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del derecho y del revés / OPINIÓN

Salón del Manga y normalidad

11/10/2021 - 

Después de la árida pandemia, que nos ha traído durante meses un férreo aislamiento social, por fin estamos recuperando las actividades habituales, a las que estábamos acostumbrados antes de que su irrupción cambiara nuestras vidas. La baja incidencia del virus -45 casos por cada 100.00 habitantes- lo permite, por más que la estadística sea implacable y siga habiendo enfermos, gente en la UCI y fallecimientos a causa de la COVID-19. Cada organismo es un mundo y la respuesta inmunológica de cada cual, particular. El resultado de la vacunación sin duda ha sido un verdadero éxito desde el punto de vista epidemiológico, aunque no creo que podamos tampoco lanzar las campanas al vuelo. Es posible que en los próximos tiempos vivamos otras situaciones parecidas a la que ya parece que hemos superado, si bien al menos lo que venga no nos pillará por sorpresa. Hemos pasado algo terrible, puesto que las cifras oficiales de fallecidos a causa del coronavirus están muy alejadas de la escandalosa realidad, pues sabemos, por las estadísticas y en comparación con otros años, que superan las 100.000 personas en España.

Hace unos días vi que en un partido de fútbol celebrado en nuestro país el público iba sin mascarilla, imagen que no deja de ser chocante después de lo que hemos vivido. Todavía asusta esa relajación de costumbres, puesto que estamos tan acostumbrados que muchas personas llevan la mascarilla como el que se pone los calzoncillos o el sujetador cuando se viste por la mañana. Sorprende ver tanta normalidad. Cuando vemos otras imágenes, como la del macro botellón de Moncloa, en Madrid, de hace poco más de una semana, despotricamos contra la inconsciencia de los jóvenes, pero me resulta en cierto modo injusto. Parece que tenemos una doble vara de medir, aunque no estoy en absoluto de acuerdo con este tipo de encuentros masivos sin mascarilla, sea cual sea la edad de los participantes. Ni partidos de fútbol ni botellones, o todos moros o todos cristianos.

En todo caso, comprendo a los adolescentes y a los jóvenes, como no podría ser de otra manera teniendo dos chavales de 19 y 16 años, respectivamente. Entiendo que lo que han vivido haya sido de una extrema dureza para ellos, puesto que la pandemia ha echado al traste muchas de sus ilusiones: una graduación de fin de Bachillerato y otra de la ESO en condiciones, un primer curso de carrera conociendo gente en la Universidad, un viaje en tren de fin de estudios y el poder juntarse con los amigos sin restricciones, entre otras cosas. Aunque hayan pasado muchos años desde que terminé mi COU, extrañamente lo recuerdo como si no hiciera tanto. Mi padre dice siempre que la trampa de la vida es que pasa demasiado deprisa, y he llegado a esa edad en que se acelera todo, justo cuando más consciente estás de querer saborearla. Mi hermano Óscar me devolvió con un simple comentario algunos recuerdos que tenía olvidados, cuando le hablaba hace unos meses de los tintes del pelo de mi hijo Mario, que prácticamente ha pasado por todos los colores del arcoíris. “A ti, porque no te dejaron nuestros padres, que si no te habrías hecho eso y mucho más”, me dijo mi hermano. Anda, pues es verdad, reconocí, acordándome del corte de pelo de mis 18, rapado por un lado, largo por el otro y con una coletilla torera por detrás. Así que he decidido respetar los modos de vestirse, teñirse y salir de casa de mis hijos, con lentillas de color azul, peluca de pelo blanco y traje de camarero, como anteayer hizo mi hijo Javi, cuando salió tan ilusionado para el Salón del Manga de Alicante, haciendo de cosplay -o sea, disfrazado- de Decim, de la serie Death Parade. Volvió de allí entusiasmado por lo vivido y porque varias personas reconocieron el personaje y quisieron hacerse fotos con él.

El Salón del Manga de IFA ha sido un verdadero éxito. Año tras año se supera a sí mismo y siempre atrae gente de todas las edades, principalmente de 14 a 30 años, aunque también haya habido mayores, padres con niños en el carrito y niños. O sea, que es para todos los públicos, aunque haya también productos de merchandising subidos de tono. Y es que la cultura japonesa le gusta mucho a la gente joven y a la que no lo es tanto. Entiendo que haya quien tenga un rechazo frontal a todas estas cuestiones, a esta estética y a las series de dibujos de estilo manga, pero creo que el abanico de personajes y series es amplísimo, e incluye algunas películas preciosas, como El viaje de Shihiro, del Estudio Ghibli. Javi me explica que para él es una cultura más libre de censura que la occidental. ¡Lo que me faltaba por oír! Me cuenta este testigo directo del evento que había muchísimas actividades, que él y sus amigos comieron mochis y ramen y que asistieron como espectadores a concursos de baile, a las mesas redondas de creadores de contenido de videojuegos, o a concursos de cosplay, entre otras. Lo pasaron genial y yo me alegro sinceramente, porque a la gente joven hay que darle opciones de ocio diferentes de la de salir por ahí a emborracharse y ésta es una estupenda manera de pasar el rato y divertirse.

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