cosas que hacer que en realidad se remontan a la nada que nunca terminamos sacando tiempo a cumplir nuestras propias expectativas. Junio y julio son ese intento de cumplirlas por mi parte, en agosto me permito desconectar de la vida y mi locura una semana –casi siempre me acaba gustando y terminan siendo dos o quién sabe–. Fueron los cantantes, los libros que leí en el salón de casa y las películas románticas que veo los miércoles por la noche los que me dijeron que todo debía de ser maravilloso, el resto lo tuve que gestionar yo. “Cuenta la leyenda que no hay verano sin beso” dice Marlena, ese grupo del que todo el mundo habla porque son el vivo retrato de la modernidad, actualidad y sensualidad en sus canciones.
En uno de los capítulos de And just like that…, el nuevo personaje de Seema –el único personaje que se ha salido del camino marcado para todos los demás. Esto es, una mujer que pasa de los cincuenta y vive absolutamente liberada sin esperar una pareja que la llegue a completar– nos dio la lección sobre amor que todas las otras parecían haber olvidado.
En plena Madison Avenue, en el centro de Nueva York, con el pelo mojado de la peluquería y unas batas de poliéster cubriendo su outfit del tinte, le dijo a Carrie: “Intuyo que tú te has enamorado dos veces, yo ninguna. Y no me digas que seguramente me vaya a venir el amor, porque no es real. Estoy feliz por ti, pero dame espacio. Porque a mí nadie me ha querido como a ti”. Cuando una relación empieza o vuelve a empezarse, el orden de prioridades cambia y Seema sabe que su posición en la vida de Carrie, tan importante desde hacía meses, pasa a estar por detrás. No es habitual y resulta rompedor que la ficción haya abordado de esta forma ese sentimiento que hemos tenido muchas veces de sentir que somos la carabina de nuestra mejor amiga. Ahí, sentimos una melancolía similar a la del verano.
Y así, sin más, descubrí que las expectativas de verano podían ser que llegara el invierno y desnudo contigo lo quisiera pasar.