MADRID. Solo dos partidos y cuarenta y dos minutos había podido rodar el balón en la Eurocopa para encoger de pronto el corazón del mundo del fútbol con una caída inesperada, el desplome fulgurante sobre el césped de Christian Eriksen que dejó al seguidor con la respiración contenida.
Tercer partido de esta Eurocopa multisede: un triunfo contundente de Italia, un empate inconsistente entre Gales y Suiza y este tramo en el estadio Parken de Copenhague para dar forma a los pasos iniciales de una edición atípica. Pospuesta un año, con aforos contados y al antojo de la pandemia que somete al mundo.
Apenas unas bocanadas de fútbol, un atisbo de normalidad y de pronto el susto en el cuerpo, el drama en el aire y el futuro incierto. Cerca del descanso de un duelo festivo, entre el conjunto local y un equipo que se estrenaba en la fase final de un gran torneo, Eriksen fue a por el balón, cerca de la banda. Se movió a trompicones y después cayó. Seco, fulminado. Inmóvil.
El miedo recorrió el césped y las gradas. Manos a la cabeza de los jugadores, rostros tapados por las manos. Lágrimas, miradas al cielo, rezos y minutos eternos.
Los médicos corrieron para asistir al jugador del Inter tumbado y sin gesto, sin reacción. Trataron de reanimarle, masajes cardiacos y el resto de compañeros delante, alrededor, para resguardar la situación y la intimidad de su compañero.
Una mujer saltó de la grada y corrió por el verde desangelada, descompuesta. Fue hacia la banda donde había caído el centrocampista de Dinamarca. La mujer del futbolista, consolada por Kasper Schmeichel, por otros jugadores y abrazada al final a Simon Kjaer mientras esperaba una respuesta.
El tiempo no pasaba y la mejoría no se atisbaba. No había nada. Silencio y esperanza. Los doctores hicieron su trabajo y retiraron a Eriksen del campo en medio de una ovación unánime del estadio. El once de Finlandia se retiró pronto. Después lo hizo el equipo de Dinamarca. El partido se suspendió y el resto de la jornada quedó en el aire.
El centrocampista danés fue trasladado a un hospital de Copenhague. Una foto difundida por las redes supuso el primer aliento. Eriksen en la camilla, aparentemente consciente. Había despertado.
Llegaron después los cruces de comunicados, los movimientos de apoyo y los mensajes de ánimo. La UEFA, que confirmó primero la suspensión del partido, avisó de que el jugador había sido estabilizado en el centro sanitario.
También la Federación Danesa de Fútbol quiso llevar el sosiego y la paz a la afición, al fútbol, al anunciar que su futbolista estaba despierto y que tenía que someterse a exámenes en el hospital. Estaba estable Eriksen.
El jugador recobraba cierta normalidad mientras la competición salía de su colapso. La UEFA anunció la reanudación del partido entre Dinamarca y Finlandia, por deseo también de los integrantes de ambos equipos.
El conjunto danés perdía contra el debutante y, casi al mismo tiempo, Romelu Lukaku dedicaba su gol, el primero de Bélgica, a su compañero en el Inter. El delantero se acercó a una cámara "Chris, se fuerte. Te quiero".