BENIDORM. Organizar un festival y que el público responda en la medida de sus perspectivas depende de muchos factores: el cartel, la fecha, el tiempo, el precio de las entradas, la ubicación, su accesibilidad, al segmento de público al que diriges, etc... El VisorFest de 2018 lo tenía todo para convertirse en una cita exitosa y con sobradas muestras de continuidad. Pero fuera por la fecha elegida y del frío que hizo —2 y 3 de noviembre—, el acontecimiento reunió a bastante público, pero quizás no en la respuesta esperada por la organización. El cartel —"Artistas y bandas que nacieron en los años 80 y 90", reza la carta de presentación del festival— para el público al que se dirigió cumplió con creces: Flaming Lips, Saint Ettiene, Jesus and Mary Chain, Cat Power, Ash, etc... El elenco de bandas resumía muy bien una época —algunas de las bandas elegidas todavía dan mucho que hablar todavía hoy— y su puesta en escena fue impecable, en la mayoría de los casos, con un sonido impoluto y un recinto cómodo y con buena visibilidad.
Este año vuelve a la carga, con otro excelso cartel, quizás no tan mediático, pero sí con bandas con una legión de seguidores y que también marcaron una época, al menos, en la escena anglosajona. Las mancunianos James y Happy Mondays asoman por una propuesta que completan otras bandas de culto, con un público muy definido, y que, además, incluyen, a diferencia del año pasado, una propuesta nacional, Surfin' Bichos, formación decisiva para la música independiente de este país. Así, el viernes, encabezan los Mondays, seguidos de House of Love, The Lightning Seeds —la última incorporación— y Buffalo Tom. El sábado será James quien lidere la noche, además de Nada Surf, los Surfin y New Model Army —los primeros en anunciarse, junto a The Church, que al final se cayeron—.
Los Happy Mondays pueden considerarse —junto a Inspiral Carpets y The Stone Roses— unos de los padres del sonido Madchester, que recogió la herencia de parte de Joy División, y sobre todo, su resaca, también por la que fueron conocidos en la época del ácido en The Haçienda con sus correrías también en Ibiza. Su irrupción, junto a las citadas bandas, y cohabitación con las que compartirán cartel el próximo fin de semana en Benidorm, les convirtió en una de las mejoras bandas de pop independiente de Europa a principios de los 90, justo cuando el house empezaba a invadir la vida nocturna de Manchester, haciendo conjugar la cultura rave y las guitarras. Sus grandes momentos fueron entre 1989 y 1991, cuando se sucedieron Bummed y Pills ‘n’ Thrills. Una época, por cierto, en la que también tocaron en la ruta valenciana, aún en todo su esplendor, en la que como ellos, otros grupos anglosajones tocaban en grandes discotecas valencianas mientras que en sus países lo hacían en salas más pequeñas. Desde esa fecha, apareció el típico muro del éxito, que la banda ya no supo levantar —y esos excesos tienen que ver— pese a la edición de dos nuevos trabajos. La película 24 hour party people, de 2002, les dio otra oportunidad para reivindicarse en las grandes pantallas y colarse de nuevo en los principales festivales. Recopilaron material Step On (2005) y desde entonces han editado un par de directos.
The House of Love son coetáneos de los Mondays, pero de otro cariz. Surgidos tras la irrupción de The Smiths, una buena definición del talento de la banda de Guy Chadwick la aporta Juan Carlos Ballesta en un artículo en La Dosis: "The House of Love es un caso emblemático dentro del mundo del pop. Su celebrado auge a finales de los años 80 se convirtió rápido en estrepitoso viaje al infierno. La especial sensibilidad para concebir grandes canciones fue dilapidada por los excesos y una exacerbada forma de vivir el estilo del rock and roll, que muchos confunden con autodestrucción". Su primer trabajo incluyó tres excelsos singles Shine On, Real Animal y Christine, canciones de pop redondo, "que semejaban a frutas silvestres, puras y sin artificios", con el que la banda conquistó las listas de éxitos, pero con el segundo disco ya no corrieron la misma suerte. En 2013 editaron She Paints Words in the Red que pasó totalmente desapercibido frente a reediciones y recopilatorios.
Acompañarán el viernes a The House of Love y los Mondays, el rock americano de Buffalo Tom, convivente de la escena bostoniana que vio nacer a los Pixies y Throwing Muses, con 30 años de trayectoria y nueve discos a la espalda. Y The Ligthning Seeds, otra banda de los 80, surgida en Liverpool, liderada por Ian Broudie, también con una buena colección de canciones pop ornamental, alternado con composiciones electropop, con un mimo artesanal en la producción y arreglos, que unía rock y los sonidos electrónicos del momento, haciendo el previo al incipiente britpop. Eso sí, siempre quedó en una segunda línea, a pesar de grandes éxitos como 'Pure', 'Lucky You' y cómo no, el himno futbolístico 'Three Lions', aunque tirando del hilo se descubren excelsas piezas pop orquestal e incluso de shoegazing.
Es el gran atractivo del sábado es James, sin desmerecer al bagaje de Nada Surf o las reminiscencias para los más nostálgicos New Model Army. James fue, ha sido y sigue siendo —aunque con menos furor que otros años— una de las grandes bandas del brit-pop, avanzados a la eclosión posterior, que quizás tuvo menos predicamento fuera de las fronteras británicas. O si lo tuvo, que lo tuvo, fue más tardío. Por ejemplo, en Francia durante la década anterior fueron todo un fenómeno que les llevó a editar canciones en francés. En España, The Stone Roses o The Charlatans les dejaron casi sin espacio, convirtiéndose años después en unos verdaderos tapados. Sus grandes éxitos, como Laid, She's a Star, Sit Down o Sometines, sí que se colaron entre los seguidores indies del momento mientras el resto del país se asistía con mucho detenimiento a la rivalidad de singles entre Oasis y Blur; a la irrupción de Elastica, Suede o Garbage; al enamoramiento de las melodías de The Lemonheads o Teenage Funclub o a la lealtad del postgrunge de Smashing Pumpkins, por citar algunos ejemplos de modas patrias.
Sin embargo, la colección de canciones de James no tiene nada que envidiar a algunos de sus coetáneos. Mientras que The Charlatans no pasaron de una discografía normal pero un one hit wonder, y a Stone Roses se les recordará únicamente por su (seminal e inspirador) debut, James fueron más consistentes en su carrera, y en sus momentos más inspirados, entrados los 90, sacaron una importante cantidad de grandes temas, más allá de los singles. Si bien es cierto que se quedaron sin espacio comercial en los 80s, su etapa más inspirada llegó en la década siguiente, con mejores discos y una notoria mejor producción. Pero entonces fueron tapados por otra generación, la del rock alternativo y las camisas de cuadros del grunge, quedando en una suerte de limbo musical. Como pasó con otros referentes del indie rock, los Pixies, el reconocimiento a James llegó con diez años de retraso, en los que se empezó a rescatar, por suerte para la música, todas esas joyas de pop que empezaron a llegar en 1991.
Así pues, no fue hasta 2001 con la edición de Pleased to meet you y su posterior actuación en el FIB de ese mismo cuando el indie del momento descubrió no sólo las buenas canciones de James, sino las dimensiones de su directo sobre un escenario. Fue la puerta de entrada de mucho público, y a la retahíla de éxitos que ya tenía el cancionero de los de Manchester, se sumaron otros como Fallin Down, Señorita, Getting Away With it, que funcionaban igual de bien, tanto en la radio como sobre las tablas. Desde James han dejado un bueno recuerdo entre la afición, que quizás se desmoronó con la salida de Tim Booth durante unos años. Y como suele ser habitual en estos casos —la historia se repite con Happy Mondays o House of Love—, aparecieron los directos y las colecciones de los grandes hits, hasta que 2014 y 2016 que apareció material nuevo, claro está, sin la efectividad de antaño. Pero lo que está claro es que James tiene una carta de presentación para hacer mover la cocktelera durante más de un hora (y más), y manera tumultuosa hasta sacarnos la sonrisa, y el movimiento del cuerpo. Además, James se caracterizan por tener un directo muy bueno, a pesar de los años, quizá por ese éxito tardío, siguen entregándose al público como una banda primeriza que quiere demostrar su valía. Pero con ellos no es necesario, su discografía les avala.
Antes que James, será el turno de Nada Surf, el trío de power pop, con casi 25 años de trayectoria, enésimos discos y grandes himnos de pop de guitarras. No necesitan recomendación alguna: han demostrado una combustión perfecta en cada uno de sus grandes momentos. Siguen contando con un gran predicamento en Europa, especialmente, en España y Francia -como James-. Un valor seguro, para fans y no tan fans.
Y para los acérrimos del indie español, tardíos y no tardíos, llega la oportunidad de ver una vez más a Surfin Bichos tras su reunión. De ellos se espera la interpretación de Hermanos Carnales, el disco que los ha reunido, y por el que siguen rodando. Una oportunidad que no dejar escapar, ya que no se están dejando ver mucho, y para conocer precisamente la historia de la música independiente española, es preciso entrar por el grupo de Albacete. Ellos fueron la bisagra entre el rock clásico y el indie en nuestro país, a finales de los 80. Unos adelantados a su época en España, y que ya en sus primeros instantes guardaban guitarras muy similares a las de unos de los padres del asunto, los Pixies. Sumergirse en las letras de Fernando Alfaro y la guitarra de Joaquín Pascual significa ahondar en el principio de cantidad y cantidad de grupos del indie español. Ellos son los primeros y hasta su retirada en 1994 dejaron canciones imprescindibles.
El colofón serán otros veteranos de los 80: New Model Army, otros que, quizás como James, conocieron el éxito fuera de las islas de manera más tardía. Lo suyo es una especie de conjunción entre el folk-rock-punk que les ha dado un toque muy diferente a las bandas de su momento