Unas obras en una calle de Alicante sacan a la luz las vías del antiguo tranvía de San Blas
Unas obras en una calle de Alicante sacan a la luz las vías del antiguo tranvía de San Blas
ALICANTE. Alicante crecía, se hacía grande y las autoridades locales querían satisfacer a todos. ¡Lo difícil que es esto! Entonces y hoy. Pero aquellos se habían propuesto hacerlo y pusieron todo su empeño. La intención es lo que vale, diría aquél. Pero querían más, no quedarse en un mero propósito como en otras ocasiones. Animaron a emprendedores a llevarlo a cabo, que solos no podían.
No era tarea fácil. Al crecer tanto la ciudad, algunas mentes pensantes valoraron cómo se las ingeniaban para que sus habitantes tuvieran un medio de transporte para comunicar los barrios con el centro urbano. No querían que algunos pensaran que se beneficiaba a los barrios más pudientes en perjuicio de los más pobres, a los cercanos de los más lejanos. Incluso idearon enlazar con el extrarradio y zona metropolitana incluyendo a las poblaciones cercanas.
Decidieron que el mejor modo de hacerlo era a través del tranvía. En el preámbulo del Proyecto del Tranvía Urbano de Alicante se manifiesta que “Por causa del incremento que va tomando la población, no se desconocerá la necesidad que hay de mejorar y facilitar los medios de transporte de los transeúntes que por ella discurren, pues en toda población en la cual su circulación aumente por el desarrollo de su tráfico y aumente su perímetro, se hace necesario facilitar los medios de comunicación. A este fin, tiene el proyecto de tranvía urbano que se ha sometido a la aprobación del Ilustrísimo Ayuntamiento de Alicante”. Se expresaba así una necesidad y la convicción de solventarla. Lo haría una empresa que se conoció por el nombre de “Los Nueve”, constituida en 1892 para la construcción del tranvía. Para ello, se emitieron acciones de 250 pesetas cada una que fueron adquiridas mayoritariamente por la burguesía local. Su inversión inicial fue de 600.000.- pesetas.
Inicialmente se pensó que el tranvía tendría que recorrer las zonas más habitadas y frecuentadas para hacerlo viable. Para empezar, se adquirieron 18 vehículos que serían arrastrados por tracción animal: mulas o caballos. No era económicamente posible recurrir a un medio exclusivamente mecánico.
Esta iniciativa despertó el interés de propios y de extraños, de los que lo vieron como un servicio público en beneficio de la ciudadanía y los que pensaron que podía ser un negocio en beneficio propio. Y con todo, llegaron las ambiciones, las rivalidades y las rencillas, que no podían faltar. Ya verá.
El primer Consejo de Administración, presidido hasta marzo de 1900 por el comerciante Armando Alberola, ya tuvo que lidiar con un toro miura y demostrar que su liderazgo era firme y resolutivo. El primer conflicto ocurrió entre los años 1894-95 entre la empresa de Los Nueve y La Compañía belga de los Tranvías Vecinales Españoles por la ampliación por la primera de líneas al barrio de Benalúa ya que la segunda había adquirido en 1895 los derechos de la línea Crevillente-Elche-Alicante, para construir un tranvía de vapor que partiría desde Benalúa. Otro escollo fue la falta de rentabilidad del negocio por lo que Alberola no tuvo más remedio que bajar las tarifas. Fue acertada la medida, aumentó el interés y el uso de este medio de transportes por los habitantes de la ciudad haciendo sostenible la empresa.
Fallecido Armando Alberola, el Consejo de Administración lo presidió Enrique Ferré Vidiella. Los demás miembros fueron José Carratalá Cernuda, como vicepresidente; Ernesto Villar, secretario; José Soler Sánchez, interventor; Alfonso Sandoval, Barón de Petrés, vocal; y Gregorio Carratalá Cernuda, vocal.
En 1896 la empresa del Tranvía Urbano quiso ampliar las líneas y se encontró de nuevo con varios escollos. Problemas financieros de la empresa, por un lado, y la ambición de Ferrocarriles Vecinales Españoles, por otro, que quería dominar este transporte de tranvías y acaparar todo el servicio urbano, además del interurbano.
El Consejo de Administración de Tranvías Urbanos empezó a vislumbrar que no habría otro remedio que venderle la empresa a esa Compañía belga, con tretas y retrasos en la convocatoria de la Junta General para favorecer esa venta. Los grandes accionistas aprovecharon esa coyuntura para comprar acciones a los pequeños accionistas a bajo precio para venderlas después a un valor muy superior y hacer un gran negocio (las compraron a 25 pesetas para venderlas después a 100 pesetas) o mantenerlas en la nueva empresa para tener una posición preferente en la misma; otro argumento para esta operación fue la de conseguir dos terceras partes del capital social necesario para que el Consejo de Administración pudiera vender la empresa; así nos lo cuenta con detalle Javier Vidal Olivares en su libro “Comerciantes y políticos”. Vidal Olivares es profesor de Historia e Instituciones Económicas en la Facultad de Ciencias Empresariales y Económicas de la Universidad de Alicante.
La Junta General del Tranvía Urbano se celebró el 4 de agosto de 1900 con la intención de vender la empresa por 300.000 pesetas a la Compañía Ferrocarriles Vecinales Españoles. Esta empresa empezaría en junio los trabajos necesarios para unir con el tranvía Alicante con San Juan y Muchamiel. Esta línea se uniría a la de Alicante-Crevillente (terminada en 1904) y la de Alicante-San Vicente del Raspeig (concedida en 1903 y finalizada en 1905).
Traspasado a Ferrocarriles Vecinales pasó el tranvía a vapor. El de la Huerta-San Juan-Muchamiel cumplió “una aspiración económica, vecinal y social” – según nos cuenta el escritor Manuel Martínez López – que “unió la plaza de Santa Teresa – y con ella, la fábrica de Tabacos -, con la Cruz de Piedra, con la Huerta, Santa Faz, San Juan y Muchamiel. Sirvió a las cigarreras y a los hortelanos. Y fue el vehículo de las romerías y fiestas populares de Santa Faz, San Juan y Muchamiel”. Finalizó el servicio el 23 de diciembre de 1910.
La incursión de la electricidad en este medio de transporte atrajo al capital extranjero para las importantes inversiones que se tenían que hacer para adaptarse a esa energía. Ocurrió en Madrid. Inversores belgas compraron las líneas a Tranvías de Madrid por ocho millones de pesetas. También fue capital belga el que adquirió a la empresa concesionaria la línea Novelda-Aspe en 1898. A su vez, en 1900 se creó la empresa La Electra Alicantina, S.A. con el banquero Ramón Guillén, y empresarios como Alfredo Salvetti y el Barón de Petrés entre los miembros de su Consejo de Administración, estando preparada para producir fluido eléctrico a finales del verano de este año. Vaya que coincidencia. La venta de la empresa de Tranvías Urbanos a Ferrocarriles Vecinales Españoles y la puesta em marcha de Electra Alicantina coincidieron en el tiempo. Que acierto empresarial en momento tan apropiado para sus principales accionistas, que lo eran de ambas empresas. Ya ve, saque sus propias conclusiones que yo tengo las mías.
Los tranvías eléctricos (1923) llegaron para júbilo de la población por su comodidad, por su mayor rapidez, por su mejor seguridad. “¡Anhelados, ansiados tranvías eléctricos que erais el sueño de las ciudades ejemplares!” – en palabras del escritor alicantino Eduardo Irles -. Sigue diciendo de los tranvías que “también tenemos nuestro tranvía eléctrico y más nuevo, más fachendoso, más alegre y mejor vestido de amarillo que los tranvías de los demás. Un tranvía, como los otros, para el paseo y la oficina, para negocios y visitas, para días de lluvia y noches de verano. (…) Un tranvía que avanza sobre sus rieles tutelares, despreocupado y optimista con la audacia del holgorio y la intrepidez de su lozana juventud”.
Ferrocarriles Vecinales puso en práctica 7 líneas radiales: la línea 1 iba del centro a Benalúa; la 2, del centro a Carolinas; la 3, partía de la Plaza de España, pasaba por Altozano, Los Ángeles y Ciudad Jardín, hasta llegar a San Vicente; la 4, salía de la fábrica de Tabacos, pasaba por El Pla, Barrio Obrero, la Huerta de la Condomina, San Juan y Muchamiel; la 5, unía el Mercado con San Blas; la 6, iba de la plaza de España al Hospital del Pla; la 7, salía de Alfonso el Sabio para pasar por el Cuartel de Benalúa, la Florida y el Cementerio.
El tranvía dejó de recorrer las calles de Alicante en 1969, siendo un transporte extraordinario y muy utilizado por los alicantinos. Muchos años después llegó el TRAM. En 1999. Actualmente se reivindica que este llegue al aeropuerto, también a San Juan y a Muchamiel como lo hizo antaño (ya llega a San Vicente), pero esta es otra historia que le contaré otro día.
Unas obras en una calle de Alicante sacan a la luz las vías del antiguo tranvía de San Blas