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obituario de Agustín Navarro (1961-2021)

Se levantaba de la mesa

6/02/2021 - 

BENIDORM. “Se hacía de querer”, diría mi madre si viviera. El fallecimiento de Agustín Navarro, no por esperado es menos doloroso para quienes lo considerábamos un amigo. Benidormero (sí, benidormero, que es mucho más que benidormense) hasta la médula, apasionado de su pueblo, comarcalista, municipalista, nada dado a los extremos, cercano, funcionario, asesor, concejal, diputado y alcalde.

Dejó el cargo de alcalde el último porque fue, quizás, el más deseado de sus sueños, cumplido con el paraguas de no importa qué siglas. Él quería hacer cosas por su pueblo, conocía los entresijos de su Ayuntamiento porque trabajó en él durante décadas, y tenía muy clarito desde su origen hasta la senda por la que debía discurrir un municipio de éxito en un mundo tan fluctuante, endiabladamente complicado y sufridor como es el turismo, al que se dedica Benidorm a modo de monocultivo.

… Y se levantaba de la mesa.

Me explico: habré coincidido con Agustín a lo largo de nuestra existencia (ambos somos de la quinta del 61) cientos, miles de veces. En actos oficiales, por la calle, en funerales, en fiestas, en restaurantes o cafeterías, en casas de amigos comunes… y siempre reaccionaba igual: si veía entrar a alguien conocido, se levantaba de la mesa y era el primero en saludar. Se hacía de querer, es verdad.

Y nadie mejor que él para ir “de peñas”, saludable ejercicio que se impone en Benidorm durante las fiestas. Él, en “La Soca”. Yo, en “La Maror”. Cada año figuraba en la agenda festera de los integrantes de ambos grupos la obligada visita de cortesía, y no una, ni dos… siempre que podíamos. Podíamos contar con él. Podía contar con nosotros, que diría Benedetti. Y sin tratos de por medio.

En los últimos años su decrepitud física ha ido in crescendo, pero jamás su estado de ánimo… al menos de puertas afuera. Años de lucha contra el maldito bicho, con altibajos en su salud (más bajos que altos), pero siempre con la sonrisa en la boca. Él sabía que muchos nos preocupábamos e, ironías de la vida, hablaba así como para animarnos.

En las últimas ocasiones en que hablamos salía a colación inevitablemente el Instituto Valenciano de Oncología (IVO) donde se trató. “Ayer coincidí allí con tu hermana… mal sitio, pero necesario dado nuestro estado”, me dijo antes de dar buena cuenta ambos de un cachopo en un restaurante asturiano. Pues sí. Mal sitio para encontrarse, por muy profesionales y excelentes que sean sus servicios.

“¿Cómo vas, Agus?”, le pregunté en uno de nuestros últimos whatsApps. “Aguantando en la lucha, pero animado y adelante. Me van dando resultados de la terapia. Un abrazo”, fue su respuesta.

“Aguantando en la lucha”… y vaya si luchó.

Agustín Navarro Alvado: adeu, y allá donde vayas sitúate cerca de tu Verge del Sofratge… o de quien quieras, qué carajo. Te lo has ganado.

 

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