Al margen de que me sienten como un tiro los anglicismos, pues sigo con mi particular cruzada en defensa de la lengua española, lo de la Alicante Film Office, o sea, oficina municipal de cine, es sin duda una buena idea para promocionar nuestra ciudad. Dicho sea de paso, afortunadamente la lengua española se defiende muy bien solita, no como ocurre con otras, como el catalán, que, por lo que se ve, hay que imponerlas a base de decretazos. La Alicante Film Office, dependencia del Patronato Municipal de Turismo, ofrece gratuitamente servicios de información, asesoramiento y tramitación administrativa de permisos para los profesionales del sector que deseen rodar en Alicante.
Tras del fracaso de la malograda Ciudad de la Luz, que era sin duda un canto al despiporre, al derroche y a la megalomanía, pero que también había sido en el fondo una buena idea, aunque mal ejecutada y con un coste inasumible que ha empobrecido a los valencianos en su conjunto, vale la pena rescatar algo de aquella iniciativa. Que hay que ver lo triste que resulta, para una vez que se había hecho una inversión potente en nuestra ciudad por parte de la Generalitat, el fiasco que resultó de todo aquello. Ya saben que ahora se les dan otros usos a los edificios, uno de los cuales ha sido el de vacunódromo más importante de Alicante, en el que esperemos que no se vuelvan a formar colas kilométricas como en verano con lo que parece ser, viendo a nuestros vecinos, que es ya la x oleada del virus de la variante y. Esto parece el cuento de nunca acabar.
Alicante tiene una luz especial y además se puede disfrutar de su luminosidad a lo largo de buena parte del año, lo que ofrece grandes posibilidades a los profesionales del sector audiovisual, entre otros. Además de la luz, el clima bonancible -salvo en verano, que dura más de la cuenta- y el estar al borde del mar suponen sin duda otros grandes atractivos de la ciudad, lo que puede atraer proyectos audiovisuales de cierto nivel, como ya está ocurriendo. El último conocido, por su repercusión en la vida urbana, ha sido el rodaje de la serie de Amazon titulada Sin huellas, que fue el causante de un monumental atasco, que empezó en La Cantera y se expandió por toda la ciudad, el pasado viernes.
Me cuesta creer que los días seleccionados para este rodaje hayan sido los óptimos para los alicantinos, teniendo en cuenta el follón que se formó en toda la ciudad. En lo sucesivo, y si este tipo de peticiones se incrementa, deberían los responsables municipales pensar en ofrecer otras opciones a los productores de las cintas, en lo que se refiere a las horas de rodaje. O, en su defecto, deberían tratar de que los cortes más salvajes de las zonas de mayor tránsito de la ciudad se produjeran los fines de semana y fiestas de guardar y no así entre semana, a las horas que los curritos estamos yendo para nuestro puesto de trabajo.
Es posible que a la larga la repercusión para la ciudad de este rodaje, estando previsto para una plataforma de gran difusión, sea positiva para Alicante, pero también es cierto que desconocemos el alcance que tendrá la serie, que puede que no destaque y se vea perdida en un mar de producciones, como el que está ocurriendo en la actualidad. Es imprescindible buscar un equilibrio entre el fomento de las producciones audiovisuales y el bien común de los ciudadanos de a pie, a los que no se puede hacer paganinis de las inversiones privadas.
Alicante sigue necesitada de inversiones, proyectos importantes y congresos, como agua de mayo. Como ciudad de servicios que es, gran parte de su atractivo radica en las oportunidades que brindan las comunicaciones, con el aeropuerto internacional a la cabeza, que ha puesto nuestra ciudad y su entorno en el mapa de Europa. En este sentido, en estos días hemos sabido que Alicante se disputa con Tokio el ser sede de la Asamblea Mundial de Diseño en 2023. Desde 1971 esta Asamblea no se ha celebrado en España y sería sin duda una excelente noticia para nuestra ciudad. El aval de la sede de la oficina europea EUIPO es básico para la consecución de este ambicioso reto, como referente que es en la protección del diseño. Ojalá que se consiga, pues en caso de ocurrir sería además un acicate para poner en marcha, de una santa vez, el ansiado centro de congresos de la ciudad, que cada vez me recuerda más a la famosa tragicomedia de Beckett, titulada “Esperando a Godot”.