VALÈNCIA. Hace unos meses levantaba una falla en Castielfabib - Marqués de Sant Joan, unas semanas atrás inauguraba la exposición No pasa nada, Sí que pasa en La Nevera. Las fallas alternativas e invitaciones institucionales han permitido ver artistas contemporáneos trabajar el lenguaje de las fallas. No es habitual, en cambio, ver artistas falleras transitar hacia el arte contemporáneo. Reyes Pe, sin embargo, no se siente cómoda con las convenciones y encasillarse en una práctica que defina el todo de su producción. “No me gusta definirme como artista, me parece una palabra con una carga durísima. No me gusta clasificarme como si solo hablase un lenguaje o una disciplina”.
La práctica de Reyes dentro del mundo fallero tiene un carácter conceptual y crítico que no se queda en la construcción del monumento. “Me interesa cuestionarme, me gusta estar en ciertos lugares desde los que poder provocar y mover las cosas o que alguien se cuestione cosas”. Por eso sus fallas han tenido diversos planteamientos que rompían con la tradición: fallas horizontales, reducción del uso de plásticos, procesos productivos como el tejer. En una de sus últimas fallas, Reyes Pe, invitaba a las falleras y los falleros a participar en una pasarela de moda en la que se cuestionasen los cánones de la belleza contemporáneos. La pasarela fue lo que luego ardió.
Para Reyes hay una necesidad de estar en continuo desplazamiento. No mantenerse estanca en una disciplina y, a través, del tránsito entre lenguajes cuestionar la práctica artística (fallera y contemporánea) y sus estructuras. “Necesito aprender de otros espacios, desplazarme y encontrar qué me gusta y qué me aporta cada uno. Creo que otros artistas falleros no se plantean estos desplazamientos, porque están en el bucle de la especificidad del mundo fallero. Quieren seguir haciendo lo mismo sin cuestionarse la transformación del propio lenguaje, y también me parece lícito”.
Hace cosa de un año La Nevera invitó a Reyes a proponer un ejercicio expositivo para su espacio. Para la artista era una manera de salirse de su registro y explorar nuevas vías. “Quiero salirme de ciertos patrones cerrados y por eso hice esta exposición, o ensayo, como prefiero llamarlo. Pienso que hace falta movimiento y que haya más relación entre el arte contemporáneo y el mundo de las fallas”. A partir de aquí, la artista empezó a generar un proceso reflexivo que le condujo a entender qué relato debía plasmar en la exposición.
En el expandirse en el lenguaje expositivo, Reyes Pe, ha seguido trabajando con una serie de procesos y materiales que le eran habituales. En el principio de su carrera artística, la artista, trabajó junto a Miguel Arraiz vistiendo sus ninots y trabajando con tela. El hecho de trabajar con este material le permitía a Reyes vincularse con uno de los materiales primigenios de la historia de las fallas. Junto a la madera o la paja, la tela, es un recurso clásico del monumento valenciano. A demás el tejer le permitía conectar con una práctica de su abuela.
“Mi abuela cosía, por obligación, y yo coso, precisamente por lo opuesto, por subversión”. Mientras, piensa en la historia y la vinculación de la producción textil y las mujeres. A su vez, también recuerda como la tela dentro de la fallas ha sido sustituido por pintura y plástico. El tejer es parte de la práctica cotidiana de Reyes Pe y que de alguna manera se extiende como recurso estético y plástico en sus obras.
No pasa nada, Sí que pasa empezó con un breakdown. “Me paso el tiempo cuestionándome y llegó un momento en el que estaba mal. No encontraba sentido a todo lo que había hecho y a todo aquello que llamamos obra de arte”. El punto de partida de la exposición se gestó en un momento en el que, como muchas y muchos artistas, Reyes se cuestionaba su práctica y su lugar. La violencia estructural que comparten el mundo fallero y el arte contemporáneo sitúa a sus trabajadoras y trabajadores en situaciones límite. Situaciones que podríamos suavizar con el término polisémico de la precariedad, pero que en el fondo esconden condiciones, que en cualquier otro sistema profesional serían calificadas de explotación o pobreza. “Todo el mundo quiere salvarlo todo y yo quemaría todo y no dejaría nada tangible”.
El ensayo en La Nevera de Reyes Pe es un ejercicio expositivo, de hacer públicas, una serie de problemáticas intrínsecas del sistema artístico. Un ejercicio de violencia que parte de las vísceras de una artista que se enfrenta a sus tribulaciones y pensamientos intrusivos. Un ensayo de las agresiones estructurales que golpean una y otra vez a las trabajadoras y trabajadores del mundo cultural. Un juego que suele acabar con la pregunta de si es factible continuar en estas condiciones y si los recursos lo permiten.
El mundo artístico tan radicado en el elitismo de su convivencia con el objeto sofisticado, el pensamiento complejo y la producción del lujo, suele esconder bajo de la alfombra de sus museos, galerías o espacios de producción, la realidad material de sus trabajadoras. Igual que en el mundo fallero se esconden tras las llamas de un monumento de 3 metros. Sin embargo, dentro de estos sistemas las conversaciones sobre la condición material se repiten. Suelen darse en espacios de seguridad como charlas entre amigos. Reyes Pe ha recolectado una serie de conversaciones de WhatsApp con otras compañeras o amigas y las ha tejido en hule. Conversaciones sinceras y duras sobre la realidad laboral del mundo del arte.
El hule como soporte remite al espacio cotidiano, a la textura del espacio seguro. Las palabras han sido bordadas junto a amigas, familiares o queridas. “Bordar es una práctica de paz y muy tranquila. Lo que me he dado cuenta es que he ido quedando con gente, personas que venían a ayudarme y nos contábamos cosas que nos habían pasado. Se construía un espacio seguro y nos poníamos a bordar. Me parecía como un gesto de antaño, algo habitual en la práctica de mi abuela, recuperar ese tiempo en el que charlar, bordar y curarse con el habla y la escucha. En la actualidad, esto también suele pasar con las conversaciones con el móvil donde hay un gesto mecánico: la escritura, y un ejercicio de escucha: la lectura de las palabras de la otra persona”.
Junto a los hules colgantes con conversaciones bordadas, en el suelo de La Nevera se acumulan pequeñas esculturas de letras blandas. Letras que no tienen el marco de una palabra que les dé sentido. Elementos individuales frágiles que no son compactados con el rígido significado de una palabra. Reyes siempre ha tenido el sueño de hacer una falla blanda. Una imagen que dentro del ensayo se plasma con pequeñas esculturas flácidas, de letras vomitadas. Un vomito de palabras y letras que alude a las conversaciones de móvil en las que nos sinceramos con nuestras iguales.
El arte hace tiempo que ha abandonando su condición de producción de la belleza y se ha situado en un ejercicio de crítica y sinceridad hacia sus condiciones materiales. Artistas como Reyes Pe, Guillermo Ros, Daniela Ortiz, Paco Chanivet o Andreu Porcar entienden que la producción artística debe mirar hacia sus adentros. De forma más o menos metafórica, más o menos individual o colectiva, pero que debe responder a un ejercicio de sinceridad con la realidad material que las atraviesa como cuerpos y trabajadoras culturales.