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Turismo MICE y tránsito

22/09/2019 - 

El pasado lunes, la Asociación de Empresarios Turísticos de Elche organizó una interesante jornada sobre el turismo de congresos. Y se trajo a tres expertas de primer nivel para abordar el tema: la directora general del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, Yolanda de Aguilar Rosell; la gerente de VisitBenidorm, Leire Bilbao Laredo; y la directora gerente del Palacio de Congresos de València, Sylvia Andrés Guilló. 

Pese a lo doméstico que parezca la cuestión de Benidorm, no hay que restarle mérito a su puja por este tipo de turismo por varias razones: no tiene un edificio público para este tipo eventos y sus comunicaciones con el resto de los centros de transporte son muy deficientes. Tiene, en cambio, buenos edificios privados -hoteles- para albergar congresos y convenciones y una actitud muy proactiva de su fundación, donde convergen los intereses públicos y los privados.

Más interesante, quizás, fue el testimonio de las directivas de Málaga y València porque al tratarse de destinos urbanos su experiencia podría ser más provechosa para la ciudad de Elche -cuyos empresarios parecen más interesados, como ha quedado evidente- y, como no, para Alicante.

La jornada dejó conclusiones que desgraciadamente no se cumplen ni en la capital de la provincia, ni en Elche. Tanto las gerentes de los centros de Málaga como la de València coincidieron en varios aspectos: es necesaria una estrategia de ciudad; buenas comunicaciones en infraestructuras, determinación y consenso político, y colaboración público-privado.

Desgraciamente creo que ni Elche ni Alicante cumplen. Posiblemente, alguno de esos factores sí que se dan; más en una ciudad que en otra, pero desde luego falta una estrategia más ambiciosa y coordinación intermunicipal, que en ese caso debería ejercer el Patronato de Turismo o la Agència Valenciana de Turisme.

¿Qué se tiene? De momento, Elche y Aliante tienen edificios congresuales, aunque en el ADDA manda la música. Y ambos bien situados: en el centro de la ciudad y alcanzables con el transporte de cercanía  Por ejemplo, Alicante y Elche comienzan a ser un polo tecnológico, que deberían aprovechar más; tienen AVE y un aeropuerto, con cifras y conexiones que ya quisiera València o, en algunos casos, Málaga.

¿Qué no se tiene? Desde luego, carecen de una estrategia de ciudad. Sí para captar congresos, para involucrar a algunos sectores, pero en ambos casos con muchas deficiencias. Por ejemplo, la red de transporte interurbana o la mejorable oferta cultural (o arquitectónica) que haga a los principales partners del sector decantarse por Elche o Alicante para determinados eventos o convenciones. Tienen otros atractivos, como el mar, la gastronomía o los espacios naturales, pero faltan más ganchos culturales, y de escena urbana.

El evento fue aprovechado por el alcalde de Elche, Carlos González, para anunciar que en vez de construir un auditorio, como se pretendía al principio, se optará por un edificio de congresos con capacidad para entre 1.000 y 1.200 asistentes. González hizo una buena apreciación de qué es lo que busca la ciudad y sus fortalezas. Creo que olvidó algunas debilidades, y para mi la más importante: el transporte ferroviario de Cercanías. Tanto para la futura conexión con el AVE como para unir mejor con el aeropuerto, IFA y Alicante, dar un salto de calidad, como pretende legítimamente el edil, no será posible si no se genera tránsito entre los polos del transporte de personas. Con un cercanías del siglo XX, o sin conexión directa con el aeropuerto, tanto Alicante como Elche pierden competitividad como destinos. Y no acaban de ser un destino vacacional, como Benidorm, con buenos hoteles, o con hoteles para acoger convenciones de 250 participantes.

La otra cuestión clave, más allá de los transportes y el déficit cultural, es la colaboración público privada. Cuesta creer que en estos momentos Elche y Alicante no tengan ofertas para construir más hoteles urbanos. Sólo por la inercia de lo que está generando València, deberían tenerlo. Carlos González lo admitió. Lo triste de Alicante es que no haya aprovechado la pujanza del ADDA, que sí funciona como edificio de congresos, para adecentar el barrio que lo acoge y permitir nuevos hoteles y restaurantes a su alrededor, que dieran servicio sin necesidad de tener que desplazarse. Estos mismo, como reconoció Sylvia Andrés, le ha dado un plus al palacio de congresos de València: el edificio ayudó, a demás, a desarrollar todo un barrio.

Y por último, tener esa red de transporte moderna y rápida entre las dos ciudades convertiría a IFA en el edificio idóneo para eventos de más de 1.500 personas, algo de lo que se pueden beneficiar las dos ciudades. Es el edificio que en Málaga es todo un éxito: oferta congresos y ferias, y no está en el centro de la ciudad.

Está claro que algunas decisiones dependen de otras administraciones superiores, pero el diagnóstico requiere una reflexión a los dirigentes de ambas ciudades: falta más determinación y perseverancia política; generar confianza para que venga la inversión privada y creer en el poder de atracción de la cultura. Tienen cuatro años por adelante para mejorar lo que ahora funciona más por la inercia y por la buena labor de pequeños equipos profesionales, que no por existir una estratagema competente. No porque los políticos y los empresarios se lo crean. Se trata de que lo quieran, lo luchen y generen más tránsito. Todo lo otro vendrá después.

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