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vía escénica

¿Qué pasa cuando el espectador se convierte en dramaturgo?

4/08/2024 - 

VALÈNCIA. Más de una vez, a algún que otro espectador, le gustaría tener la posibilidad de hablar con el creador de una obra. Tal vez con la idea de proponer, en un buzón imaginario, algunas ideas sobre cómo modificar el transcurso de la historia o para felicitarle por las partes que más les han gustado. Una forma de poder formar parte del proceso creativo y de meter cabeza en el universo del arte, la cultura o de las artes escénicas.

Este sueño de convertir al espectador en cierto modo en dramaturgo se hace realidad ahora en Vía Escénica, un proyecto en el que ciudadanos de varios municipios de València, forman parte del proceso creativo de una obra de teatro. Estas piezas, una vez “analizadas” por los espectadores y, tal vez, modificadas por los verdaderos directores y dramaturgos, forman parte posteriormente del programa de Russafa Escénica. 

Diez proyectos, diez municipios y un centenar de consejos y opiniones forman parte de esta innovadora propuesta creativa que ya va por su cuarta edición y que ayuda a los dramaturgos a conocer la opinión de los espectadores a través de los llamados Grupos de Observación. En estos se encuentran “ciudadanos de a pie” como Sandra Guasp, en el Grup d’Alzira o Fina Duet, en el de Alboraia. 

Ambas forman parte de un programa en el que su opinión no solo sí que cuenta sino que además puede que llegue a formar parte de las obras seleccionadas. Guasp, que lleva formando parte de estos grupos desde hace tres años, es una de las personas que ve edición tras edición como las piezas van madurando conforme avanza el proyecto: “Se vive desde otro punto de vista, como espectadora, veo también como los creadores cada vez añaden más simbología y hablan de temas más importantes”, contempla sobre el cambio entre ediciones.

“Nosotros vamos opinando poco a poco sobre lo que vemos, desde el grupo podemos ver como nace una propuesta, como se modifica y cómo llega al escenario a nuestro lado”, explica una de las espectadoras, que contempla que con el grupo puede adquirir bastante conciencia y fuerza, “con esta prueba se puede comprobar si el producto funciona y si llama la atención”. Como artista, Ana Ulloa -a los mandos del espectáculo Objetuario- plantea que este ejercicio de cambio va muy bien para dar un giro a sus obras.

“Es una manera de probar la obra antes de que llegue al estreno, con lo que se hace en el Grupo de Observación tenemos la oportunidad de afinar muchísimo y de ir arriesgándonos dentro de nuestra obra”, explica. En su caso, con Objetuario, plantea a las personas de su Grupo de Observación ejercicios para recoger su memoria relacionada con objetos: “Con este ejercicio y la puesta en escena creamos algo que a mí me sirve como registro para probar algo más visual, es genial porque vemos cómo estas personas forman también parte del proceso creativo y como sus memorias llegan a la pieza escénica”, apunta la creadora.

“Es precioso ver cómo otras personas forman parte del proyecto, como se van involucrando en este y como generan algo que pueda permitirnos probar más mecanismos de una misma obra. Es una manera ideal de crear una memoria compartida”, apunta Ulloa, quien explica que algunas de las aportaciones de su Grupo podrían llegar a formar parte activa de la obra. 

¿Y por qué funciona tan bien este experimento? Este ejercicio de mediación, guiado por Marta García -también responsable de públicos de Vía Escénica- funciona porque existe un gran compromiso con la participación ciudadana, y un llamado a que el espectador se convierta en una parte activa del teatro: “Que los espectadores formen parte de los procesos es crucial para que puedan comprender cómo funciona el teatro. Las primeras sesiones siempre son un poco de testeo, pero como a poco los participantes externos llegan al núcleo de la creación y utilizan las sesiones para enriquecer los procesos”, explica desde los mandos. 

Este ejercicio, en el que muchos de los participantes repiten, se torna original edición tras edición, al presentar siempre proyectos nuevos. Otra veterana del proyecto, Duet, lleva ya cuatro años participando en los Grupos de Observación, y lo que más le gusta es ver también cómo los creadores toman sus consejos para dar forma a su obra: “Cambiamos de rol dentro del proyecto, cuando vemos las piezas muchas de las cosas que hemos comentado a lo largo del proyecto de repente forman parte del proyecto final".

"Es interesante ver cómo los creadores nos tienen mucho en cuenta, se siente como criar un hijo entre todos”, explica una de las “civiles” del proyecto. Ulloa, una de las creadoras que tiene “la última palabra” en estas modificaciones, contempla que es muy interesante ver cómo los espectadores participan en los procesos de una manera muy enriquecedora para los dramaturgos: “Estamos abiertos a todos los comentarios, aunque no todos se apliquen. Es interesante ver como te amplían el campo de visión a lugares que ni te habías imaginado”, señala.


De esta forma se crea una línea invisible entre las butacas y las tablas del escenario que se complementa entre los “colaboradores” y los creadores. Los grupos, de alguna manera, intentan colaborar en la pieza de forma útil para que vaya hacia delante, siempre con respeto, tal y como señala Duet: “Siempre tenemos claro que la última opinión la tienen los directores, pero nos gusta saber que podemos opinar. Es una manera muy interesante de participar en el proceso y ver cómo podemos remover algunas ideas, que es una de las cosas más importante en las artes”. 

El proyecto, además, tiene un efecto rebote, ya que cinco miembros de cada municipio podrán acudir a Russafa Escènica para ver las piezas integradas en el programa y escoger dos más que se puedan exhibir en su localidad entre enero y julio del año 2025. Una manera de devolver a los municipios el teatro en el que han trabajado los protagonistas del Grup d’Observació y de devolver el favor a esos espectadores que se convirtieron en dramaturgos y, ahora también, en programadores. 

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