ELDA. Hace siete años que nació la startup de Elda Recreus, fundada por el emprendedor Ignacio García, dedicando su labor a la creación de filamentos elásticos para impresoras 3D, Filaflex. Una labor en la que se han convertido en referentes mundiales y por el que Repsol apostó para convertirla en una de las diez empresas innovadoras en las que invierte con su fondo de inversión estratégico, dotado con 85 millones para entre 2016-2020. Ahora, tras el año de la pandemia, la firma eldense lanzará a principios de año "como un presente de Navidad" un nuevo filamento conductor Filaflex "para un nuevo mundo de posibilidades".
Filaflex es un filamento elástico. Según indican desde la firma, por sus propiedades mecánicas, no se deforma, no se rompe, e incluso la medida de su diámetro, no se altera una vez estirado. Este material tiene la capacidad de volver a su estado original tras el cese de la fuerza, sin cambios y permaneciendo con la misma forma. Todo ello, siempre y cuando no se sobrepase el límite elástico del material.
Sin duda, 2020 ha sido el año en el que las necesidades de aportar materiales para superar la crisis sanitaria originada por la pandemia del coronavirus, ha hecho de la impresión 3D un sector casi imprescindible. De hecho, según expresaba el CEO de Recreus en un reciente foro de Alicante Plaza, gracias a la fabricación de equipos de protección individual (EPI) durante la pandemia, la tecnología de la impresión 3D (a la que se dedica su empresa) "pasó de ser un niño a un adolescente. El sector se ha revalorizado en esta crisis", añadía.
Recreus fue la primera empresa del mundo en comercializar un filamento flexible para las impresoras 3D. Su fundador comenzó a hacer pruebas en el garaje de su casa al detectar que la mayoría de los plásticos existentes en el mercado a principios de década eran demasiado rígidos y poco flexibles para realizar determinados trabajos de impresión 3D, lo que le llevó a desarrollar uno mucho más elástico.
La versatilidad de este filamento flexible que se diseña en Elda ha llevado, en los últimos meses a proyectos como dar forma al primer libro táctil y flexible impreso en 3D con Filaflex, una obra de Jennifer Martín-Lorente. Resultó ser un proyecto artístico, creativo y solidario, en el que también participó la ONCE, que se manifiesta, según exponen desde Recreus, "como un gran ejemplo de cómo aplicar la tecnología de impresión 3D para democratizar un libro y hacerlo accesible a todo el mundo, incluyendo el sistema Braille". El libro, llamado "Silencio", está hecho para poder ser leído por personas invidentes y tiene ilustraciones en relieve para ser sentidas también por el resto del público.
Además, la pandemia ha inspirado proyectos de moda con impresión 3D. Uno de los que destaca es el de una estudiante de Ingeniería Multimedia y modelo Miranda Márquez, que antes de la pandemia recibió la llamada para firmar en una de las mejores agencias de modelos de España. Este estilo de vida, explican, se "detendría de forma repentina a causa de la pandemia de covid-19". Entonces regresó de Londres a Barcelona. En el periodo de confinamiento comenzó a investigar en ingeniería y moda y, según aseguran desde Recreus, "descubrió la moda impresa en 3D". En el confinamiento modeló, esculpió e imprimió prendas en 3D con el filamento de Recreus.
Junto al grupo Artefactos de la Universidad de Alicante, un proyecto social de diseño y desarrollo colectivo multidisciplinar, trabajaron con la fabricación aditiva en la crisis de la covid-19. En concreto, lo hicieron en los proyectos Skuba y Splitter, con su filamento de polipropileno PP·3D, fue protagonista, acelerándose su lanzamiento por la necesidad coyuntural y convirtiéndose en un caso de éxito.