en la frontera / OPINIÓN

Teatro Principal: una guerra política

16/10/2022 - 

Pronto se cumplirán cuatro años, lo que queda de mandato municipal, desde que se lanzaron una serie de propuestas más o menos estructurales para darle un nuevo impulso al Teatro Principal de Alicante. El asunto venía de antes, de cuando era alcalde Gabriel Echávarri. La más estructural de todas era su rehabilitación tanto las cornisas y otros elementos del exterior como un lavado intenso por dentro que incluía hasta el cambio de butacas. También se realizaron propósitos de saldar algo así como una especie de deuda histórica, cerca de un millón de euros, que tanto PP como Cs achacaban a la etapa del anterior director, Paco Sanguino, por programar cosas minoritarias y extravagancias varias (cosa que no es cierta; la deuda se ha hecho una bola gigante a lo largo de los años por mera desidia en la gestión o por desidia de los propietarios). También se puso encima de la mesa la necesidad de nombra por concurso público a un nuevo director dado que María Dolores Padilla ejerce el puesto en funciones, de interina.

Casi cuatro años en los que se ha producido un cambio sustancial: la adquisición en 2018 por parte de la Generalitat Valenciana de un tercio de la propiedad del coliseo, sumándose a los propietarios históricos, Ayuntamiento de Alicante y Banco de Sabadell (antes CAM). La Administración autonómica desembolsó 3 millones de euros, que no sabemos a ciencia cierta dónde están o para qué están puestos ya que ni se han destinado a aminorar deuda, ni se han empleado en reformar el edificio: los técnicos afirman que debe haber un uso finalista, el de la rehabilitación. En cualquier caso, el misterio del Lago Ness, más aún cuando en los dos años duros de pandemia se podían haber acometido las reformas con las mínimas molestias. Triple misterio. O cuádruple.

Un capital muerto, 3 millones, en el limbo. A mí personalmente me parece francamente escandalosa la inoperancia de los tres accionistas para desbloquear los temas citados. Tan es así que en la última reunión del consejo de gobierno de la Junta Rectora celebrada esta misma semana solo se llegó a un acuerdo: volverse a reunir en noviembre para seguir hablando de lo mismo. Muy typical spanish. ¿Y que ocurrirá en noviembre? Lo mismo, un quintal de horas reuniéndose para acordar seguir debatiendo en enero, o en febrero, con la campaña electoral encima.

El Teatro Principal (como lo del cine Ideal) se ha convertido en veneno puro. Y existe una razón esencial: en la Generalitat gobierno el PSPV-PSOE con la Conselleria de Cultura en manos de Compromís, Vicent Marzà y ahora Raquel Tamarit, y en el Ayuntamiento de Alicante gobierna el PP, Luis Barcala, con Cs de mero decorado. No hay más que recordar cuando hace ya tiempo, septiembre de 2001, la Generalitat deslizó una oferta para adquirir el tercio de propiedad municipal. Ardió Troya bajo la premisa, desde el punto de vista del PP, de que lo que pretendían era una operación de colonialismo cultural, invasión y cosas por el estilo. Por encima de nuestro cadáver. Luego se quejan, PP/Cs, de que la Generalitat no invierte en Cultura en Alicante como se merece.

La pregunta de fondo es bastante simple: ¿La cultura es de derechas o de izquierdas? De hecho la izquierda en el Consistorio, desde Natxo Bellido (Compromís) a Xavi López (Unidas Podemos), el PSOE es más discreto, tiene como mantra que hay que programar con criterios más selectivos, promover producciones alicantinas (que ya se hace), más espectáculos en valenciano... A mí lo de exhibir lo alicantino me parece muy bien, siempre y cuando lo alicantino esté a la altura de las circunstancias. Ya se sabe, la cultura o es universal o no lo es. O es buena o es regulera, cuando no bazofia. Y hay que saber distinguir muy mucho lo que es teatro amateur (teatro, zarzuela, musicales, danza) de lo que es profesional. Ojo. Yo a veces rabio de envidia de ver la programación en artes escénicas, y especialmente de danza, de los Teatros del Canal de Madrid, comunidad en la que Gobierna la bicha de la izquierda. La innombrable.

Acusar a Padilla de promover una programación excesivamente comercial resulta cuando menos un reduccionismo, obviando además todo el circuito de cultura contemporánea que existe en Alicante, desde Las Cigarreras hasta la sala Arniches, pasando por el Museo de Arte Contemporáneo que dirige en funciones Rosa Castell, cada vez más interactivo e inquieto con la inestimable colaboración del Consorcio de Museos de la Generalitat. O los Pozos de Garrigós, consolidados como un espacio de investigación y experimentación artística, estimado Martín Sanz. Padilla, como haría cualquier otro, tendrá que hacer encaje de bolillos para que las cuentas le salgan medianamente aseadas. No sé si se le va la mano en lo comercial porque no uso mucho el Principal: El teatro, salvo excepciones, no es precisamente una de mis debilidades. Las cartelera no difiere demasiado de los coliseos que tenemos en 100 kilómetros a la redonda. O a 200. Hay una pequeña excepción: Villena. Qué cosas.

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