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Que nos sirva de escarmiento

14/04/2020 - 

Tengo que admitir que lo pensé el primer día que cancelaron la competición. Era una salida de emergencia que nunca se nos hubiera pasado por la mente. Porque, que no se nos olvide, el Hércules vivía (vive) la peor emergencia de su historia.

Cuando el mundo era mundo el Hércules ocupaba la decimoctava posición de la tabla. La temporada era nefasta y las miradas al palco, constantes. Semana tras semana, la pregunta era la misma. Cómo era posible que el equipo que había muerto en la orilla la pasada temporada, estuviera tan cerca de morir ahogado en medio del océano.

Me preocupaba ver a un equipo con los brazos caídos. Un plantel golpeado por las circunstancias, con la esperanza menguada. Ver la clasificación era un ejercicio de desánimo ¿De verdad íbamos a caer? Y no queríamos decirlo en alto, al menos yo, pero caer significaba prácticamente decir adiós. Adiós al Hércules tal y como lo conocemos, Enrique Ortiz estaba a pocos pasos de meterlo dentro de una caja de madera y la afición, cerca de velarlo.

Da la sensación de que fue hace mucho. Ésta era la situación hace un mes. Y la sigue siendo a día de hoy. Hasta que la Federación no finalice la temporada y anule los descensos, el Hércules continúa siendo el tercer peor equipo del grupo y sigue acumulando papeletas para descender a Tercera División. Pero ¿era necesario que llegara una pandemia mundial para salvar al Hércules?

Ahora puede llegar una oportunidad para resetear. Y se puede pensar que se reiniciaría una temporada, que hay que confeccionar una nueva plantilla y volver a intentarlo. Hacer como si nada hubiera pasado. Es como si ya pudiera escuchar los debates radiofónicos de pretemporada "¿Cuál es el objetivo del Hércules esta campaña? ¿Debe el equipo mirar el ascenso? ¿O tiene que preocuparse por no ser, de nuevo, carne de descenso? Consigamos la permanencia y luego ya veremos".

Algunos se lavarían las manos, incluso más que en tiempo de pandemia, "y aquí no ha pasado nada". No debe ser el camino. La afición, la masa social, no debe suspirar aliviada después de aguantar la respiración durante seis meses. Que todo este tiempo con los pulmones llenos, que esa sensación de pánico se convierta en un grito en contra de los responsables que intentarán lavarse las manos y se girarán a la Santa Faz dándole las gracias por salvar sus culos. Que nos sirva de escarmiento.

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