Uno regresa de las vacaciones con la espalda cargada de alimentar un sueño y el sueño -no confundir un sueño con el otro sueño, como habría escrito Cortázar-, recuperado en apenas dos días. Es lo que se espera de un par de semanas con el móvil perdido en la esquina de una mesa, que es la máxima aspiración de las vacaciones este año. Constato, además, que no he perdido la vieja costumbre de no sentir apenas curiosidad por lo que me he perdido, que es algo que jamás confesaré en público, no me vayan a tachar de poco profesional. Así que me asomo a los medios de ayer para comprobar que la vida sigue. Que sí. Hasta en Venus, según estudia la ciencia. Lo cual es la mejor noticia que podemos recibir en este 2020 de nuestros desvelos, que caducará antes que los últimos bricks de leche que me he comprado. Ya se asoma 2021 por mi despensa. Y yo respiro aliviado, con esa tontería de atribuir mensajes absurdos a lo cotidiano. Cortázar, otra vez.
A partir de ayer, que es cuando les escribo, regreso a septiembre. Que este año se parece demasiado a los meses anteriores, aunque no haya perdido su timidez de adolescente con lecturas. No hemos escapado de la angustia, no hay un solo número que cuadre y no sabemos qué hacer con los niños. Tendríamos que estar cayendo por la suave pendiente de septiembre y en realidad estamos escalando cada día junto a Sísifo, con los datos sanitarios y económicos a nuestra espalda y la mascarilla bien pegada a los conductos de entrada de aire. Pero quizá debamos darnos cuenta de una diferencia con respecto a la peor primavera de nuestras vidas. Han vuelto las noticias de siempre, nuestros problemas de siempre, nuestras epidemias de cada día en los informativos de febrero. Todo aquello que dejamos atrás durante el confinamiento se ha sumado al parte cotidiano de la pandemia. No deja de ser una evolución. Saldremos de esta.
Hagamos una incursión en el microperiodismo. Los premios de poesía valoran más la cantidad de seguidores que la calidad de los versos. Los seguidores de los clubes pequeños de fútbol se muestran esperanzados con los fichajes de este año. Una cámara perdida en el Himalaya captura la imagen de dos leopardos de las nieves. Y en una esquina de internet, alguien eleva a la categoría de leyenda lo que no es más que una anécdota graciosa. Esto va pareciéndose cada vez más a lo que teníamos cuando, hagamos una incursión en el macroperiodismo, los políticos ya se ocupaban más de sí mismos que de sus votantes, cuando la justicia ya detectaba casos flagrantes de corrupción en todos los ámbitos, cuando el desempleo, la sanidad y la educación ya eran nuestros mayores quebraderos de cabeza, cuando la política internacional ya había cambiado la diplomacia por el liberalismo y cuando el mercado de valores ya fluctuaba por el efecto de parámetros desconocidos. Es decir, cuando aún no era septiembre, ni siquiera había acabado el invierno y nos enredábamos en esos planes que se desvanecen a la que llega el primer guantazo, como dijo Mike Tyson. En cuanto alguien logre dar con la clave de una buena gestión sanitaria seremos los de antes. Y será otoño.
@Faroimpostor