¿Qué es el carisma?

¿Qué es tener carisma? Me preguntaban unos amigos hace unos días. No supe que responderles, creo que prácticamente nadie podría definir una cuestión tan amplia con apenas unos segundos de tiempo para reflexionar sobre un dilema tan complejo.

Lo medité, lo reflexioné con la almohada y creo tener la respuesta. Más que un ser, es una actitud ante la vida, un posicionamiento estático del que cree en unos principios determinados sin que su posición en su defensa languidezca ante las circunstancias. Carisma que no nace no de una persona, sino de unos ideales marcados que impulsan a un perfil concreto a ser seguido por lo que lucha. Si tienen algo en común los grandes líderes de la historia es un profundo pensamiento infinito en un proyecto más grande que ellos mismos. Tenían un sueño, un anhelo por mejorar el mundo en el que vivían. Martin Luther King, J.F.K, Adolfo Suárez… 

Conocida es la manida frase de Kennedy en la que animaba a sus compatriotas a preguntarse en aunar fuerzas para hacer algo grande por su país sin esperar a que esa nación hiciera cosas por ellos. Eso es el carisma, la mentalidad del que, nacido por una vocación de servicio, actúa para trasformar la realidad que le rodea. No sólo fantasea y filosofa sobre el mundo, sino que pone los medios para ejecutar lo que piensa. Su liderazgo no es casual, no utiliza ese poder otorgado por el aura de canciller a su propio beneficio sino al contrario. Sabe que para ejercer como un buen líder debe poner los intereses comunes por encima de los particulares, en el momento que se confunda y pretenda obrar con esas potestades con las que se les han brindado, dejara de ser un guía para convertirse en un tirano. 

Hubo un santo que dijo que las crisis mundiales eran crisis de santos. Ausencia de cabezas entregadas a una causa superior más allá de unos intereses propios que enturbian todo lo que hacen. El otro día Pablo Casado se dio un baño de masas en Valencia y se respiró el mismo mantra de siempre de que la única forma de echar a Pedro Sánchez era votar al Partido Popular en las próximas elecciones. Ahí no hay un líder, por mucho que algunos se empeñen en dibujar en su figura al próximo hombre de Estado de la democracia. ¿Qué propuestas tienen para los españoles? ¿Con qué proyecto de Estado pretende sustentar los nuevos tiempos? 

No tienen respuestas, tan solo quieren llegar a La Moncloa pisando las cenizas del sanchismo, ocupar la poltrona para que no la calienten los otros. Siempre ha sido así, y por eso España no avanza a ninguna parte ante el asombro de los dirigentes europeos que están relegando a nuestra nación a un país menor por debajo de Irlanda o Portugal.   

No puedes basar tu proyecto político en meras promesas vacías de que lo vas a hacer mejor que el que está porque cuando llegues al poder a lo mejor lo haces peor que al que tanto criticabas. Debes seducir a la ciudadanía con un proyecto ilusionante, no con más de lo mismo pero refinado.

Así estamos en España, sin líderes, sin carisma, sin alma, sin lo que impulsa a las naciones.