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EL MURO / OPINIÓN

Rebajas territoriales

Foto: EDUARDO PARRA/EP
28/11/2021 - 

Como el actual ministro de Cultura, Miquel Iceta, se perpetúe en el cargo, algo que parece poco lógico dado el escaso tiempo que los ministros de Cultura están permaneciendo en el puesto, nos lo podemos pasar bomba. Un par de veces que ha hablado o intentado hacerlo el ministro sobre lo “suyo”, se ha mareado todo un poco más. Por ello continúa desaparecido. O intrigando. Son los riesgos de colocar al frente de un ministerio a personas que no conocen del todo el terreno, o les cuesta ponerse al día dada la singularidad y complejidad de un departamento que si algo necesita es mucho conocimiento y, sobre todo, prudencia. Si no acierta en el tema de las subvenciones se puede liar una gorda con fuego cruzado. Si entramos en el debate de la descentralización del patrimonio por una cuestión política estamos en riesgo.

El debate abierto ha sido en este último caso a cuenta de la petición de cesión temporal de la Dama d’Elx, la escultura/efigie íbera depositada en el Museo Arqueológico Nacional. Hasta una directora general, como la de Bellas Artes, ha salido corriendo viendo como se iban poniendo el asunto y por lo visto asustada por la “temeridad” ministerial que se ha atrevido a hablar de una hipotética descentralización de los bienes culturales estatales en pro de autonomías o municipios, algo así como, supuestamente, retornar lo que conserva el Gobierno central como receptor del Patrimonio Histórico Artístico.

No seré yo quien le quite la razón a los ilicitanos en su reclamación del préstamo de la Dama d’Elx con motivo de su aparición en el yacimiento de L’Alcudia y con motivo de su 125 aniversario. Siempre como hecho puntual. Pero de ahí a hablar de posible descentralización de bienes, que es en lo que ha derivado el asunto, hay un trecho. Sin la sensibilidad necesaria no deja de ser una temeridad este debate público cuando se toma el asunto como una simple razón/cuestión de política autonómica, pero no patrimonial, arqueológica o de titularidad. De hecho, la Dama d’Elx ya fue cedida hace unos años para su exhibición en Elx. Ese traslado provocó otro ruido innecesario entre la meseta y la ciudad alicantina debido a las condiciones y supuestos peligros de traslado, algo superado técnicamente a estas alturas de la vida. Si las grandes obras de arte y arqueológicas viajan por el mundo sin problemas y absoluta garantía, salvo un ataque de bomba, el debate está zanjado. Pero cuando el asunto se convierte en una sucesión de interpretaciones políticas, pues ya la tenemos liada. Es lo que ha ocurrido. Es una prueba del desconocimiento con el que ministros, secretarios de Estado, opinión pública y otros mandarines hablan por hablar.

Si el ministro, supuesto experto por lo que se ve en cuestiones territoriales, confunde el patrimonio histórico con la cesión o el intercambio de competencias políticas a partir de asuntos culturales, es que la cosa nos va mal, muy mal. Es a lo que nos ha conducido este tema.

Me explico. Si alguien confunde las cesiones temporales de obras de arte por motivos testimoniales con repartir museos es que ha aprendido de memoria esos planes descentralizadores que nos venden desde Madrid para contentar a nacionalismos y nacionalidades en cuestiones de negociación política. Y eso sí que no tiene nada que ver. Salvo si no pasan de un “canutazo” mediático para quedar bien en el territorio que pisan.

El arte o la historia artística no tienen nada que ver con la política, sino más bien con la sensibilidad y sobre todo con la apreciación de técnicos y expertos que son los que realmente conocen este asunto.

Si por quedar bien con las autonomías y los territorios nos ponemos a hablar de contentar a unos y otros, vamos apañados y el follón puede ser monumental. Todos querrán más y el patrimonio entonces será también negociable.

Una cosa es que a nuestro ministro le apetezca bien tener un gesto popular y abra la puerta a ceder piezas temporalmente, cuya reclamación entra dentro de la lógica. Otra muy distinta es confundir los museos nacionales con una agencia estatal de meteorología o de inscripción de patentes que hoy telemáticamente están controladas y burocráticamente ordenadas.

Antes de meterse en un jardín, el Gobierno debería de velar por  algunos de los museos que están repartidos por las autonomías, aún de titularidad estatal por una cuestión competencial o de celo, pero se encuentren bastante abandonados a la suerte mesetaria.

Y ahí, por ejemplo, tenemos al Museo San Pío V, de titularidad estatal pero cojo de presencia y apoyo estatal, o al Museo Nacional de Cerámica González Martí pendiente desde hace años de un refuerzo en su puesta en valor.

Cuando el primer follón del traslado temporal de la Dama, el Ministerio se gastó una pasta en un proyecto que permitía una reproducción técnica y exacta de cualquier elemento arqueológico. ¿Qué fue de aquello? O sea, una fake se convertía en una réplica exacta gracias a la tecnología 3D.

Museo San Pío V. Foto: EVA MÁÑEZ

Otra cosa sería que, por ejemplo, museos estatales como El Prado o Reina Sofía y hasta el Arqueológico Nacional o museos autonómicos optaran por ceder algunos de esos miles de fondos que guardan en sus almacenes. Cualquier museo mediano lo agradecería. El patrimonio no es del Estado, sino de los ciudadanos.

Recuerden aquel inventario que se encargó en su momento y desveló los centenares de cuadros y patrimonio mueble repartido por despachos y pasillos de espacios de titularidad estatal aunque desatendidos, e incluso olvidados. Eso sí es un verdadero atentado. Algo similar al patrimonio “perdido” del San Pío V que un día salió del centro y aún continúa disperso.

Algo así también con las grandes obras de arte que nuestras consellerias, ayuntamientos y cortes autonómicas exhiben en sus fortines y han salido de nuestros museos por caprichosas decisiones políticas para decorar estancias.

¿Por qué no empezamos por ahí y dejamos para disfrute ciudadano una cesión temporal que no hace mal a nadie, pero no un reparto agradecido de fondos según capricho político?  

Nuestra Generalitat, ahora también tan sorollista, no sé por qué no reclama todos los Sorolla del Prado o de los fondos de la Casa Museo del pintor para Valencia. ¿No se pintaron muchos por aquí? Ya tiene argumento. Sólo hay que animarse.

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