tribuna libre / OPINIÓN

¿Tenemos alcalde?

16/09/2020 - 

Está cogiendo intensidad el inicio de curso político alicantino y no precisamente porque el gobierno bipartito haya cogido fuerza y agilidad en la gestión o porque se estén implementando a la carrera las medidas acordadas en la Comisión de Recuperación de Alicante. Después de las prisas y urgencias por tener la foto del dictamen ahora todo se ralentiza, justo cuando llega el momento de negociar un acuerdo para dotarlo de presupuesto y ejecutar sus acuerdos. Este es el bipartito que solo ejecutó el 13% de las inversiones en 2019 y eso se nota, una cifra qué si la presentan a los Guinness, ahora que les ha dado por ahí, igual también le dan el reconocimiento a la menor ejecución presupuestaria de la historia. 

La intensidad viene dada por la deriva de irresponsabilidad institucional del bipartito. El señor Barcala, a falta de relato, ritmo e ideas, en resumen, a falta de proyecto para liderar la ciudad, se dedica a realizar una oposición insensata y destructiva al Botànic; con la inestimable complicidad de la señora Llopis que le hace el trabajo sucio. Un disparate que, por lo exagerado que es, acaba siendo ridículo y lo pagamos los alicantinos.

Y si no siempre encuentra tiempo para sumarse al grito de "Sánchez nos roba"como barítono en el coro de los alcaldes del PP, mientras suena de fondo la operación 'Kitchen'.

Barcala solo parece feliz atizando sin sentido a Oltra, Marzà, Sánchez, Iglesias o codeándose con los Ribó, Colau, Almeida…, en una reivindicación que compartimos, -el uso y la gestión de los ahorros municipales-, pero de la que seguimos esperando que Barcala nos diga algún día a qué los quiere destinar.

Estoy de acuerdo con el señor Sanguino cuando comenta que Barcala no ejerce de alcalde, solo se dedica a hacer oposición. Creo que es el pecado original de cómo llegó a la Alcaldía, del que ni siquiera una victoria electoral le ha permitido liberarse. De nuevo la "Maldición de los Alcaldes" de esta ciudad. 

Estos días están siendo una antología del disparate a propósito de la polémica artificial de la construcción del nuevo colegio de educación especial "El Somni", con capítulo especial para las ruedas de prensa de la Junta de Gobierno. Por cierto, no está teniendo suerte el bipartito con sus portavoces de gobierno. O también resulta turbio romper todos los puentes institucionales, cancelando un acto cultural promovido por la Generalitat a cinco horas de iniciarse el espectáculo, y después de más de un mes de tramitación administrativa para poder celebrarlo con garantías de seguridad sanitaria. Y si a eso le sumamos la última ocurrencia navideña, nos vemos obligados a solicitar al alcalde que reflexione y cambie el paso.

Alguien me podrá decir que soy injusto y omito la aprobación del Catálogo de Protecciones, y tendrá razón. Es una gran noticia el acuerdo mayoritario con el que aprobamos el Catálogo, pero la verdad, ahí no pintó nada el alcalde y no me gustaría pensar que pudimos negociar y llegar a acuerdos precisamente por eso.

Necesitamos un alcalde que se olvide un poco de València y Madrid, y se centre en Alicante. Tenemos mucho que avanzar en aplicar las medidas pactadas en la Comisión de Recuperación, necesitamos coordinación y cooperación institucional y prepararnos para la prueba más exigente a la que nos hemos enfrentado como sociedad en muchos, muchos, muchos años. Necesitamos a un alcalde, y si es posible un equipo de gobierno. Pero tenemos a Barcala y a un bipartito fantasma y poco trabajador, donde la planificación, la modernidad y las ganas de transformar la ciudad son substituidas por algunas de las recetas del pasado como el burdo clientelismo, el alicantonismo más estéril, las promesas incumplidas -ahora en forma de Barcalanuncios- y las ocurrencias que nos enfangan en la cutrez, el peor de los pasados y la frustración colectiva.

Y tenemos también oposición, hablo de la progresista, que más allá de aciertos y de errores está mostrando responsabilidad y complicidad. Y eso no es poco en estos tiempos de pandemia y bronca política diaria, y para la tradición centrífuga de las izquierdas de la ciudad.

De las muletillas ultras de Barcala poco a reseñar. Sus burradas dialécticas y astracanadas en los plenos, sus genuflexiones con el PP, sus berrinches infantiles con Ciudadanos y, sobre todo, su extrema vagancia para plantear debates y propuestas para la ciudad.

Haría bien en leer el alcalde los artículos de la edición dominical de los periódicos, porque es verdad que a Barcala se le está poniendo cara de César Sánchez, y eso, más allá de las implicaciones en su futuro político, que son de una menor importancia, nos puede llevar a la tragedia de cuatro años en blanco. Recordamos su nivel de ejecución inversora en 2019, un 13%, y la lentitud y descoordinación que ha mostrado en la pandemia, con el colofón de su desastrosa gestión social.

Barcala fue alcalde por accidente, y de ese accidente no se ha recuperado. Entre desiguales lamentos, que nunca llegan a ser reivindicaciones de ciudad porque no puede dejar de teñirlas de partidismo, sigue deambulando con ese déficit de legitimidad y la ausencia de proyecto de ciudad, que además se adereza peligrosamente con un ramalazo de autoritarismo, y una grave dificultad de liderar institucionalmente la política alicantina y llegar acuerdos. ¿Tenemos alcalde? De momento parece que no. 

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