¿Un alcalde apolítico?, ¿sin partido que representar?, ¿se lo cree?. Nuestro protagonista de hoy no llegó a la alcaldía de Alicante por casualidad, se lo digo yo, aunque lo pareciera en su primer discurso como máxima autoridad civil de la ciudad. Ya verá. Tampoco fue un nombramiento pacífico, algunos concejales se marcharon del Salón de Plenos, después de felicitarle, como muestra de su desagrado por cómo se le había nombrado. A pesar de unos y de otros, y con ellos, dejó huella de sus actuaciones desde su responsabilidad municipal.
Ahora le cuento los hechos. En un Pleno Extraordinario presidido por el Gobernador Civil Rodolfo Gil Fernández, se nombró alcalde de Alicante a Gonzalo Mengual Segura el 24 de abril de 1930. Ya tiene usted fecha para que pueda situarse en la época. Sustituía a Florentino de Elizaicin. Eran tiempos convulsos, con cierta incertidumbre social y mucha presión política. Gobernaba España Dámaso Berenguer con el Rey Alfonso XIII como Jefe del Estado.
Los republicanos, encabezados por José Guardiola Ortiz, felicitaron al nuevo alcalde, aplaudieron su elección y dijeron que el Gobierno había acertado en el nombramiento de Gonzalo Mengual Segura "cuyas relevantes dotes nadie osará negar", pero no estaban de acuerdo que fuera elegido por el Gobierno y no por la propia corporación municipal. Y demostraron su desagrado, vaya si lo hicieron. ¿Se imagina cómo? Su pataleta no fue violenta pero sí desagradable, abandonando el Salón de Plenos en tan memorable acto. Con Guardiola se marcharon Ramón Pascual del Pobil, Eugenio Ribelles, López González, César Oarrichena y Rafael Álamo.
Ya ve, lo que ahora hacen las minorías o los radicales en Ayuntamientos, Parlamentos Autonómicos o en el Congreso de los Diputados cuando abandonan salón o hemiciclo de forma abrupta, ya ocurría hace casi un siglo. Quizá sea por ese carácter impetuoso del que algunos alardean, a veces cargado de mala educación o necesitado de llamar la atención de cualquier manera. Habrá visto en algunas ocasiones que, para reivindicarse, derrochan mucha imaginación, como cuando se morrearon en las Cortes dos políticos morados ante la mirada de todos. Sabían que al día siguiente serían portada de algunos periódicos, así se habló de ellos. Hay gente para todo, ya sabe. Peor lo hacen algunos parlamentarios asiáticos que terminan a puñetazos en sus Parlamentos para dirimir sus diferencias. Cada uno tenemos lo nuestro, no le quepa duda.
Permita que vuelva con Gonzalo Mengual Segura (1878-1953). Después de alabar a su antecesor, el nuevo alcalde se dirigió a los presentes manifestando en su exposición de motivos un discurso que le definía, pero antes afirmó que con su nombramiento el Gobierno no había menospreciado al Ayuntamiento sino que esperaba accediera a lo mucho que tenía que aportar. Entre otras cosas, Mengual Segura dijo que "no vengo a este puesto a título de representante ni siquiera de afiliado de ningún partido", ya se lo decía yo, así fue su declaración de intenciones. Siguió diciendo que "no vengo más que a ser con los señores concejales y los funcionarios de esta casa, un fiel administrador de los intereses que nos están encomendados". Un poco de humildad desde tan alta representación de la ciudad, no sobra. Más de uno debería de echar mano a la hemeroteca y ver las actuaciones de ediles de antaño que tenían como premisa el interés general, lejos de enriquecimientos injustos. Ya sabe a qué me refiero. Seguimos. "En un periodo como este – siguió diciendo Mengual Segura -, en las condiciones morales en las que llego, toda discreción es poca, no tengo proyectos, no tengo más programa que lo dicho". ¿Cómo era eso? Dejó boquiabiertos a los presentes, se esperaba mucho de él pero accedía al cargo sin proyectos, sin ideas, dejándose aconsejar y propuesto a supervisar e improvisar en cada decisión de la vida cotidiana municipal.
En otro momento de su discurso dijo que "derechas, izquierdas y centro, ¿dónde está aquí eso? Para mí no existe aquí. Yo miro y sólo veo a mi alrededor personas educadas, alicantinos cuya misión en este sitio no es más que administrar honradamente. ¿Lo demás que importa aquí?". Así debería ser, políticos honrados, aunque no siempre pasa, entonces y ahora los tribunales muchas veces deciden si las actitudes de algunos alcaldes, concejales, o particulares, sobrepasaron su función pública en beneficio público.
En otro momento de su discurso dijo: "Oh libertad, hermosa libertad que me sonrojas y con razón al ser nombrado un alcalde de real orden. Triste paradoja la que hacer ver que, para ser alcalde, para poder ser para todo un pueblo ha sido preciso ser nombrado por un régimen de excepción".
Antes de ser alcalde, tenía experiencia municipal. Gonzalo Mengual Segura, médico oftalmólogo, decidió dedicarse a la política además de a su ejercicio profesional. Fue concejal en el Ayuntamiento de Alicante por el Partido Liberal en las elecciones municipales de 1911 y en las de 1915, así como Concejal de Saneamiento y Suministro (1916-1917) y Concejal de Paseos, Arbolado y Sanidad (1918-1920). Finalmente fue nombrado alcalde (sin ser concejal en ese momento) en 1930, como ya le he dicho.
Persona inquieta, en los años 20 formó parte del Consejo de Administración de la Caja de Ahorros de Alicante (posteriormente fue la CAM y actualmente es el Banco Sabadell). En 1923 participó en la Liga de Moralidad Ética y presidió el Tribunal Tutelar de Menores. Durante su alcaldía se pusieron las bases de la construcción del edificio del Gobierno Militar en la Avenida Zorrilla (actual Constitución) con financiación estatal, se inauguró el Hospital Provincial de Alicante (actual Marq) y el monumento al Dr. Rico en el Parque Tossal. No le tembló el pulso para declarar el estado de guerra en Alicante cuando se produjo la sublevación militar republicana en Jaca en noviembre de 1930. Terminó su mandato en febrero de 1931 y fue sustituido por Ricardo Pascual del Pobil.
Con calle rotulada a su nombre en Alicante, fue "un entusiasta alicantino, en todas sus actuaciones, principalmente en la de alcalde, trabajó con entusiasmo y sin reservas, por el engrandecimiento y belleza de Alicante", en palabras del cronista provincial Gonzalo Vidal Tur.
Lo dicho, un alcalde apolítico. Así quiso que quedara constancia, manifestado por el mismo a la ciudadanía en su primer discurso como alcalde. Fue una forma de reivindicarse como autoridad municipal de todos y para todos los alicantinos y no sólo de aquellos que tenía más cerca por su ideología, por ser monárquico, por su formación profesional y por su forma de servir al pueblo. Pues eso.
Pascual Rosser Limiñana