ALICANTE. Harvey Pekar lleva muerto desde el 12 de julio 2010. No se cumple ninguna efeméride, ni de su nacimiento, ni de su fallecimiento. Podríamos utilizar como excusa que hace 15 años del estreno de la adaptación cinematográfica de American Splendor, guionizada y dirigida por Shari Springer Bermanen y Robert Pulcini, protagonizada por un Paul Giamatti en estado de gracia, en el papel del propio Pekar, y el contraste con el metraje documental en el que aparece el Harvey real.
Podríamos, pero no hace falta ninguna excusa para hablar de Harvey Pekar, la oportunidad perdida por el comité del nobel para otorgar el premio de literatura a una disciplina más allá de los géneros tradicionales. Ha tenido que llegar Bob Dylan para poner patas arriba el mundillo literario con su galardón, pero si el mundo de la historieta ha merecido ser recompensado alguna vez, de manera global, ha sido en la figura de este tipo raro, vecino de Cleveland, judío militante a la manera en que lo son la gran mayoría de los descendientes de la cultura judía en la tierra prometida de América, comprometido y, en su propia descripción de Cleveland, "un tío bastante cutre".
No se puede decir que sea difícil hacer una biografía de Harvey Pekar. El 90 % de su obra es autobiográfica, desde los primeros volúmenes autoeditados de American Splendor (1976) hasta Our Cancer Year (1994), Our Movie Year (2004) o The Quitter/El derrotista (2005). La película protagonizada por Giamatti es biográfica y nos muestra desde la infancia en los años 40 de un niño ya con una particular visión de la realidad, hasta su búsqueda de la seguridad laboral a través del funcionariado, trabajando en el archivo de un hospital de veteranos durante 35 años, hasta su jubilación, vampirizando su entorno laboral, como buen escritor, para poblar las viñetas de esos cómics que nunca se atrevería a dibujar.
Si John Cheever, Raymond Carver o Richard Ford son las figuras veneradas en los altares literarios del realismo social, sucio y urbano norteamericano del siglo XX y XXI, Harvey Pekar es el narrador inmerso en su propia realidad, convertida en yo narrativo y, al mismo tiempo, en historia de la Historia de la contemporaneidad. "Trato de ajustarme al pie de la letra a cómo son las cosas, porque así me sale mejor. Cuanto más fieles a la realidad sean los detalles de mis historietas, más creíbles resultan para la gente, y más se identifican con ellas", dijo en conversación con Gary Groth, "quiero escribir literatura que invite a la gente a reflexionar sobre su propia vida, más que ayudar a que se evadan de ella".
La diferencia con aquellos es la técnica utilizada, el cómic, aunque Harvey era un dibujante pésimo que para lo máximo que utilizó el trazo fue para pergueñar los guiones sobre un esquema de distribución de viñetas en el que dibujaba sus esquemáticas figuras de palos con los bocadillos de diálogos y cartelas. "La narración del cómic me resulta especialmente atractiva por diversos motivos. Primero, porque puedes contar una historia de forma muy concisa; gran parte de los detalles de fondo están en la ilustración, lo cual facilita que digas lo que quieres decir de forma directa y econónica. Al usar viñetas puedes programar las historietas del mismo modo en que lo haría un buen narrador oral, usando a veces viñetas sin diálogo para acentuar algo". La fascinación por su personalidad de narrador oral hizo que desde bien pronto ilustradores de la talla de Robert Crumb, Frank Stack o Joe Sacco dibujaran sus historias y pusieran su arte bajo la dirección narrativa de un tipo raro del medio oeste. Y así siguió siendo desde entonces.
La presencia de la obra de Pekar en las librerías españolas ha venido de la mano de Ediciones La cúpula y sus publicaciones de la serie de antologías de American Splendor, con el arte de Greg Budgett, Gary Dumm, Robert Crumb, Gerry Shamray o Kevin Brown, o Planeta y la edición en 2006 del fundamental The Quitter/El derrotista, ilustrado por Dean Haspiel.
Pero si hay que mencionar a una editorial que ha puesto el foco sobre el judío cutre de Cleveland han sido los madrileños Gallo Nero, que desde 2012 han publicado tres títulos en cuidadísimas ediciones, tanto de plancha como de diseño y tirada. Las conversaciones telefónicas entre Harvey Pekar y Gary Groth, bajo el título Tolstói era un charlatán, con una introducción de Álvaro Pons y un obituario de Antonio Muñoz Molina, en su colección Piccola, un homenaje al octavo de Manucio; y en la colección gallographics, dos de sus obras crepusculares, su primera obra no autobiográfica, el Ego & Arrogancia. La historia de Michael Malice, de 2006, ilustrada por Gary Dumm, y el híbrido entre historia y memoria Cleveland, obra póstuma, ilustrada por Joseph Remnant, con introducción de Alan Moore, cuya primer bocadillo de texto reza "Si, hubo muchos días buenos…" El comité del Nobel perdió en 2010 la oportunidad de premiar a uno de los géneros más innovadores de la literatura del siglo XX, en la figura de uno de sus representantes más honestos y generosos.
En palabras de Alan Moore, "Harvey Pekar fue y es uno de los mejores escritores que hayan honrado el mundo del cómic", lo que en el siglo que transitamos viene a ser el mundo de la literatura, con mayúscula, minúscula, o como c… se quiera escribir.