Hoy hay elecciones generales y autonómicas en nuestra Comunidad y creo que es la primera vez que no se a qué partido votar. Mi situación debe ser parecida a cuando un chef piensa "hoy no sé que comida hacer"; estoy desganada o empachada. Empiezo a pensar en el descarte y por supuesto que al primero que elimino es a Vox, ha sido el que más ha llenado los aforos durante la campaña electoral, su futuro éxito, ocultado en muchas encuestas, me pone la piel de gallina. He leído sus 100 propuestas y comulgo con algunas pero otras me chirrían, las que más. Me queda la esperanza de que si gobierna en coalición con el PP, no cumpla sus promesas como hacen todos.
A Podemos, no le pienso votar. Hay dos cosas que no le perdono; una, que no apoyara un gobierno del cambio cuando Pedro Sánchez y Ciudadanos adoptaron un acuerdo de investidura y que fracasó por Podemos y gracias a él tuvimos otro gobierno de Rajoy y dos, la compra del chalé que supuso una gran decepción para los que creían que Podemos era el partido de “la gente”. Los gestos importan mucho más que los discursos. El Partido Popular de Pablo Casado no es un partido de corruptos, ha hecho una buena limpieza dentro de casa pero en su intento de competir con Vox se ha derechizado, además del daño que ha hecho algunas “prendas” que nos ha dejado en la campaña algunos de sus fichajes estrellas como el hijo de Adolfo Suárez que no tiene el liderazgo de su admirado padre.
Mis dudas andan entre el PSOE y Ciudadanos. Me encuentro entre esa mayoría de electores que se ubican en el centro izquierda pero ninguno de ellos en las actuales circunstancias me terminan de convencer. Ciudadanos no me consigue conquistar por su giro al centro derecha después de un congreso de la formación naranja. Además de que discrepo de alguna propuesta como la de la gestación subrogada, que me parece una barbaridad y de la que he tenido ocasión de hablar a través de este mismo medio. La formación naranja tiene problemas orgánicos importantes y va a tener muy difícil hilar un discurso homogéneo entre militantes acogidos del PSOE, UPyD y PP. A largo plazo desaparecerá como ocurrió con el CDS o UPD.
En cuanto al PSOE, admiré en su momento la tenacidad de Pedro Sánchez, que lo tuvo todo en contra y llegó a la Moncloa, haciendo historia con una investidura éxitosa pero esa misma tenacidad ahora me asusta porque no me fío de los aliados que pueda buscar en su empeño de gobernar. Tengo la opción de Compromís, me encantan Mónica Oltra y Joan Baldoví. Es el único partido en la Comunidad Valenciana que denunció la corrupción sin límites y con menos diputados que otros grupos políticos en las Cortes Valencianas, pero no comparto la política lingüística radical seguida en esta legislatura que se podría resumir como “la letra con sangre entra”.
El otro día decía Fernando Ónega que el hecho de que en estas elecciones haya tantos indecisos es un síntoma de la poca calidad de los líderes políticos que tenemos en estos momentos, algo de eso debe ser... Quedan otras opciones, la abstención, el voto en blanco y el voto nulo. La abstención consiste en no ir a votar pero no va conmigo, soy activista desde joven, inconformista y guerrera. El voto en blanco, me parece un desperdicio y cuenta como voto emitido, eleva la barrera electoral efectiva y dificulta el acceso a las instituciones de los partidos más pequeños.
Por último, existe la posibilidad del voto nulo, ya me convence un poco más porque no se considera a la hora de aplicar la barrera legal y los politólogos lo entendemos como un cierto descontento con el sistema, pero ¡ojo! en la Comunidad Valenciana el voto nulo cuenta como voto emitido y computa a la hora de aplicar la barrera electoral que es de un 5%. Bueno, me voy a votar, que es un ejercicio de responsabilidad ciudadana y parece que no pero todos los votos son importantes, tengo una amiga que no fue concejal en unas elecciones porque le faltaron cinco votos.
Todas las gotas forman el mar y que haría yo sin mi mar...