VALENCIA. Alarma. Unas hormigas alienígenas se extienden como una plaga y están devorando los cerebros de los políticos. Aunque una vez les arrancan su masa encefálica, no mueren, ojo. Normalmente sufren un trastorno de personalidad.
En algún caso aislado, cuando una hormiga sufre una flatulencia, el gas metano provoca una explosión interna y la cabeza estalla, como el popular meme de internet extraído de la película Scanners, y que de forma evidente se homenajea en la serie. Pero no se preocupen, que las explosiones son puntuales y la mayoría están vivitos y coleando.
Los que simplemente cambian su forma de ser, durante cualquier negociación acentuarán sus diferencias contra sus adversarios políticos. Las discusiones subirán de tono. Se volverán más alarmistas y extremistas, como si el espíritu de Donald Trump les saliera por los poros, como diría Def Con Dos. La dialéctica de cualquier debate al estilo La Sexta noche se extiende de esta forma a todos los niveles. Poco a poco se ven menos políticos interesados en solucionar los problemas de sus ciudadanos. Su único objetivo es dañar a su adversario, reventar cualquier avance, asegurar su cuota de poder.
No, no les estoy hablando del proceso de votación del presidente y miembros del Consejo Rector de la nueva radiotelevisión valenciana. Por ahora no se han visto alienígenas por las cortes valencianas, aunque pensándolo bien yo no descartaría que alguno no haya pillado el virus. O más bien todos.
El argumento de esta casi película Z en formato seriado es la nueva obra del matrimonio King, los creadores de The Good Wife. Su título: Braindead, como la película gore de Peter Jackson que nada tiene que ver con el film. Producida por la CBS, narra la historia de Laurel Healy (Mary Elizabeth Winstead), una realizadora de documentales novel que acepta trabajar durante seis meses para su hermano, el senador demócrata Lucas Healy (Danny Pino), y así salvar su precaria situación económica. Coincidiendo con su incorporación en el gabinete, estas hormigas de origen desconocido toman el control de los líderes políticos de Washington.
Recuerda a The Good Wife, pese a que no tiene nada que ver con ella
En estos tiempos en los que está tan bien visto clonar antes que innovar, lo primero que merece ser destacado de Braindead es su arriesgado espíritu. Una serie que hibrida géneros como la ciencia ficción, la política, la comedia romántica, el género Z, y la sátira. Su osadía es digna de alabar, y más cuando hablamos de una televisión en abierto como es la CBS. Lamentablemente su resultado es irregular y en algunos momentos es difícil saber qué estamos viendo exactamente, si una historia sobre una chica recién llegada a la política que conoce a dos solteros de oro, si es The Good Wife en Washington, o si es una película de aliens. El primer episodio es, de los cinco emitidos, el más desconcertante, y es a partir del quinto cuando el tono se estabiliza y la trama comienza a enganchar.
Es relativamente sencillo detectar algunos elementos coincidentes con la serie protagonizada por Alicia Florrick, además de porque sepamos que sus creadores son los mismos que la serie The Good Wife. La música incidental les sonará exactamente igual que la ficción sobre la abogada y ex esposa del senador Peter Florrick; la protagonista, Laurel Healy, que es morena como Alicia y bebe vino como Alicia, se encontrará de bruces, al igual que Alicia, entre un triángulo amoroso; y el famoso cierre, marca de la casa, que concluye con un next episode, es calcado hasta en la voz en off. Sin embargo el resumen de lo ocurrido en episodios anteriores comienza de forma diferente, con una narración de un cantautor, un pequeño detalle que resulta bastante original:
Una reflexión sobre el radicalismo en política en plena campaña electoral
Seguro que muchos de ustedes se enamoraron de la política tras ver The West Wing. Con Braindead su conclusión será la contraria. La detestarán, aunque por otro lado ese es precisamente el estado anímico actual alrededor de la política en los Estados Unidos.
Si los descuidos de Hilary Clinton con su cuenta de mail privada, aquellos que pusieron en jaque la seguridad nacional, sirvieron de inspiración para alguna trama de la quinta temporada de Veep, la agresividad dialéctica les recordará sin duda al mediático Donald Trump. En este caso, sin embargo, por pura coincidencia. Según cuentan los creadores de la serie, ésta se desarrolló antes de que Trump decidiera presentarse como líder de los republicanos.
También es verdad que antes de Trump, estuvo Sarah Palin, así que tal vez lo digan únicamente como excusa para evitar pronunciarse. Para sortear las susceptibilidades, el virus de la locura afecta tanto a algunos demócratas como a ciertos líderes republicanos de forma compensada. Con la excepción de que la protagonista trabaja para un senador demócrata. Y ella será quien intente dar con el virus.
Podría entenderse que la enajenación mental de estos políticos fuera una metáfora sobre el peligro de las posturas tan polarizadas. El título del primer episodio precisamente confirma la teoría. El capítulo se llama “El principio de la locura: cómo el extremismo en la política está amenazando la democracia en el siglo XXI”.
“Realmente se trata de una declaración. Necesitamos moderación para que las personas se comuniquen entre sí. Cuando todo el mundo es demasiado extremista no se puede hablar, no pueden comprometerse, no se puede hacer nada”. Michelle King lo dejaba claro en diversas entrevistas. EEUU está infectada por el virus. Y en las próximas elecciones sabremos si tiene cura.