VALÈNCIA. La mortalidad supera la natalidad, emigración por encima de inmigración, envejecimiento de la población, deterioro de infraestructuras, carestía de servicios esenciales… constituyen algunos de los síntomas básicos que alertan del riesgo de despoblación.
En la Comunitat Valenciana existen en esa situación alrededor de 180 municipios, según los datos recabados por la Generalitat Valenciana y difundidos por instituciones como la Diputación de Castellón, ya que esta provincia, con 84 localidades en ese caso, resulta la más afectada. Otras 29 se hallan en la de Alicante y hasta 65 en la de Valencia.
Por comarcas, la Serranía, con 17 municipios, y la Vall d'Albaida, con 11, lideran. En la provincia valenciana, esa clasificación que en algunos casos adquiere tintes dramáticos (como en Sempere, que ronda la treintena de pobladores). El Rincón de Ademuz y el Valle de Cofrentes Ayora cuentan con siete municipios en esa tesitura; La Plana de Utiel, con seis; y la Costera, con cuatro.
No se salvan comarcas que a priori se hallan bastante más concurridas, como las Riberas Alta (con Antella) y Baixa (Llaurí). Ni tan siquiera l´Horta Sud, ya que además de las populosas Torrent, Aldaia o Quart de Poblet tiene en su censo de términos municipales al diminuto de Lloc Nou de la Corona. En lo que le atañe, debido a su limitación de superficie, crecer resulta prácticamente imposible.
En este contexto acaba de publicarse el estudio del geógrafo Daniel Alfonso titulado La demografia de la Vall d'Albaida. Tendències actuals i de futur. En sus páginas desgrana el "progresivo envejecimiento y la pérdida de población’" durante las últimas dos décadas en esta comarca sureña de interior.
En este sentido repasa cada término municipal y deja constancia de la pérdida de casi el 25% en su censo de Bellús o de Bufali, para, en el conjunto de la comarca, promediar la caída en el 6,80%. Alfonso se ha convertido en referente en la comarca por sus pormenorizados análisis demográficos anuales.
Además, mientras que la tasa bruta de natalidad se situaba en 6,81%, la de mortalidad subía hasta el 9,51% y el índice de fecundidad quedaba fijado en 1,21 hijos por mujeres.
Las causas de la reducción demográfica las agrupa en un "fuerte descenso de la natalidad, aumento de la esperanza de vida hasta los 80 años para hombres y 84,5 para mujeres o que la emigración de épocas pasadas no se ha visto compensada por la inmigración".
También alude a la fuga de cerebros por la marcha a otras comarcas para estudiar o trabajar, a las tendencias de vida urbana millenial, o a debilidades de la comarca como "escaso transporte público, escaso desarrollo de servicios sociales, sector turístico de reducida dimensión, crisis del sector agrícola, progresiva deslocalización de la industria o difícil acceso a la vivienda".
Aunque analiza la Vall d'Albaida, Daniel Alfonso extrapola esta situación a otras comarcas de la provincia. Más en concreto, "a todas las de prelitoral e interior. Incluso algunas de litoral presentan más defunciones que natalidad y algunos inmigrantes -sin intención xenófoba, como matiza- tienen bajo nivel económico". Esto repercute en que la renta per cápita local o comarcal resulte inferior a la media autonómica.
Y todas las causas anteriormente enumeradas redundan en consecuencias, según recopila el propio informe. Entre ellas enumera "reducción de la población activa y de la capacidad de innovación, mayor gasto sanitario y farmacéutico, menor dinamismo económico y social, nuevas exigencias dotacionales como residencias de tercera edad, dificultades para mantener el patrimonio material e inmaterial o reestructuración de servicios".
Este geógrafo nacido en la localidad de Otos concluye su estudio recién publicado con unas propuestas frente a la despoblación que extiende a todas las comarcas afectadas por este fenómeno (la turística y tan solicitada en verano la Safor también aporta al listado, con Almiserà y Castelló de la Conquesta).
Entre sus recomendaciones destaca el mantenimiento de servicios básicos, con escuelas para pocos alumnos, atención médica, instalación de cajeros bancarios o preservación de comercio tradicional sin relevo generacional. Del mismo modo insiste en "mancomunar servicios entre municipios, sobre todo cuando tienen escasos recursos económicos y de personal".
Alfonso añade la instalación de "conexiones de nuevas tecnologías de alta capacidad que permitan el teletrabajo" o "fomento de turismo rural, impulso de agricultura con productos de calidad que garanticen rentas adecuadas para los productores, agricultura ecológica y tareas de mantenimiento ambiental o puesta en valor del medio rural divulgando todos sus beneficios".
Entre sus recetas apunta igualmente la relocalización de industrias con mayor inversión en formación de trabajadores o fiscalidad diferenciadas, con reducción del IRPF a los contribuyentes de zonas rurales y bonificaciones a las empresas.
Precisamente ese impulso del turismo rural constituye una de las medidas en las que está haciendo hincapié Jesús Salmerón, alcalde de Gátova. Su municipio figura como el que mayor riesgo de despoblación sufre en Camp de Túria, comarca situada al norte de la provincia de Valencia relativamente cerca de términos en expansión como los de Bétera, Náquera o Llíria.
"Buscamos un turismo que venga, que repita e incluso que se queda. Para ello tratamos de mostrar nuestras singularidades, de destacar nuestras ventajas como la tranquilidad y la belleza del entorno", indica Salmerón, que también resalta el impulso del empleo o el centro de día para mayores como propuestas frente a la pérdida de habitantes.
Se trata de tres puntos que forman parte del recetario del geógrafo Daniel Alfonso para fomentar la repoblación, un problema que se extiende por las comarcas de la provincia de Valencia. No obstante, pese a su importancia en demasiadas ocasiones pasa desapercibido frente a cuestiones como el encarecimiento de la vivienda en las grandes localidades, que no sufren esta despoblación. Es otro mundo dentro del mismo espacio geográfico provincial.