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Desastres naturales

Japón, ejemplo de cómo la gestión del riesgo salva vidas

La valenciana Carmen Grau Vila, experta en gestión de desastres, lleva seis años investigando sobre la resiliencia de las mujeres japonesas en el desastre de 2011. Su experiencia en Japón, donde reside, la ha llevado a formar parte del Comité para la Reconstrucción de la Dana del Gobierno. Asimismo, es una de las impulsoras del Observatorio Valenciano de Resiliencia Climática y Gestión de la Dana

  • En enero de 2024 un terremoto de magnitud 7,6 sacudió la ciudad de Wajima
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La Dana ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de la Comunitat Valenciana ante el cambio climático y la necesidad de preparar el territorio ante los futuros envites del clima. Aunque no es la primera vez que una gota fría deja un rastro de destrucción y vidas perdidas, recuerda Carmen Grau Vila, experta en gestión de desastres y resiliencia comunitaria y que forma parte del Comité para la Reconstrucción impulsado por el Gobierno central. Esta especialista asegura que la clave no solo está en mejorar la planificación y la respuesta ante emergencias, sino también en recuperar la memoria de los desastres pasados para no repetir los mismos errores.

Desde Japón, donde trabaja como investigadora en el Institute for Sustainable Community and Risk Management de la Universidad de Waseda, Grau Vila ha dedicado años a estudiar cómo las comunidades se enfrentan y superan las catástrofes. Su interés por la gestión de desastres no es casual. «Siendo una niña, experimenté las fuertes lluvias y riada que, en 1996, asolaron mi pueblo, Tavernes de la Valldigna (Valencia)», recuerda. Años después la historia volvió a tocarle de cerca: «En 2011 trabajaba en Tokio cuando el terremoto, tsunami y accidente nuclear golpearon al país asiático». Ese desastre, uno de los más graves de la historia reciente, la llevó a investigar de manera directa cómo las comunidades japonesas gestionaban la emergencia y su reconstrucción. Durante seis años, recorrió decenas de localidades afectadas para entrevistar a supervivientes, autoridades y expertos en gestión de emergencias. Ahora, la Dana ha puesto de nuevo sobre la mesa la necesidad de repensar las estrategias de prevención y respuesta.

Carmen Grau, una de las impulsoras del Observatorio Valenciano de Resiliencia Climática y Gestión de la Dana
  • Carmen Grau, una de las impulsoras del Observatorio Valenciano de Resiliencia Climática y Gestión de la Dana -

 

Prevención y planificación: la gran deuda pendiente

Según relata Grau Vila, si algo diferencia a Japón en su enfoque sobre los desastres es la meticulosa planificación y preparación de la sociedad. «Japón ha aprendido que la prevención es la mejor inversión», explica. A lo largo de su historia, el país ha desarrollado un sistema de respuesta basado en la educación ciudadana, la planificación territorial y el uso de tecnología para alertar a la población con anticipación. «Uno de los elementos fundamentales es la educación en prevención desde la infancia. Los niños japoneses saben qué hacer en caso de terremoto o tsunami, porque lo practican constantemente en simulacros», señala. En Valencia, cree que este enfoque educativo debería reforzarse, incluyendo formación en escuelas y campañas dirigidas a la ciudadanía en general.

Otra clave es la planificación urbana. «En Japón, cuando un desastre golpea, se replantea todo: si una escuela estaba en una zona de riesgo, se traslada; si un barrio sufrió inundaciones, se reconstruye teniendo en cuenta nuevos criterios de seguridad», explica. En el caso valenciano, Grau Vila advierte de que no se puede simplemente volver a levantar las infraestructuras en los mismos lugares sin evaluar su viabilidad a largo plazo. «La reconstrucción no puede limitarse a reparar daños, sino que debe garantizar que las futuras catástrofes no tengan el mismo impacto», insiste.

Evacuación y protección de grupos vulnerables. La evacuación es un punto en el que Japón ha avanzado considerablemente. «El sistema de alerta japonés está diseñado para que la información llegue a todos, desde los grandes medios de comunicación hasta los altavoces en las calles», explica. En España, aunque se han implementado sistemas de aviso, cree que aún hay margen de mejora en la rapidez y claridad de la información.

También subraya la necesidad de planes específicos para personas mayores, con discapacidad o con movilidad reducida. Por eso, sugiere que cada municipio cuente con un registro actualizado de personas en situación de vulnerabilidad y que se realicen simulacros para evaluar su efectividad en casos reales

Reconstrucción con enfoque social y ambiental. La reconstrucción tras una catástrofe no solo implica la recuperación de infraestructuras, sino también la restauración del tejido social y económico. Grau Vila destaca que este proceso ha sido exitoso en las comunidades donde se han integrado todas las voces en la toma de decisiones y reclama lo mismo para la Comunitat Valenciana. «Es fundamental que se escuche a los ayuntamientos, a los líderes comunitarios, a los jóvenes, a las mujeres… Cuando se ignoran estas perspectivas, la reconstrucción es menos efectiva y más lenta», explica.

La Dana dejó innumerables destrozos en la provincia de Valencia
  • La Dana dejó innumerables destrozos en la provincia de Valencia -

Otro aspecto clave es la resiliencia climática para incorporar criterios medioambientales en sus procesos de reconstrucción, asegurándose de que las nuevas edificaciones sean más sostenibles y resistentes a futuros desastres. «No podemos reconstruir una escuela en el mismo sitio y con el mismo diseño si sabemos que es una zona propensa a inundaciones. Hay que repensar dónde y cómo se construye», advierte.

En Valencia, cree que la reconstrucción debe contemplar medidas como la creación de infraestructuras verdes, el refuerzo de los sistemas de drenaje y la restauración de zonas naturales que actúan como barreras frente a inundaciones.

El papel de la sociedad civil en la recuperación. Más allá de las decisiones gubernamentales, Grau Vila resalta el papel clave que juegan las comunidades en la recuperación tras un desastre. En Japón, la sociedad civil ha tenido un papel activo en la reconstrucción, desde voluntarios que ayudan a limpiar escombros hasta las ONG que brindan apoyo psicológico a los afectados.

«La solidaridad es fundamental en estos procesos. En Valencia, hemos visto cómo muchas personas se han movilizado para ayudar, pero esa energía debe canalizarse en estrategias a largo plazo», sugiere. Una posibilidad es fortalecer las redes comunitarias para que puedan actuar con rapidez en futuras emergencias.

La reconstrucción emocional: el desafío invisible

Grau Vila no solo estudia el impacto físico de los desastres, sino también sus consecuencias emocionales y sociales. En Japón, ha entrevistado a muchas personas que lo perdieron todo y que, años después, han logrado reconstruir sus vidas. «Me lo han transmitido muchos supervivientes: al principio parece imposible, pero, con apoyo y con un nuevo propósito, la recuperación es posible», explica.  En Japón, muchas comunidades han creado espacios de apoyo mutuo, donde los afectados pueden compartir sus experiencias y encontrar recursos para seguir adelante. «Las infraestructuras se pueden reconstruir, pero la recuperación emocional es un proceso más largo y complejo», advierte.

La reivindicación a los políticos: que actúen siguiendo las voces de los expertos. En España, la participación de expertos en la toma de decisiones sobre prevención y reconstrucción sigue siendo limitada, y lo dice ella, pese a formar parte del comité en el que se pretende apoyar el Gobierno para la reconstrucción. «El hecho de que se haya convocado a expertos es una señal de que existe cierta voluntad de cambio», reconoce. No obstante, señala que el compromiso debe ir más allá de reuniones y debates. «No sirve de nada convocar comités de expertos si luego sus recomendaciones no se implementan. Si queremos evitar que la historia se repita en Valencia, necesitamos políticas que pasen del discurso a la acción».

En el caso de la Dana, considera que la falta de coordinación entre diferentes niveles de gobierno ha sido un problema. «Las competencias en gestión de emergencias están repartidas entre el Estado, las comunidades autónomas y los ayuntamientos, pero no siempre trabajan de manera coordinada. En situaciones de crisis, esto genera demoras, falta de claridad en la toma de decisiones y, en última instancia, pone vidas en riesgo», dice la experta.

Desde una edad temprana, los japoneses aprenden cómo actuar durante un terremoto.
  • Desde una edad temprana, los japoneses aprenden cómo actuar durante un terremoto. -

Frente a este problema, destaca el modelo japonés como un referente: «En 1961, Japón aprobó una ley nacional de prevención de desastres para coordinar a todas las fuerzas del Estado y gobiernos locales, no solo para actuar en la emergencia, sino también para prepararse ante futuros desastres».

Para la experta, la Comunitat Valenciana y España deberían seguir un camino similar. «Sabemos todos que una catástrofe como la de la Dana volverá a repetirse y serán las nuevas generaciones las damnificadas, nuestros hijos y sus hijos», reflexiona. Por eso pide que este desastre sea un aprendizaje para hacer cambios reales. Implementar una estrategia integral de prevención y gestión del riesgo no solo reduciría el impacto de futuras catástrofes, sino que también permitiría optimizar los recursos y mejorar la capacidad de respuesta de las autoridades ante situaciones de emergencia.

La experiencia de esta experta en Japón demuestra que los desastres pueden ser una oportunidad para mejorar la resiliencia de las comunidades. Valencia, como muchas otras regiones del mundo, enfrenta el reto de adaptarse a un clima cambiante y a fenómenos cada vez más extremos. «La reconstrucción no debe limitarse a volver a la normalidad. Debe ser una oportunidad para hacer las cosas mejor, para proteger mejor a la gente y para garantizar que el próximo desastre tenga un impacto menor», concluye.

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* Este artículo se publicó originalmente en el número 124 (marzo 2025) de la revista Plaza

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