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entrevista al presidente de ineca sobre la marcha de la economía alicantina

Rafa Ballester (Ineca): "En junio tocamos el suelo, ahora empiezan a llegar buenas noticias"

4/01/2021 - 

ALICANTE. El Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca) tiene tomado el pulso a la evolución de la economía de la provincia, no solo a través de sus informes de coyuntura trimestrales, sino también con abundantes monográficos y estudios específicos que van dibujando la evolución socioeconómica de Alicante. Su presidente, Rafael Ballester, analiza en esta entrevista los últimos datos conocidos y aventura una mejora a partir de la próxima primavera si se cumplen los anuncios de vacuna.

-¿Podemos medir el retroceso que ha supuesto para la economía de Alicante la pandemia del coronavirus? ¿Cuántos peldaños nos ha hecho bajar?

-En el último informe que presentamos, en la jornada con el Colegio de Médicos, decíamos que el indicador Ineca, que como sabe es un resumen de las principales variables analizadas, mostraba una vuelta atrás de cinco años. Es decir, estamos otra vez en 2015, tanto en paro, actividad, productividad… Y fíjese que en mayo, en el informe de coyuntura, decíamos que habíamos vuelto a 2017. Es decir, retrocedimos dos años en solo dos meses. También es verdad que la mayoría de variables que podemos analizar ahora se refieren al segundo trimestre, que fue el peor, salvo en el caso del paro, que estamos trabajando con el dato de septiembre. Es decir, son los datos del peor momento, con lo cual consideramos que reflejan el suelo que ya hemos pisado.

-A partir de ese suelo, entonces, ¿se percibe que hemos comenzado a remontar?

-Hay datos positivos, por ejemplo, la afiliación se sigue manteniendo. Pero tenemos aún 180.000 parados, que es un número altísimo. Pero es verdad que se nota que el empleo empieza a subir. Sobre todo se animó en junio y julio, cuando se recuperó cierta movilidad, y parecía que íbamos a remontar. No obstante, si comparamos nuestro indicador con los del Banco de España, la Unión Europea, a nivel general se ve una tendencia constante hacia arriba, y aquí en septiembre ha habido otro parón, cuando hemos dado marcha atrás en la evolución de la pandemia. En agosto había cierto optimismo, y ahora volvemos a tener problemas de movilidad y cierres.

-Es decir, que vamos hacia una W, más que a una V. El turismo y la hostelería, que son el 15% de nuestro PIB, son los que más han sufrido porque dependen de que la gente se pueda mover. ¿Son también los que más rápido se recuperarán cuando haya una vacuna?

-Ese 15% del PIB depende fundamentalmente de la movilidad internacional, y de nuestro gran proveedor de clientes que es el aeropuerto de Alicante-Elche. Cabe recordar que en 2019 tuvimos un récord histórico de pasajeros con casi 15 millones, y cada vez más conexiones. Son esos millones de pasajeros internacionales los que garantizaban las pernoctaciones no solo hoteleras, sino también en apartamentos y otros alojamientos. Y eso lo hemos perdido este año, en el que solo ha llegado turismo nacional que se desplazaba en coche. Hasta que no se solucione el elemento coyuntural, y se recupere la confianza en el destino y en el transporte, no veremos la recuperación. Pero la buena noticia es que se trata de un mercado muy elástico, porque ha sido publicarse las primeras noticias sobre posibles vacunas y dispararse las búsquedas de vuelos. Eso demuestra que esta crisis es muy coyuntural, no de mercado, y que el turismo volverá a su sitio.

-Además del turismo, y según los datos que manejan, ¿cuáles son los sectores que se han visto más afectados y cuáles han resistido mejor?

-Pues efectivamente, los más afectados han sido el turismo, la hostelería y el comercio, pero también aquellos sectores que son proveedores de bienes y servicios de los anteriores. Parte del textil y del agroalimentario trabajan para esos establecimientos que están cerrados o con restricciones y pocos clientes. Pero gracias a la fortaleza de la agricultura, ha mantenido el pulso y ha suplido esa demanda aumentando las exportaciones. De hecho, la situación de las exportaciones refleja a la perfección quién está mejor y peor. Hasta septiembre hemos perdido un 7% de exportaciones respecto al año pasado, la mitad de caída que en España. Es decir, que hemos defendido la plaza, para la que está cayendo. Ha habido un desplome del calzado y el cuero, y la piedra también ha caído, pero en cambio la agricultura, los productos de alimentación en general y el automóvil han facturado más que el año pasado en estas fechas. Eso demuestra la resiliencia de esos sectores. Estamos vendiendo calidad y mantenemos el pabellón. Por otro lado, aún es pronto para ver los resultados de la apuesta que muchos negocios han hecho por el canal online. Pero es verdad que con la pandemia esa apuesta se ha acelerado.

-¿Qué podemos esperar de 2021?

-Tuvimos hace poco un debate en el comité de Ineca y creo que tenemos que analizar 2020 y 2021 como si fueran un año de 24 meses, porque los datos que tenemos ahora no sirven para proyectar el año que viene. Es una crisis coyuntural muy dura que no tiene que ver con el mercado, con lo cual no se pueden sacar conclusiones. Esa conclusión la podremos sacar a finales de 2021 para prever lo que puede suceder en 2022, si para el año que viene hemos dado con la solución al problema sanitario, que es lo que lo condiciona todo. Pero en cualquier caso, creemos que el año que viene habrá recuperación, aunque el contexto alicantino en España ha salido peor parado que otros. Porque partíamos de una situación débil, sobre todo por el nivel de deuda pública. La capacidad de gestión de la crisis se ha visto muy condicionada, y se ha puesto de manifiesto una crisis de gobernanza.

-¿Ha sido mejor la gestión de la crisis cuando se han centralizado las decisiones, o cuando se ha permitido a las autonomías tomar decisiones de forma independiente?

-No tengo claro quién ha salido ganando en esa crisis de gobernanza de la que hablaba, si el Estado o las comunidades. Parece que cuando se han homogeneizado medidas se ha acertado más, pero es que también ha habido una crisis de gobernanza global, porque esto ha sido un problema mundial, y cada uno lo ha gestionado de una forma. Es complejo acertar, porque era una situación nueva, pero sí le digo que no podemos estar muy contentos de la forma en que le hemos hecho frente aquí.

-Antes de que estallase la pandemia, sus informes trimestrales ya apuntaban que la economía de Alicante se estaba frenando. ¿Podría ser esta crisis el momento idóneo para poner en marcha el cambio de modelo pendiente y tomar impulso? Digitalizarnos, elevar el nivel de la oferta turística, recuperar industria de valor añadido…

-En la situación anterior, Ineca siempre fue conservador y advertíamos que no podíamos decir aún que hubiéramos salido de la crisis de 2008. Era, y es, necesario apostar por una mayor calidad en los sectores estratégicos, como el turismo, estar atentos a la transición energética, y a la problemática pirámide poblacional que se nos está quedando. Y eso también son oportunidades de negocio. Pero es que arrastramos el problema de que la Administración ha entrado en esta crisis con un nivel de deuda brutal. En 2008 la Generalitat tenía 13.000 millones de euros de deuda, casi un presupuesto anual de entonces, y ahora es de 50.000 millones de euros, con un presupuesto que es la mitad. Estamos pagando 6.000 millones al año de deuda, es la tercera partida de los Presupuestos de la Generalitat. Por eso resolver el problema de la financiación autonómica es clave. Por suerte, el sector privado sí ha hecho los deberes, y entre 2017 y 2018 dejó atrás lo peor, para poder afrontar nuevas medidas. Por otro lado, es importante mantener la estrategia de convertir Alicante en un hub digital, que se está consolidando con el puerto, el Distrito Digital, Alicante Futura y muchas iniciativas privadas. Nos estamos posicionando muy bien en ese sector porque, por una vez, nos hemos creído que somos competitivos. Y el cambio en la demanda inmobiliaria puede ser un estímulo.

-La demanda postcovid, pisos más grandes o con zonas ajardinadas lejos de los centros masificados de las ciudades.

-Efectivamente. Ahí somos muy competitivos. Si puedo trabajar desde Alicante, con un buen clima, una casa cerca de la playa, o en el monte si elijo el interior, bien conectado con las principales capitales, y con un coste de la vida menor… Pues mejor que vivir en un centro urbano masificado en un piso pequeño. Más después del confinamiento. Y de hecho, esta competitividad de Alicante queda de manifiesto en el hecho de que estamos viendo buenas noticias en ese sector, con empresas extranjeras importante literalmente esperando a que finalicen inversiones en instalaciones para poder ocuparlas. Hay una demanda cierta, gente esperando. Algo está cambiando.

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