La gente de a pie quizás lo desconocerá, posiblemente, a las jóvenes les suene más, y al militante socialista, también. En los últimos eventos, como fue el congreso del PSPV de Benidorm, una canción se convirtió en el himno en el que fueron nombrados los integrantes de la nueva ejecutiva, vitoreados y aplaudidos por el resto del plenario. Hablamos de la canción Mediterrània, de La Fúmiga, que fue la misma que eligió ayer sábado Toni Francés para despedir su acto en el campus de la UA, en el que presentó su proyecto para las primarias del PSPV de la provincia de Alicante.
Además del cambio generacional que representa -en otros tiempos, hubiera sonado Joan Manuel Serrat o quizás Raimon-, la canción tiene muchos significados. Representa buen rollo y el carácter festivo de los valencianos (hablen el idioma que hablen), proyecta la imagen de un símbolo mediterráneo como es Altea, pero sobre todo es el himno de un grupo, formado por músicos (de Alzira) surgidos, en su mayoría, de bandas de música, otro elemento clave (y de gran consenso) en la cultura de la Comunitat Valenciana.
Y eso es lo que el propio Francés quiso transmitir ayer: primero, que su proyecto quiere ser coral, con un secretario general, pero con un equipo visible y empoderado, capaz de aportar valor a la organización; y segundo, un equipo responsable; es decir, capaz de aportar elementos de transformación social, pero por los cauces del partido. El también alcalde de Alcoy sitúa la unidad y la cohesión del proyecto como esa banda de música, que pudiera ser La Fúmiga, a la que se salen piezas tan redondas como Mediterrània, y que si además le pones solistas buenos, como Pedro Sánchez o Ximo Puig, sería el plan perfecto. Desde ese punto de vista, podríamos decir que el proyecto de Francés es el idóneo para el PSPV. Pero como dije hace dos semanas, al igual con Alejandro Soler, deberá convencer a los militantes para erigirse en ese líder que ahora necesita el partido, que atienda a todas las comarcas por igual, para defender lo hecho y conseguido, y que se vuelque, sobre todo, en persistir en las plazas en las que no gobierna, que son y han sido las grandes olvidadas hasta ahora.
Si hay algo en común ahora mismo entre Toni Francés y Alejandro Soler es que ambos han puesto al militante en el centro del debate y del protagonismo. Después de mucho tiempo -pandemia mediante-, alguien se ha acordado de ellos, como dije hace dos semanas. Está claro que hemos pasado un periodo excepcional, pero sólo ahora, y cuando hay dos proyectos políticos en liza, para la organización, se han acordado de ellos. Los cónclaves federal y autonómico fueron dos citas a la búlgara, pero que ya demostraron que existen diferentes visiones de cómo debe ser el día a día del PSPV en la provincia de Alicante. Ambos han puesto al militante en el foco, pero, como es evidente, las preferencias son diferentes. No voy a entrar el detalles, pero hay un elemento que salta a la vista: todos quieren ganarse la confianza del afiliado; aquí la diferencia está en la dirección en la que se haga, si de arriba a abajo o de abajo a arriba. Quizás en el equilibrio esté la fórmula idónea.
Francés y Soler, ambos, tienen entornos tóxicos, localizados e identificables, pero tóxicos. Ahora bien, a la hora de pedir el voto deberán ser responsables de lo que ofrecen a cambio. Y además, lo que se prometa, que sea factible. Lo repito, los tiempos del borreguismo han acabado, pero ambos deben saber es que en la medida en la que se empodere a la militancia, se debe corresponder. Se equivocará quien confunda el fin (la victoria) con la barra libre para después hacer, no sólo en la confección de las listas, sino en los grupos municipales. A diferencia de 2017, ahora el enemigo lo tienen más cerca, y les amenaza con acabar con esas 5 victorias electorales consecutivas de las que todos presumen. Al trato que se le dé al militante hay que sumar otro factor: el papel que adopte la nueva dirección: o subsidiaria con el PSPV, o activa, para convertirse, al menos, en un foro de consultas para que el territorio sea tomado en consideración a la hora de canalizar reivindicaciones.
En este sábado, Francés dijo una gran verdad, que también pronunció Soler. "Si se ganan los municipios, se gana la Diputación". Si una cosa debe revisar el PSPV es que eso no lo ha hecho del todo bien, porque de haberlo hecho, gobernaría la institución provincial. Y no lo digo por Ciudadanos y su posicionamiento a la hora de decantarse por el PP. Hay ciudades y municipios para los que el PSPV todavía no tiene estrategia, o el candidato idóneo, simplemente, porque nunca se puso a ello, no le alcanzó, lo abandonó o tuvo otras prioridades. Pues ahora tienen una oportunidad. Poner en valor la sede del partido, y no los órganos paralelos. Y lo que deben saber es que no todo será tan fácil como antes. Y por ello, necesitan al militante, y a la calle. Todos necesitan alcanzar la Mediterrània, como dice la canción, pero... sin engaños.
Per aquest senzill, que s’acompanya d’un vídeo de l’estudi Nyàs, El Diluvi ha comptat amb Àrtur i Beteta de La Fúmiga